lunes, 9 de enero de 2012

223.- Carta de un pasajero del Titanic




Carta de un pasajero del Titanic

Fragmentos de una carta que el viajero uruguayo Ramón Artagaveitya envío, desde el Titanic, a su hermano Adolfo a la ciudad de Montevideo, Uruguay.



Alta mar, 11 de abril de 1912.

Con el deseo de ver Norteamérica, me embarqué seducido por el tamaño del Titanic, este transatlántico, de 45 mil toneladas, que hace su primer viaje.

Qué maravilla, cuanto diga de él es poco. Al mirar para arriba me hacía el efecto de estar al pie de una casa de cinco pisos. Al entrar había como cincuenta mozos, uno tomo mis valijas y por el ascensor (que tiene tres), subimos a mi piso, en la cubierta B. El comedor está en la cubierta D y más abajo hay otros. El cuarto es muy bueno, con estufa eléctrica y toda la noche la tuve encendida porque hacía frío.

Hoy hay sol Aprovecho entonces para escribir: El comedor es como para quinientas y tantas personas, ayer éramos sólo trescientos cuarenta, teniendo un ancho de treinta metros. Pero el vapor es más ancho, pues todavía hay corredores a los lados. La comida es muy buena, y abundantes platos. Anoche en la mesa éramos un mejicano, diputado y doctor amigo de Díaz, joven aún, un español y una señora y señorita inglesas muy serias.

Recorrí lo que puede del vapor, sus diferentes salas, y hoy para hallar ésta, para escribir y que ha de haber más de dos para el mismo uso, trabajo me costó. Los comedores pintados de blanco, y algunos salones como éste de madera esculpida, creo que de roble, con sofás y sillas de raso aterciopelado verde jade. Todo es majestuoso y rico.

Veré si junto “libritos” de propaganda del barco para llevarte, pero ya veo tierra cercana, Irlanda, así que termino esta carta deseando a todos mis recuerdos y abrazos.

Tu hermano Ramón






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