jueves, 17 de mayo de 2012

393.- EGIPTO: DE PACHÁS A DICTADORES.




EGIPTO: DE PACHÁS A DICTADORES.

En los últimos meses, Egipto ha vivido algunas de las jornadas más cruciales de su reciente historia. Las manifestaciones populares en varias ciudades del país, especialmente la acampada masiva en la plaza Tahrir de la capital, han dado al traste con la dictadura de Hosni Mubarak, una dictadura que duraba ya más de treinta años. El milenario Egipto, cuna de una de las civilizaciones más brillantes de la historia de la humanidad, se convirtió en la época contemporánea en una pieza más de la política imperialista llevada a cabo por europeos y norteamericanos. Egipto tiene una de las posiciones estratégicas más importantes del mundo, ya que controla el Canal de Suez, que permite el acceso a Oriente Medio, la mayor zona productora de petróleo del planeta. 



Las grandes potencias han tenido siempre su mirada puesta en el país de los faraones, ya que era la llave del dominio de la ruta del combustible.

INDEPENDENCIA DE EGIPTO

El protectorado británico (1882-1922) fue un largo periodo de convulsiones políticas y formación del nacionalismo egipcio. Para los británicos, Egipto era la llave que abría el camino a su joya más preciada, la India. Toda la política británica giró durante décadas alrededor de la protección de esta ruta. 


Por tanto, era imprescindible el control del Canal de Suez, construido por los franceses pero controlado financieramente por los británicos. Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), los británicos fomentaron ampliamente el nacionalismo árabe, para así debilitar al Imperio Otomano, que estaba aliado con Alemania. Las intrigas de los espías británicos (con el famoso Lawrence de Arabia a la cabeza) dieron sus frutos. Una gran oleada de nacionalismo árabe acabó con el dominio otomano en Oriente Próximo. Pero con esta política, los británicos estaban poniendo las bases de la pérdida de su precioso protectorado, ya que el nacionalimo árabe también caló profundamente en Egipto. El partido nacionalista Wafd intentó la rebelión en varias ocasiones, sin obtener ningún resultado. Al ser un protectorado, los británicos mantenían un sultán títere. Por tanto, la inevitable independencia llegó con el nombramiento del sultán Fuad I como rey de Egipto. Por supuesto, se trataba de cambiar para no cambiar nada. El nuevo rey egipcio dejó en manos de los británicos las finanzas del país, las materias primas como el algodón, y el control del Canal de Suez. Las protestas de los nacionalistas egipcios contra el encubierto dominio británico eran continuas. Aunque el nuevo régimen se "vendía" en Europa como "Monarquía Constitucional" y sancionó una constitución en 1923, en la práctica el monarca (plegado a los intereses ingleses) controlaba el poder legislativo y ejercía el ejecutivo a través de los ministros que el mismo nombraba. Era una dictadura monárquica disfrazada de democracia, al estilo de la existente hoy en día en Marruecos. La pugna entre monarquía y nacionalistas de Wafd era cada vez más intensa, con protestas en las grandes ciudades del país (El Cairo y Alejandría). 


El ascenso al poder de Faruk I en 1936, no cambió la situación. Aunque el nuevo monarca logró el control de las finanzas egipcias, dejó el Canal de Suez en manos británicas y continuó la represión contra los nacionalistas egipcios. En las elecciones solo estaban presentes los partidos monárquicos y afines al régimen.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Egipto se convierte en una pieza clave de la lucha contra los alemanes, que fueron derrotados en las puertas del país (El Alamein). El papel de los egipcios durante este periodo fue muy oscuro. Aunque oficialmente el apoyo egipcio facilitó la victoria británica, se sabe de contactos entre nacionalistas egipcios y autoridades alemanas.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el alejamiento de los británicos se hizo cada vez más palpable, agravado por el reconocimiento del Estado de Israel en 1948. Los egipcios, junto con otros países árabes, declararon la guerra al nuevo estado pero fueron derrotados.

REPÚBLICA EGIPCIA Y NASSER.

En 1952, una sublevación militar derrocó a la monarquía e instaló una república. Los participantes en esta rebelión eran militares hartos del dominio británico y muy ofendidos por el plegamiento de la monarquía a los intereses británicos. Entre todos estos militares, en seguida destacó Gamal Abder Nasser, convertido en presidente en 1953. 


Nasser es el gran héroe del Egipto contemporáneo, representante de una política de nacionalismo orgulloso para los egipcios, y uno de los grandes líderes del Mundo Árabe, quizá el único. El nuevo mandatario se ganó muy pronto la animadversión de europeos y norteamericanos. Apoyó el proceso de descolonización y la formación del Movimiento de Países No Alineados en la Conferencia de Bandung. Contó muy pronto con la simpatía de la Unión Soviética. Nasser planificó la construcción de la inmensa Presa de Asuán, para lo cual solicitó un préstamo del Banco Mundial. La presión británica provocó la negativa del préstamo. Como protesta, Nasser nacionalizó el Canal de Suez en 1956. Inmediatamente, franceses y británicos (accionistas mayoritarios del canal) atacaron Egipto con ayuda de Israel (Guerra de los Seis Días). La intervención fue un fracaso, excepto para los israelíes que ocuparon el Sinaí. Los europeos habían acabado como potencias imperialistas. Ahora el poder mundial se dirimía entre norteamericanos y soviéticos, y Egipto estaba en el medio de ambos. La popularidad de Nasser en el mundo árabe creció considerablemente después de enfrentarse a europeos e israelíes. El sistema político "nasseriano" convertió a Egipto en una dictadura populista de partido único. La popularidad del líder era incuestionable dentro y fuera de sus fronteras. Nasser se ganó el aprecio de las clases más desfavorecidas por la nacionalización de las riquezas egipcias y la amplia política social desplegada. A nivel internacional, Nasser fomentó la idea de la unión entre los países árabes. Fundó la República Árabe Unida junto con Siria y Yemen, que acabó fracasando. El partido Nasserista pasó a definirse como "socialista" y la nacionalización y planificación de la economía siguió su curso, aunque nunca se abandonó el capitalismo como sistema político. La gran obra de la presa de Asuán se finalizó en 1970, con el llenado definitivo del que sería conocido como "Lago Nasser". Ese mismo año fallecía Nasser de un ataque al corazón. El líder egipcio había demostrado que existía una vía de izquierdas en el nacionalismo árabe. Esta vía asustó a las potencias occidentales, que dedicaron las decadas siguientes a promocionar, subvencionar y sostener todo tipo de movimientos derechistas de carácter religioso para evitar esta vía. La consecuencia (el integrismo islámico) es algo que todos conocemos hoy en día. Un monstruo que fue pagado y alimentado por EEUU y Europa para evitar cualquier vía izquierdista en el Mundo Árabe que le acercara a la URSS.

DECADENCIA DEL NASSERISMO. ANWAR EL SADAT Y MUBARAK.

En 1970, Anwar el Sadat sucedió a Nasser. A pesar de pertenecer al mismo partido, carecía del carisma de su predecesor y maestro. Egipto se hallaba muy debilitado por la pérdida del Sinaí en manos de Israel. Progresivamente se alejó de la Unión Soviética y se acercó a Estados Unidos, que patrocinó los Acuerdos de Camp David con Israel en 1978. Estos acuerdos ponían el Sinaí y ambos lados del Canal de nuevo en manos egipcias. Pero a cambio, Egipto dejaba de jugar el papel de líder del mundo árabe que se había ganado con Nasser, pasando Sadat a ser considerado un traidor. Aunque fue galardonado con el premio Nobel de la Paz, Sadat murió asesinado en un desfile militar en 1980.


El sucesor de Sadat se llamaba Hosni Mubarak, y era el hombre de confianza de Sadat. Mubarak continuó el acercamiento a Estados Unidos que había iniciado su predecesor, con el apoyo a la Guerra de Irak y el mantenimiento de las relaciones con Israel. El país de las pirámides, con más de 80 millones de habitantes hacinados junto al Nilo, más de la mitad viviendo bajo el umbral de la pobreza, se conviertió en un polvorín. Los movimientos islamistas crecieron en Egipto como la espuma, sobre todo el histórico "Hermanos Musulmanes". Estos movimientos denunciaban el papel de vasallo que Egipto ejercía respecto a la política norteamericana. 


Los atentados contra intereses occidentales y el asesinato de turistas, se hicieron especialmente graves durante la década de los noventa. El sector turístico se resintió y Egipto vio desaparecer una de las entradas de dinero más importantes de su economía. Ante la amenaza integrista y la crisis por el descenso del turismo, Mubarak aumentó la represión contra los opositores a su régimen. Esta represión no sólo se dirigía contra los islamistas, también contra los partidos de corte liberal occidental o de izquierdas (comunistas). Mubarak colaboró ampliamente en la llamada "guerra contra el terrorismo", fotografiandose con George Bush en numerosas ocasiones. Washington consideraba a Mubarak un muro contra el integrismo islámico. A cambio, el dictador obtenía el apoyo de la primera potencia mundial. Mubarak ganó todas las elecciones que convocó, una tras otras, con mayorías apabullantes y candidatos opositores encarcelados.

En el año 2011, la revueltas en Túnez contra el dictador Ben Alí se contagiaron rápidamente a Egipto, jugando un papel especial las redes sociales como Facebook. El pulso del dictador contra la multitud que abarrotaba la plaza Tahrir (liberación) se saldó con miles de manifestantes heridos, algunos centenares de muertos y su exilio definitivo, una vez que fue abandonado por los militares egipcios, los que en realidad siguen ostentando el poder. La transición egipcia se torna oscura. La oposición está dividida entre los que desean una democracia occidental (principalmente la gente joven de las grandes ciudades) y los que buscan un régimen islámico ("Hermanos Musulmanes"). 


En la mente de todos, principalmente en la de occidente, está la deriva de la revolución iraní de 1978 hacia la teocracia. El permiso concedido a dos buques iraníes para cruzar el Canal de Suez, el primero en más de una década, ha hecho saltar todas las alarmas en los gobiernos occidentales. Ellos saben que quien controla el canal, controla el crudo y el poder estratégico de Oriente Medio. Por eso Egipto "no debería" estar en manos "no deseadas". Mubarak cayó como el último y patético representante de lo que fue el partido reformista del gran Nasser. Una vía izquierdista árabe que fue cercenada hace décadas y que hoy no tiene sucesor. Egipto podría derivar hacia una nueva dictadura, una "aparente democracia" dirigida por los militares, o un estado islámico que haría peligrar hasta las estatuas de los faraones.


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