viernes, 13 de enero de 2012

262.- La descolonización de África Subsahariana





La descolonización de África Subsahariana



ACNUR
Cuando estalló la guerra en Argelia en 1954, los únicos Estados africanos independientes eran Egipto, Etiopía, Liberia y Sudáfrica. Cuando la guerra terminó, en 1962, casi todas las colonias británicas, francesas y belgas habían obtenido la independencia o iban a obtenerla en los próximos años. A partir de 1965, toda África era independiente con la excepción de los territorios gobernados por Portugal y lo que entonces se conocía con el nombre del Sáhara Español. Los regímenes de las minorías blancas de Rhodesia (más tarde Zimbabue), la República de Sudáfrica y África del Sudoeste (más tarde Namibia) representaban una forma de colonización local que desaparecería con mucha más lentitud, pues Sudáfrica no logró tener un gobierno elegido por mayoría hasta 1994. Durante el proceso de descolonización se formaron decenas de nuevos Estados, y con el aumento del número de Estados miembros, comenzó a cambiar el equilibrio en el seno de las Naciones Unidas.

Aunque la independencia se alcanzó de forma pacífica en algunos países, en otros los nuevos gobiernos tuvieron que afrontar conflictos armados que expulsaron de sus hogares a muchas personas, a menudo más allá de las fronteras. También provocaron la huida de refugiados el dominio político de un grupo étnico sobre otro y la agitación que siguió a los golpes de Estado y a las tentativas de golpes de Estado que sufrieron los nuevos Estados africanos.

A principios de los años sesenta, la violencia que se desató tras la independencia del Congo, Ruanda y Burundi, en la región de los Grandes Lagos del África central provocó matanzas generalizadas y un desplazamiento masivo de la población. Durante esa misma década, miles de refugiados huyeron de Angola, Mozambique y Guinea-Bissau, administrados por Portugal, y un número más reducido salió de la República de Sudáfrica, el África del Sudoeste y Rhodesia, gobernados por regímenes controlados por minorías. El grupo más numeroso fue el integrado por quienes huyeron de los territorios portugueses a los países vecinos para escapar de las repercusiones de las luchas armadas por la independencia. Los habitantes del norte de Angola se trasladaron a la República del Congo, donde la mayoría se estableció de forma permanente. 18 Los procedentes del este y del sur de Angola huyeron a Zambia y a Botsuana. Los refugiados de Guinea-Bissau entraron en Senegal, donde se integraron con la etnia kin del sur del país. Los refugiados de Mozambique se dirigieron al sur de Tanzania y de Zambia. El pequeño número de personas que huyó de la República de Sudáfrica fueron a Botsuana, Zambia y Tanzania. Algunos marcharon más lejos y llegaron a otros Estados africanos, a Europa y a los Estados Unidos.
Dominio colonial e independencia en África
Mapa 2.1

Notas:
Las cifras indican el año de independencia de cada país cuando es posterior a 1950.
La potencia colonial indicada es la potencia que gobernaba en 1950.
Los nombres de los países y las fronteras son los existentes a 31 de diciembre de 1999.
* Namibia, antes África del Sudoeste, fue administrada por Sudáfrica entre 1920 y 1990, año en que obtuvo la independencia.
** España renunció al dominio del Sáhara Español en 1975. Desde ese año, el estatuto de lo que se suele llamar Sáhara Occidental está en litigio y ha de celebrarse todavía un referéndum sobre la cuestión auspiciado por la ONU.
Fuentes: ACNUR, Global Insight Digital Mapping, Europa Technologies Ltd, 1998; J. Scott, The World Since 1914, Heineman Educational, Oxford, 1989; The Europa World Yearbook 1999, Europa Publications, Londres, 1999.

Durante los años sesenta hubo otros numerosos movimientos de refugiados importantes derivados de conflictos armados internos. Los refugiados ewes de Ghana entraron en Togo tras la derrota de sus esfuerzos por reunir a los ewes de ambos países. En los años siguientes a la independencia, la República del Congo sufrió una prolongada guerra civil que obligó a muchas personas a huir en busca de seguridad a los nueve países vecinos, sobre todo a la República Centroafricana, Sudán, Uganda, Burundi y Tanzania. La guerra civil de Sudán provocó sucesivas oleadas de refugiados que llegaron desde el sur a Uganda, el Congo, la República Centroafricana y Etiopía. El conflicto armado que enfrentó a las fuerzas etíopes con los separatistas de la provincia de Eritrea se tradujo en la entrada de refugiados en Sudán. Tras la reafirmación armada de su separatismo religioso, los miembros de la secta Lumpa huyeron de Zambia y se convirtieron en refugiados en el Congo.

Quizá el conflicto más devastador fue la guerra de Biafra, iniciada en 1967. La guerra estalló cuando, en junio de ese año, esta región del oeste de Nigeria, de población mayoritaria ibo, se autoproclamó república independiente de Biafra. Al mes siguiente comenzó la guerra civil, cuando el gobierno federal trató de mantener la unidad de Nigeria. Dos años y medio después, las fuerzas federales se habían impuesto, pero la guerra costó la vida de al menos 600.000 personas, que en su mayoría murieron como consecuencia de la hambruna, y desarraigó de sus hogares a dos millones de personas. La hambruna de Biafra tuvo una repercusión sin precedentes en la televisión y los líderes biafreños utilizaron las dramáticas imágenes de niños escuálidos para galvanizar la acción de la comunidad internacional. El CICR, el Fondo de la Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y un pequeño número de organizaciones internacionales no gubernamentales, en su mayoría de carácter religioso, trabajaron directamente con los biafreños y establecieron un puente aéreo hasta el sitiado territorio rebelde. En su momento de máxima actividad, este puente aéreo transportó cada noche 500 toneladas de ayuda humanitaria en 40 vuelos. Es interesante señalar que la persona designada por el CICR como su «Alto Comisionado para Nigeria» durante la crisis fue Auguste Lindt, que había sido Alto Comisionado para los Refugiados entre 1957 y 1960.

Durante la guerra de Biafra, más de 50.000 nigerianos huyeron a los países vecinos. El ACNUR no intervino en la prestación de asistencia a los desplazados en el interior de Nigeria, aunque sí se la prestó a alrededor de 40.000 refugiados ibos en Guinea Ecuatorial después de que este país pidió su ayuda, en marzo de 1969. Una vez finalizada la guerra, en enero de 1970, el ACNUR asistió también en las repatriaciones de refugiados realizadas desde varios países, incluida la de más de 5.000 niños desde Gabón y Costa de Marfil.

Temas de interés: La huida de Rhodesia, el retorno a Zimbabue

Ruanda y la región de los Grandes Lagos

El desplazamiento de población que se produjo en la región de los Grandes Lagos durante los años sesenta y el papel desempeñado por el ACNUR en ese período es especialmente significativo ante la crisis que se desencadenó allí unos 30 años después (véase capítulo 10). La independencia de la colonia belga del Congo en 1960 y, dos años después, la del territorio de Ruanda-Urundi, administrado en fideicomiso por Bélgica (que más tarde se dividió en los dos Estados de Ruanda y de Burundi), fueron acompañadas de derramamientos de sangre generalizados y de una auténtica crisis internacional. En los años sesenta, al igual que en los noventa, el epicentro de la violencia política que generó movimientos de refugiados en toda la región fue Ruanda.

Al igual que Burundi, su vecino del sur, Ruanda había sido colonia alemana hasta 1918. Tras la Primera Guerra Mundial, Bélgica administró los dos países como territorios en régimen de fideicomiso, primero en nombre de la Sociedad de Naciones y después, de las Naciones Unidas. Las causas fundamentales de la violencia étnica tanto en Ruanda como en Burundi pueden hallarse en el alcance con que los actores internacionales y locales activaron, mitificaron y manipularon, para su propio provecho político, las identidades comunitarias.

Los orígenes del genocidio de aproximadamente 800.000 tutsis ruandeses de 1994 se remontan a muchos años atrás. El régimen colonial había esclerotizado y polarizado en muchas formas a las dos principales comunidades. Las autoridades belgas habían simplificado el complejo sistema local de jefes dando a los tutsis un control casi total sobre los campesinos hutus. Ya en 1930 habían introducido el uso de las tarjetas de identidad, que incluían una clasificación en función de la etnia. Además, la Iglesia católica había destruido muchas costumbres religiosas precoloniales que habían servido de vínculo entre ambos grupos étnicos. Cuando, en los años cincuenta, aumentó la presión de la ONU para que se acelerase el proceso hacia la independencia, las autoridades belgas retiraron repentinamente su apoyo a la minoría tutsi y la desplazaron a la mayoría hutu, lo que provocó motines en noviembre de 1959 y el derrocamiento de la monarquía tutsi. En enero de 1961, tras un golpe de Estado respaldado por los belgas, se proclamó lo que constituía una república hutu de hecho. Los tutsis fueron expulsados de los cargos políticos que ocupaban y, como consecuencia, se produjo el primer gran desplazamiento de alrededor de 120.000 tutsis a los países vecinos. Algunos refugiados, que habían regresado para participar en las elecciones de septiembre de 1961, fueron víctimas de las represalias generalizadas y muchos huyeron de nuevo. Sin embargo, los refugiados esperaban poder retornar en masa en julio de 1962, cuando Ruanda obtuvo la independencia y se retiraron los belgas, aunque muchos de ellos sólo veían viable el regreso si se reinstauraban la hegemonía política y la monarquía tutsis. El hecho de que no se abordasen los problemas de los refugiados ruandeses en los años sesenta contribuyó de forma sustancial a la violencia castastrófica que se desató en los años noventa.

Unos 150.000 ruandeses huyeron a países vecinos a principios del decenio de 1960, como estas personas acogidas en el centro de refugiados de Kalonge, provincia de Kivu, Congo. (ACNUR/S. WRIGHT/1961)
De hecho, la resolución 1743 (XVI) de la Asamblea General de la ONU, de 27 de febrero de 1962, en la que se preveía la independencia en unos meses, había pedido el retorno y el reasentamiento de los refugiados. Los funcionarios de la ONU trataron de presionar al gobierno en Kigali, la capital de Ruanda, para que permitiera el regreso de los refugiados, aunque con escasos resultados. Un informe de la ONU de ese período llegaba a una conclusión pesimista:

Los acontecimientos de estos últimos dieciocho meses han desembocado en la dictadura racial de una de las partes. [...] Un sistema opresor ha sido sustituido por otro. [...] Es muy posible que algún día presenciemos reacciones violentas por parte de los tutsis.21
En la vecina Burundi, un representante del ACNUR observó una «psicosis de miedo por parte de los refugiados en lo relativo a un retorno sin riesgos a Ruanda».22 Actuando a petición de los gobiernos de Bélgica y Ruanda, el Alto Comisionado puso todo el afán en ver si se podía hacer algo antes de la independencia. En junio, el Director de Operaciones, Thomas Jamieson, visitó Burundi y los países vecinos para evaluar el problema de los refugiados ruandeses. Las autoridades de Burundi accedieron a acoger a sólo 15.000 de los aproximadamente 40.000 refugiados ruandeses que había en su territorio y pidieron que el resto fuera absorbido por Tanganika, que en octubre de 1964 se convirtió en la República Unida de Tanzania, y la República del Congo. Desde el principio, el jefe de Estado, presidente Julius Nyerere, mostró un interés personal por el asunto.23 Para entonces, unos 150.000 refugiados ruandeses habían sido acogidos en los países vecinos. Además de los 40.000 que estaban en Burundi, había alrededor de 60.000 en la región de Kivu, en el este del Congo; 35.000 en Uganda y 15.000 en Tanganika.
A corto plazo, fueron los refugiados en Burundi quienes tuvieron una influencia política más señalada. Como consecuencia de la llegada de refugiados tutsis ruandeses, los tutsis de Burundi endurecieron su postura de mantener el control del sistema político; sobre todo, mantuvieron un estricto control sobre el ejército. Los refugiados ruandeses querían la reinstauración del régimen anterior en su país. Algunos elementos armados que había entre ellos, residentes en su mayoría en dos campos próximos a la frontera con Ruanda, lanzaron ataques contra territorio ruandés. Estos grupos armados, conocidos como los inyenzi (cucarachas), provocaron la radicalización del sentimiento antitutsi en Ruanda y la reafirmación de la mitología étnica hutu. Muchos tutsis que quedaban en Ruanda fueron asesinados.25 Estos incidentes aumentaron cuando los inyenzi organizaron una tentativa de invasión de Ruanda en diciembre de 1963, que fracasó al cabo de unos días. Tras esta acción, fueron asesinados al menos 10.000 tutsis y se produjo un nuevo éxodo de refugiados de esta etnia: alrededor de 7.500 se dirigieron a Uganda, y otros 10.000 a Burundi.

Burundi tampoco fue inmune a la agitación política. Tras el asesinato del primer ministro hutu Pierre Ngendandumwe, en enero de 1965, una rebelión fallida hutu desembocó en un golpe de Estado y en la abolición de la monarquía. El nuevo régimen militar de línea dura encabezado por extremistas tutsis organizó una matanza de más de 100.000 hutus en 1972 que provocó la huida de varios centenares de miles de supervivientes a Tanzania.

En respuesta a la crisis de Ruanda, el ACNUR lanzó un programa de envergadura para los refugiados ruandeses en todos los Estados centroafricanos a donde se habían dirigido. Estos programas llevaban a cabo repartos de alimentos durante al menos un período inicial, para que los refugiados tuvieran tiempo de desbrozar y cultivar las tierras puestas a su disposición y ser finalmente autosuficientes. Sin embargo, los asentamientos rurales no tuvieron éxito siempre, ya que exigían un grado de estabilidad social y política en el país de acogida que no podía darse por supuesto. Otro problema recurrente fue la explotación de los refugiados en algunos campos a manos de los líderes políticos que querían obligarlos a regresar a Ruanda. En los años sesenta, la mayoría de los refugiados ruandeses se establecieron en Tanzania, uno de los países más estables de la región. Sin embargo, en muchos otros países a los que se habían dirigido estos refugiados, el asentamiento fue mucho más difícil. Incluso Uganda, que en aquella época disfrutaba de una considerable estabilidad, se sumió en el caos interno después de que el primer ministro Obote derrocó al presidente Mutesa en 1966.
Los refugiados en las provincias de Kivu del Congo

En los años sesenta, el gobierno de Leopoldville luchó para mantener unido el país frente a las fuertes tendencias separatistas, sobre todo en la provincia de Katanga (más tarde Shaba), en el sur. También tuvo que ocuparse de un gran número de desplazados internos.27 La mayoría de los refugiados ruandeses que habían huido de su país vivía en las provincias de Kivu Septentrional y Kivu Meridional, en el este del Congo. A principios de 1962, ya había 60.000 refugiados ruandeses en la zona de Kivu, concentrados principalmente en torno a Goma, Bukavu, Nyangezi y Luvungi.28 Inicialmente bien recibidos por el gobierno provincial, en 1963 las divisiones políticas internas dentro del Congo se tradujeron en una creciente inseguridad para los refugiados. La violencia se hizo habitual y estaba dirigida cada vez más hacia los refugiados. Un funcionario del ACNUR que trabajaba en los campos de refugiados ruandeses del Congo, François Preziosi, escribió al Alto Comisionado en octubre de 1963 en términos que encontraron un escalofriante eco 30 años después:

Me he encontrado con que las autoridades de Kivu Septentrional utilizan este término [tutsi] como un ardid propagandístico. Todo lo malo en la zona está provocado por «tutsis». Esta palabra parece contener una mezcla de miedo subjetivo, odio y frustración, de un modo muy similar a lo que ocurría con el término «judío» en la Alemania de Hitler. Por tanto, cualquiera que parezca tutsi puede ser víctima de una paliza, ser asesinado o encarcelado, así como todo el que le ayude. He visto en Sake un telegrama procedente del gobierno de Kivu Septentrional dirigido al gobierno central de Leopoldville, en el que se atribuían a los tutsis todos los desórdenes y atrocidades en Kivu Septentrional.

En noviembre de 1963, el Alto Comisionado Schnyder telegrafió al primer ministro Cyrille Adoula a Leopoldville, pidiendo la intervención del gobierno central para proteger a los refugiados. A sugerencia de Ralph Bunche, consejero del Secretario General de la ONU U Thant, se creó una comisión conjunta de la ONU y del gobierno congolés para investigar la situación y tratar de reducir las tensiones políticas. Pero la rebelión encabezada por Pierre Mulele en el este de Congo añadió una nueva dimensión al problema. El gobierno provincial, con el apoyo en esta ocasión de las autoridades centrales de Leopoldville, utilizó la amenaza de los rebeldes para tratar de expulsar a los refugiados, alegando que algunos de ellos habían ayudado a los primeros.30 En agosto de 1964, cuando intentaba prestar asistencia a los refugiados que sufrían la intimidación de los insurgentes en un campo próximo a Kalonge, François Preziosi y un funcionario que trabajaba para la Organización Internacional del Trabajo (OIT) fueron asesinados brutalmente (veáse recuadro 8.3) y, como consecuencia de ello, el ACNUR y la OIT suspendieron con carácter temporal todas las operaciones en la zona de Kivu.

Casi de forma simultánea, el gobierno de Leopoldville ordenó la expulsión de todos los refugiados. Aunque el decreto nunca se aplicó de forma sistemática, fue utilizado desde entonces por las autoridades locales para acosar a los refugiados ruandeses.31 El gobierno central quería ahora que los refugiados fueran expulsados a Uganda o a Tanzania. En noviembre de 1964, los refugiados ruandeses comenzaron a realizar el difícil trayecto que separa Goma de Tanzania. Finalmente, con la asistencia del ACNUR, alrededor de 5.000 refugiados fueron trasladados en barco desde Bukavu hasta Goma, desde donde se fletaron aviones para llevarlos a Tabora, en Tanzania. Allí fueron alojados por el ACNUR en un centro de tránsito, desde donde viajaron en tren hasta Mpanda, a unas 20 horas de distancia. Desde Mpanda, fueron llevados en camiones a las montañas Mwezi, donde se establecieron. Otros refugiados, más de 10.000, huyeron por sus propios medios hasta Uganda, y 10.000 más hasta Burundi. Aunque el puente aéreo fue financiado casi exclusivamente por dos organizaciones religiosas alemanas, el ACNUR decidió prestar su asistencia a esta operación porque consideró que ya no se podía proteger a los refugiados en el Congo, al menos en Kivu.32 En 1996, el ACNUR tomó una decisión similar en la misma región.

Los refugiados que se quedaron en el Congo siguieron recibiendo la asistencia del ACNUR. Estos refugiados, de habla kinyarwanda, fueron asimilados en la comunidad de lengua kinyarwanda congolesa, aunque no se les concedió la ciudadanía de este país. Dicha comunidad era objeto de una considerable hostilidad, especialmente desde que en 1965 llegó al poder el presidente Mobutu Sese Seko, que mantenía una relación conflictiva con sus miembros. Los refugiados tuvieron dificultades para distanciarse del resto de esta comunidad y, como consecuencia de la situación, se vieron involucrados en la política local. Preziosi señaló en aquel momento:

Los refugiados no pueden permanecer neutrales. Tienen que tomar partido. Si no toman partido se granjean la enemistad de los jefes y de las poblaciones donde viven. Si toman partido, sus adversarios los acusan de meterse en política. Pueden salir perdiendo en ambos casos.33

Es inevitable preguntarse qué rumbo habrían tomado los acontecimientos posteriores si se hubiera encontrado una solución duradera para los refugiados ruandeses en los años sesenta. No cabe duda de que la inmensa mayoría de ellos quería regresar. Un estudio realizado sobre la situación en Kivu en 1964 concluyó que la abrumadora mayoría de los refugiados deseaba retornar a su país si el ACNUR les podía garantizar «a toda prueba» su bienestar en Ruanda.34 Si se hubiera llevado a cabo la repatriación en aquel momento, se habría podido alcanzar un nuevo acuerdo entre tutsis y hutus, evitándose por tanto el genocidio que se produjo 30 años después. O, cabe


Número de refugiados en la región de los Grandes Lagos, 1960-2000*
Gráfico 2.1

* Comprende Burundi, Ruanda, Tanzania, Uganda y Zaire/República Democrática del Congo.
alegar, si la comunidad internacional hubiera sido más generosa al proporcionar los fondos necesarios, podría haber funcionado el asentamiento local en un entorno políticamente estable, como Tanzania. Además, es indudable que podía haberse hecho más por encontrar soluciones regionales.
En aquel momento, sin embargo, la atención de la comunidad internacional se había desviado hacia la guerra separatista que se desarrollaba en la provincia meridional, rica en minerales, de Katanga, en el mismo Congo. Mientras las fuerzas belgas apoyaban a los separatistas, las Naciones Unidas se habían implicado a petición del gobierno congolés y habían desplegado tropas en la Operación de las Naciones Unidas para el Congo (Opération des Nations Unies pour le Congo, ONUC) desde 1960 hasta 1964, en una compleja operación de imposición de la paz que pasó por muchos problemas. Las tensiones de la Guerra Fría y la preocupación de los Estados ante otros acontecimientos —especialmente la crisis de los misiles de Cuba de 1962— también contribuyó a situar en su contexto su falta de disposición en aquellos momentos para abordar la crisis de los refugiados ruandeses de una forma más integral y exhaustiva.

http://www.acnur.org/publicaciones/SRM/cap22.htm

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