Proclama de Napoleón dirigida a su ejército
después de haber llevado a cabo la Campaña de Italia
en los años 1.796-1.797.
CUARTEL GENERAL, I DE PRADIAL
AÑO 4 DE LA REPÚBLICA UNA E INDIVISIBLE
BONAPARTE,
General en Jefe del ejército de Italia.
A sus hermanos en armas
Soldados,
Desde las alturas de los Apeninos descendisteis como un torrente que inunda y lo que se encuentra a su paso.
Piamonte, que había sido entregado a la tiranía austríaca, muestra sus naturales sentimientos de paz y amistad hacia Francia.
Milán es vuestro y la bandera republicana ondea sobre Lombardía, y los ducados de Parma y Módena deben su supervivencia política únicamente a nuestra generosidad.
El ejército que os amenazó no encontrará ninguna defensa posible frente a vuestro coraje.
Ni el Po, ni el Ticino, ni el Adda pueden deteneros un solo día, ni las bellas avenidas italianas son capaces de interrumpir vuestra marcha, y las habéis cruzado tan deprisa como los Apeninos.
Tal éxito ha llevado el consuelo a nuestra patria y sus representantes han ordenado un día de fiesta dedicado a vuestras victorias, para que sea celebrado en todas las ciudades de la República, Allí, vuestros padres, madres, esposas, hermanas y amantes pueden alegrarse con vuestro éxito y estarán orgullosos de los suyos.
Sí, soldados, habéis hecho mucho... pero ¿no queda nada por hacer? ¿Podría decirse de nosotros que aun siendo capaces de ganar no supimos aprovechar la victoria? ¿Podría la prosperidad reprocharnos haber encontrado Capua en Lombardía?... Puedo ver a algunos abandonar las armas y dejarse vencer por la fatiga, pero estos perderán la gloria, la felicidad es vuestro destino... ¡Por tanto! Partamos, tenemos todavía marchas forzadas que hacer, enemigos que vencer, laureles que ganar e insultos que vengar.
Dejemos a quienes afilaron sus cuchillos en la guerra civil, a quienes asesinaron a nuestros ministros del modo más cobarde, a quienes incendiaron nuestros barcos en Toulon; hagámosles temblar... la hora de la venganza ha llegado.
Pero no permitamos que el pueblo se sienta incómodo, porque somos amigos de todos los pueblos y muy en particular de los descendientes de Bruto, Escipión y los grandes hombres que han sido nuestro ejemplo. [Queremos] restablecer el capitolio, y colocar con honor las estatuas de los grandes héroes; [deseamos] el renacimiento del pueblo romano, aletargado por siglos de esclavitud; este debe ser el fruto de nuestras victorias, que serán el inicio de una era recordada por la posteridad; vosotros habréis tenido la gloria inmortal de haber cambiado el rostro de la parte más hermosa de Europa.
Bonaparte
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