sábado, 14 de enero de 2012

265.- La Explosión Demográfica



La Explosión Demográfica


Cuenta hasta diez... En este corto intervalo de tiempo han aparecido sobre el suelo de este planeta, veintisiete seres humanos más, 250.000 al día que compartirán con nosotros tierra, alimentos y agua. O por lo menos lo intentarán, ya que el 98% de estos niños nacen prisioneros en países del Tercer Mundo. Religión, sociedades patriarcales e intereses políticos y económicos han mantenido a lo largo de la historia posturas contrarias al descenso en las tasas de natalidad y han estrechado el cerco en torno a la mujer. ¿Por qué?

Cada vez somos más. En la actualidad hay cerca de seis mil millones de personas sobre la tierra y cada año se pueden sumar 95 millones más. La ONU calcula que en el año 2.050 habrá entre 7.700 y 11.200 millones de personas en el mundo. A pesar de ello podemos estar de enhorabuena, ya que los dramáticos cálculos de Tomas Malthus hace doscientos años que predecían una catástrofe demográfica -"La capacidad de crecimiento de la población es infinitamente mayor que la capacidad de la tierra para producir alimentos"-, de momento no se ha cumplido. No obstante, son cifras que están ahí y que sobrevuelan nuestras cabezas recordándonos que esas probabilidades están presentes.
Los hechos demuestran que dar de comer a tantas bocas está provocando un fuerte deterioro medioambiental que deja especial huella en los países del Tercer Mundo. Allí la pérdida de los bosques y especies, la contaminación de lagos, ríos y océanos, la acumulación de gases invernadero y destrucción de la capa de ozono preservadora de la vida terrestre, son consecuencias derivadas de la política llevada a cabo por aquellos gobiernos. La pobreza les ha conducido a una sobreexplotación de los recursos naturales en un intento fallido por pagar su deuda externa. Al final, los pobres han vendido o alquilado sus mejores tierras a los ricos por no poder atenderlas, y ellos se han tenido que ir a los bosques, a degradar suelos para poder alimentar a sus familias. Nos hallamos ante una espiral descendente donde la pobreza contribuye directamente a un crecimiento de población: Se necesitan hijos para trabajar en el campo, llevar dinero a casa y asegurar en cierta forma el sustento en la vejez.


El agotamiento de los acuíferos, la escasez de alimentos y la deforestación están empezando a afectar a las perspectivas económicas mundiales.

La escasez de alimentos, agotamiento de los acuíferos, de las pesquerías y la deforestación están empezando a afectar a las perspectivas económicas mundiales, pero más que por la cantidad -a juzgar por los hechos- nos atreveríamos a decir que por la distribución, por el desigual reparto que permite que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres más pobres. Sólo EE.UU. consume la mitad de los recursos no renovables del planeta y su población sólo supone el 5% de la población mundial. En 1982 en el Reino Unido, se gastaron más de 235 millones de dólares en ayudas para adelgazar, mientras que se donaron 50 millones para el Tercer Mundo. Siguiendo con las incongruencias, un porcentaje muy elevado de la población china actual es obesa debido a una sobrealimentación, y se han triplicado los casos de diabetes y cáncer debido a un consumo excesivo de grasas animales como parte de la dieta diaria.

Estos datos apoyan sin duda la afirmación que realizó en 1992 el Fondo de Población de Naciones Unidas que aseguraba que "existen suficientes recursos para acabar con la pobreza, alcanzar un desarrollo social y económico significativo para la mayor parte de la población mundial, proteger el medio ambiente y conservar al mismo tiempo las comodidades y ventajas que ha aportado la tecnología moderna". Tenemos conocimiento, recursos, medios tecnológicos, sólo resta combinarlo todo para sentar los cimientos de un desarrollo humano sostenible -satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones-. Dicho de otra forma, mantener una correcta relación con la Tierra ya que de ella se extrae casi el 90% de los alimentos que ingerimos. Aunque si analizamos los resultados de la última Cumbre del Clima vemos que nos encontramos ante una cuestión que exige compromisos esencialmente políticos que sin duda reflejen un cambio de valores y como quedó patente, muy pocos gobiernos están dispuestos a variar sus líneas de actuación.


La Iglesia Católica reniega del preservativo. Juan Pablo II se atrevió a decirlo en Africa, continente asolado por el Sida que sigue manteniendo la tasa de natalidad más alta del mundo.

No es cuestión de números. El problema como hemos visto, no radica en el número de habitantes del planeta, sino en la opción que pueda tener cada uno en función de sus creencias y sus principios a elegir lo que quiere y cómo lo quiere. "Nos preocupa que se interprete la cantidad de población como un factor principal y aislado que incide de manera única en otros aspectos fundamentales como el medio ambiente, la disponibilidad de recursos naturales, y, a la larga, en las posibilidades de lograr un desarrollo humano sostenible", afirma Eva Martínez, directora del programa Mujeres y Desarrollo de IEPALA(*). "Nos preocupa -continúa- que la cantidad de población sea vista como una limitación al reparto de riqueza cuando, en realidad, es una consecuencia de esto mismo y de la falta de acceso a la información, a educación, a políticas y a servicios adecuados y al disfrute de derechos fundamentales. Pensamos que si la población sigue incrementándose al ritmo actual, la situación se tornará insostenible. Pero nos preocupa bastante más el tipo de medidas que se puedan tomar al respecto, sin tener en cuenta las opciones personales y las situaciones individuales de las personas". La realidad constatada por distintas ong's que se encuentran trabajando en diferentes países en vías de desarrollo muestra que "las parejas del Tercer Mundo -afirma Infomundi de Medicus Mundi- no son libres para elegir cuántos hijos quieren tener, bien porque son sometidas, de manera forzosa, a diversas prácticas para controlar su fertilidad o porque, simplemente, no tienen acceso efectivo a los distintos métodos de planificación familiar existentes".


Martin Sagreda asegura que para resolver el problema de población haría falta situar la energía y la actividad sexual como algo natural y no como algo exclusivamente reproductivo. El autor está convencido de que la sexofobia es la raíz de todos los problemas y que en medio de todo ello se encuentra la mujer, la culpable históricamente desde "Adán y Eva" -condenada a ser mero depósito- y una de las claves a la hora de poner en marcha soluciones a este problema, por ello es tan perseguida por fundamentalismos y religiones puritanas. La educación y la mujer son dos aspectos básicos a la hora de hablar de control de la fecundidad. En Brasil por ejemplo, las mujeres sin estudios tienen una media de seis hijos; las que poseen educación sólo tienen una media de dos. Cuanto mayor sea el nivel de educación que tengan las mujeres, más opciones van a tener tanto laborales como a la hora de plantear sus relaciones y decidir lo que quieren o no hacer ¿El problema? Pues que generalmente no elige, sino que se encuentra involucrada en situaciones donde el contexto social y otros son los que deciden por ellas -especialmente en países en vías de desarrollo-. "Los fundamentalismos -afirma Diana Sojo- son los que están generando dificultades al desarrollo de la mujer.

Mientras tres cuartas partes de la humanidad mueren de hambre, aumentan en los países desarrollados los problemas por sobrealimentación.
Está por ejemplo el caso de Afganistán donde las mujeres fueron sacadas de los colegios y obligadas a circular con el burka que las aísla absolutamente del mundo. Hay que luchar contra los fundamentalismos -del signo que sean- que no dejan opciones a los individuos". Muchos gobiernos incentivan de mil formas a la población para llevar a cabo de manera voluntaria la esterilización: es gratuita, quienes se someten a ella tienen derecho a percibir sueldo correspondiente a una semana mientras se recuperan de la intervención, pueden incluso acceder al cobro de los gastos derivados de su viaje al lugar donde se realiza, etc. Algunas organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional, han denunciado que bajo las políticas de planificación familiar ciertas dictaduras esconden en realidad planes masivos de esterilización para acabar con la resistencia étnica de parte de la población de sus países. El analista portugués Joaquim Trigo de Negreiros pregunta "¿Cuál es la manera más eficaz de impedir que un pueblo exija su derecho a la libertad? Exterminándolo. ¿Cómo se puede exterminar a un pueblo? Combinando programas de control forzado de natalidad con transmigración en masa". Se nota que estamos tocando el punto más importante que ha estado presente en la batalla de los tiempos, de la libertad y de los derechos humanos. Este punto es donde coinciden -como quedó patente en la Conferencia de El Cairo (1994)- Vaticano, fundamentalismos musulmanes, derechas tradicionales y algún heredero de la izquierda marxista que hizo famosa aquella frase de "proporcionar hijos para la revolución". Frase que antes tuvo sus variantes en Mahoma o Platón con eso de "dar más almas a Dios", frase también acuñada por la propia Iglesia con la idea de "aumentar el número de católicos respecto a los demás". Lo resume perfectamente el cardenal Leclercq: "Casi todas las familias numerosas son católicas, y este excedente de natalidad es una brillante revancha de la verdad divina sobre las fuerzas destructoras del error" (recoge Sagreda en su libro "Sexo, población y política"). Estamos hablando de los intentos de controlar la vida desde el poder y de la oposición de estos sistemas a la planificación y la reducción de la tasa demográfica. Y también estamos hablando de los derechos de la mujer y el derecho a asumir el control de su vida.

Existen recursos y medios tecnológicos suficientes para mantener a toda la población mundial. Sólo es cuestión de repartir equitativamente.

La iglesia y los fundamentalismos. EL papa Juan Pablo II fue duramente criticado cuando en 1993 decidió viajar hasta Africa, continente que tiene la mayor tasa de natalidad y también de Sida del mundo- para exigir la no utilización de preservativo. Ese hecho fue en su día calificado por el propio Parlamento Europeo como "un auténtico genocidio, un crimen contra la humanidad". El diario Times (25-10-93) recogía en sus páginas "El que el Papa Juan Pablo II atraviese el planeta predicando contra el 'pecado' del control natal en estos días de desencadenado crecimiento poblacional, hambrunas y recursos cada vez más escasos, es algo más que inconsciencia o irresponsabilidad. Es una maldad". "No es de extrañar, afirma Sagreda, que se hayan levantado muchas voces dentro de la misma Iglesia contra esa morbosa obsesión, tan contraproducente, como vemos, respecto a los pecados del 'sexo', mientras que se pasan por alto o incluso bendicen acciones que atentan directa y masivamente contra la vida, como las guerras coloniales". Las ong's tienen mucho que decir al respecto porque se encuentran trabajando en estos países con problemas llevando a cabo una labor asistencial directa. Eva Martínez, de IEPALA, cree que "el papel de las iglesias en este proceso -especialmente la Iglesia Católica- ha sido fundamental por varios motivos. Por una parte, ha transmitido un modelo social y moral basado en los designios divinos (por decirlo de alguna manera), que ha motivado la pérdida de la potestad individual sobre la propia vida y la reproducción. Así, en muchos grupos sociales se entiende que cada pareja (o cada mujer) tiene los hijos que Dios le manda o le da, ignorando que cada persona puede decidir sobre su futuro, el número de hijos e hijas que quiere tener y cuándo quiere tenerlos.

La ONU calcula que en el año 2050 habrá entre 7700 y 11200 millones de personas en el mundo.

No deja de ser curiosa esa regresión que parece haber sufrido la mujer en la historia -fenómeno muy estudiado y motivo de mucha literatura-, donde pasó de ser casi un símbolo en muchas civilizaciones donde era respetada y valorada; al papel actual de opresión y esclavitud impuesto en la mayoría de las religiones y creencias.

Población, total de habitantes de un área específica (ciudad, país o continente) en un determinado momento. La disciplina que estudia la población se conoce como demografía y analiza el tamaño, composición y distribución de la población, sus patrones de cambio a lo largo de los años en función de nacimientos, defunciones y migración, y los determinantes y consecuencias de estos cambios. El estudio de la población proporciona una información de interés para las tareas de planificación (especialmente administrativas) en sectores como sanidad, educación, vivienda, seguridad social, empleo y conservación del medio ambiente. Estos estudios también nos dan los datos necesarios para formular políticas gubernamentales de población, para modificar tendencias demográficas, y para conseguir objetivos económicos y sociales.

Demografía

Área interdisciplinaria que abarca disciplinas como matemáticas, estadística, biología, medicina, sociología, economía, historia, geografía y antropología. La demografía tiene una historia relativamente corta. Nació con la publicación en 1798 del Ensayo sobre el principio de la población, del economista británico Thomas Robert Malthus. En su obra, Malthus advertía de la tendencia constante al crecimiento de la población humana por encima de la producción de alimentos, e indicó las diferentes formas en que podría ralentizarse este crecimiento. Diferenciaba entre frenos positivos (guerra, hambre y enfermedad) y frenos preventivos (abstinencia y anticoncepción).
El uso cada vez más generalizado de los registros parroquiales y civiles con datos relativos a natalidad y mortalidad, y de los censos (a partir del siglo XIX) con referencias al tamaño y composición de la población ha permitido el desarrollo de la demografía. El avance de las ciencias del comportamiento, de la estadística y la informática en el siglo XX, también han estimulado la investigación demográfica y de las subáreas de esta disciplina: demografía matemática, económica y social. Las Naciones Unidas tienen un centro de formación demográfica para América Latina, situado en Santiago de Chile.

Datos y medidas demográficos

Los gobiernos modernos y las organizaciones internacionales están muy interesados en la determinación exacta de su población y del resto del mundo. Para poder describir la población actual y predecir la del futuro con exactitud razonable se requieren datos fiables.

Métodos de investigación

Las principales fuentes de datos demográficos son los censos nacionales, el registro civil y, a partir de la década de 1960, los muestreos a nivel nacional. Estas fuentes proporcionan el material de base para investigar las causas y las consecuencias de los cambios de población. La fuente más habitual es el censo de población, que contabiliza en un cierto momento todas las personas de un área dada, con sus datos personales y características sociales y económicas específicas. Un registro civil es la contabilización continua, por parte de las administraciones locales, de los nacimientos, fallecimientos, migraciones, matrimonios y divorcios. Su fiabilidad depende de lo veraces que sean los ciudadanos al proporcionar los datos. En el muestreo se utiliza una selección estadística representativa de la población total.

En España, los datos de población general se recogen en las oficinas del censo, y se encuentran en el Instituto Nacional de Estadística. Algunas Comunidades Autónomas elaboran registros de población, donde se recogen los datos actualizados cada cinco años, y en todos los municipios suele disponerse del archivo del Registro Civil, aunque no siempre está completo. En la mayoría de los países de América Latina se utilizan procedimientos de registro similares.

Los datos sobre la población mundial son publicados de forma sistemática por la Oficina de Estadística de las Naciones Unidas en su Demographic Yearbook (Libro anual de Demografía), por la División Demográfica de las Naciones Unidas en sus estudios y estimaciones bianuales sobre la población mundial, y por el Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo.

Indices de población

La variación en el tamaño de la población viene determinada por el número de nacimientos, fallecimientos, inmigrantes y emigrantes habidos a lo largo de un periodo de tiempo dado. Estos factores de cambio se expresan como porcentajes de la población total para calcular por comparación el índice de natalidad, de mortalidad, de migración y de crecimiento de la población; los índices de natalidad y mortalidad se suelen expresar como tantos por mil (‰) anual. Estos índices dependen en exceso de la edad media de la población, lo que puede crear importantes distorsiones. Así, por ejemplo, una población con elevado nivel de vida que incluya un gran número de personas mayores, puede tener un índice de mortalidad similar al de una población pobre compuesta en su mayor parte por miembros jóvenes. Por esta razón los demógrafos suelen utilizar índices que no dependen de la distribución por edades. Dos índices de este tipo son el índice total de fertilidad y la esperanza de vida en el momento de nacer.
El índice total de fertilidad es el número de hijos que una mujer podría tener durante su vida fértil si se cumplieran los índices vigentes de fertilidad cada año. Los países de fertilidad alta pueden alcanzar índices de natalidad de 40-50‰ (por año), e índices de fertilidad total de 5-7 hijos por mujer. Los países de fertilidad baja presentan índices de natalidad del 15-20‰, e índices de fertilidad total de 2 hijos por mujer. La fertilidad a "nivel de reemplazo" (nivel en que cada persona tiene de media un solo hijo en la siguiente generación) corresponde a un índice de fertilidad total de 2,1 hijos en condiciones de baja mortalidad.

La esperanza de vida al nacimiento es la vida media de una población en la que los riesgos de mortalidad en ese momento a cada edad se mantuviesen de forma indefinida. Las poblaciones preindustriales se caracterizaban por grandes fluctuaciones en la mortalidad. Sin embargo, a largo plazo, los índices medios de mortalidad podrían haber sido del 30-40‰ y las esperanzas de vida media de 25-35 años. En las condiciones actuales de sanidad, resulta normal un índice de mortalidad inferior al 10‰ y una esperanza de vida superior a 70 años.

Un índice importante de mortalidad es el de mortalidad infantil, la probabilidad de fallecimiento durante el primer año de vida; suele calcularse como el número de fallecimientos por cada 1.000 nacimientos. Muchos países poco desarrollados presentan índices de mortalidad infantil superiores al 100‰, es decir, más del 10% de los niños mueren durante su primer año. Los países con eficaces sistemas de sanidad y de educación tienen índices de mortalidad infantil del 15‰ o incluso inferiores.

Crecimiento y distribución de la población mundial

Según las estimaciones de las Naciones Unidas, autoridad de reconocido prestigio en el cálculo de niveles y tendencias de población, la población mundial alcanzó los 5.300 millones en 1990 y aumenta cada año en más de 90 millones de personas. El índice de crecimiento (1,7% anual) se encuentra por debajo del máximo de 2% anual alcanzado en 1970. Sin embargo, no se espera que el incremento anual absoluto comience a decrecer hasta después del año 2000.

Crecimiento pasado y presente

Las estimaciones de la población mundial antes de 1900 se basaban en datos parciales, pero los investigadores coinciden en que, en general, el crecimiento medio de la población se acercó al 0,02‰ anual. El crecimiento no era constante y variaba en función del clima, producción de alimentos, enfermedades y guerras.

A partir del siglo XVII, los grandes avances del conocimiento científico, la agricultura, la industria, la medicina y la organización social hicieron posible que la población creciera de forma considerable. Las maquinarias fueron sustituyendo poco a poco la mano de obra humana y animal, aumentando lentamente el conocimiento y los medios para controlar las enfermedades. La población mundial se quintuplicó en 300 años (pasando de 500 millones en 1650 a 2.500 millones en 1950) y el crecimiento fue más espectacular en las regiones donde se inventaron y aplicaron nuevas tecnologías.

Hacia 1950 se inicia una nueva fase en el crecimiento de población. Se logra controlar el hambre y las enfermedades incluso en zonas que no habían alcanzado todavía un alto nivel de escolarización o que no estaban tecnológicamente desarrolladas. Las causas de este cambio fueron el bajo coste de importación de vacunas, antibióticos, insecticidas y variedades de semillas de alto rendimiento. Al mejorar la red de abastecimiento de agua, las instalaciones de alcantarillado y las redes de transporte, aumentaron las cosechas y disminuyó mucho el número de fallecimientos por enfermedades infecciosas y parasitarias. En la mayor parte de los países desarrollados, la esperanza de vida al nacimiento pasó de 35-40 años en 1950 a 61 años en 1990. La rápida disminución de fallecimientos en una población con altos índices de fertilidad hizo que muchos países en vías de desarrollo alcanzaran un índice de crecimiento anual superior al 3,1%, índice que duplicaría la población en veintitrés años.

Distribución regional

En 1990 había una población de 1.200 millones de personas en los países desarrollados y de 4.100 millones en los países menos desarrollados del mundo. Más de la mitad de la población mundial habita en el este y en el sur de Asia, destacando China con más de 1.200 millones de habitantes e India con 880 millones. Europa y los países de la antigua URSS representaban el 15%, América el 14% y África el 12% de la población mundial.
Los diferentes índices de crecimiento regional alteran sin cesar estos porcentajes. La población de África se duplicará para el 2025, mientras que la población del Sureste asiático permanece casi constante y la de Latinoamérica crece a un ritmo fuerte aunque desigual; y las demás regiones, incluida Asia oriental, disminuyen de forma considerable. Para el 2025 se estima que el porcentaje relativo a los países desarrollados actuales (23% en 1990) descenderá al 17%. El 90% de los nacimientos actuales tiene lugar en los países menos desarrollados.

Concentración urbana

A medida que un país pasa de una economía agrícola a una economía industrial, se produce una migración en gran escala de los residente rurales hacia las ciudades. En este proceso, el índice de crecimiento de las áreas urbanas duplica el índice de crecimiento global de la población. En 1950, el 29% de la población mundial vivía en áreas urbanas, en 1990 esta cifra era del 43% y para el año 2000 se estima que aumentará a más del 50 por ciento.

Esa migración a las ciudades conlleva una importante disminución del número de personas que vive en el campo, y en consecuencia índices de crecimiento negativos en las áreas rurales. En los países menos desarrollados, el rápido crecimiento de la población mundial ha diferido este fenómeno aplazándolo hasta las primeras décadas del siglo XXI. La previsión para América Latina es que en el año 2020 más de 300 millones de niños vivan en las ciudades.

Estimaciones de población

La mayor parte de los padres potenciales de las próximas dos décadas ya han nacido. Esto permite realizar estimaciones de población para este periodo con fiabilidad razonable, salvo imprevistos. Por otro lado, a lo largo de dos décadas, el grado de incertidumbre, tanto de los índices demográficos como de otras características de la sociedad, crece a un ritmo vertiginoso, haciendo que cualquier estimación resulte sólo especulativa.

Las estimaciones de las Naciones Unidas publicadas en 1990 indican que la población mundial pasará de 5.300 millones de personas en 1990 a 6.200 millones en el año 2000 y a 8.500 millones en el 2025. Las estimaciones máxima y mínima para el año 2025 son de 9.100 millones y 7.900 millones respectivamente. El índice medio de natalidad mundial, que en 1990 era del 26‰, se reducirá al 22‰ para finales del siglo, y al 17‰ en el año 2025 (con la correspondiente reducción del índice total de fertilidad de 3,3 en 1990 a 2,3 en el 2025). El mayor porcentaje de población con edades de alta mortalidad hará que el índice de mortalidad media mundial se reduzca sólo un poco, pasando del 9‰ en 1990 al 8‰ en el 2025. La esperanza de vida media mundial, sin embargo, pasará de 65 años en 1990 a 73 años en el 2025.
Seguirán existiendo amplias variaciones en el crecimiento de la población. En el mundo desarrollado, el crecimiento de la población seguirá siendo muy lento y en algunos países incluso disminuirá. Se estima que la población de Europa occidental decrecerá a partir del año 2000. En 1996 en las ciudades de Madrid y Londres había más habitantes de 65 años que menores de 15. En España el índice de fecundidad es de 1,4 hijos por mujer, siendo uno de los países, junto con Italia, con menor natalidad del mundo. En el caso estadounidense, las previsiones hablan de un crecimiento hasta el año 2050, debido a la inmigración. A partir de este momento el índice de crecimiento será prácticamente nulo. En cambio, para el año 2000, América Latina tendrá la mayor tasa media anual de crecimiento del mundo.

Las Naciones Unidas estiman que los países menos desarrollados tendrán unos índices de crecimiento de población en continuo descenso. Para el conjunto de países menos desarrollados, el índice de crecimiento, que en el 1990 era del 2% anual, en el 2025 se reducirá a la mitad. África seguirá siendo la zona con el índice de crecimiento más alto (en 1990 este índice era del 3,1% y para el 2025 se estima que se reducirá al 2,2%). La población africana se triplicará pasando de 682 millones de personas en 1990 a 1.580 millones de personas en el 2025 y se estima que seguirá creciendo hasta duplicar su volumen de población en otros 35 años.

Políticas de población

Las políticas gubernamentales de población pretenden alcanzar objetivos de desarrollo y bienestar aplicando medidas que, directa o indirectamente, inciden sobre procesos demográficos como la fertilidad y la migración. Como ejemplos cabe citar el establecimiento de la edad mínima reglamentaria para contraer matrimonio, los programas de divulgación de uso de anticonceptivos y los controles de migración. Cuando estas políticas se adoptan por razones distintas a las demográficas reciben el nombre de políticas implícitas.

Políticas de población en los países desarrollados

Los países europeos no tuvieron políticas de población hasta el siglo XX. Se concedían ayudas a las familias numerosas en países tan dispares como Gran Bretaña, Suecia, España y la Unión Soviética. Los fascistas italianos en la década de 1920 y los nacionalsocialistas alemanes en la década de 1930 incluyeron el crecimiento de la población como parte importante de sus doctrinas.

Japón, con una economía comparable a la de los países europeos, fue el primer país desarrollado en la era moderna que inició un programa de control de natalidad. En 1948 el gobierno japonés instituyó una política que incluía la anticoncepción y el aborto para limitar el tamaño de las familias.

Las políticas europeas a favor de la natalidad no tuvieron mucho éxito en la década de 1930 y sus ligeras variantes de las dos últimas décadas (en Francia, España y en muchos países europeos del este) no parece que hayan logrado detener la continua y preocupante disminución de la natalidad. El control gubernamental de la migración parece que resulta más eficaz. La migración a corto plazo por demanda de trabajo ha sido una práctica común en Europa occidental y ha dado a los diferentes países la flexibilidad para reducir la migración durante las recesiones económicas.

Políticas de población en América Latina

Desde su independencia, los países hispanoamericanos se plantearon los problemas de población derivados del mestizaje y la existencia de amplias zonas de escasa presencia humana. "Gobernar es poblar", fue una consigna generalizada, mientras se planteaban programas de atracción de colonos, preferentemente europeos, que no siempre llegaban con facilidad.

El vertiginoso crecimiento de los índices de natalidad, las tradiciones y prejuicios religiosos y familiares, las costumbres de fuerte arraigo, contrarias a la contracepción, han obligado a todos los gobiernos a desarrollar campañas de información y educación, a promover el control de la natalidad y los programas de planificación familiar.

Políticas de población en el Tercer Mundo

En 1952 la India fue el primero de los países en vías de desarrollo que adoptó una política oficial para ralentizar el crecimiento de su población. El objetivo era facilitar el desarrollo social y económico reduciendo la carga de una población joven y en constante crecimiento. Estudios para investigar los conocimientos, actitudes y prácticas sobre anticonceptivos de la población pusieron de relieve que un alto porcentaje de parejas no deseaban tener más hijos, aunque algunos ya practicaban una anticoncepción eficaz. Los programas de planificación familiar fueron considerados como una forma de satisfacer el deseo de un amplio sector de la población de limitar y controlar la natalidad.

La reducción del índice de crecimiento en Asia puede atribuirse sobre todo a las estrictas políticas de control de la población en China. A pesar de su inmensa población, China ha reducido con éxito los índices de natalidad y mortalidad. Recientemente, el gobierno está apoyando una política de familias con un solo hijo con el fin de reducir el índice actual de crecimiento anual del país del 14‰ al 0‰ en el año 2000.



En 1979, más del 90% de la población de los países en vías de desarrollo vivía bajo gobiernos que, al menos en principio, permitían el acceso a anticonceptivos por razones de sanidad y garantizaba el derecho a elegir el número de hijos y controlar los intervalos entre nacimientos. Estudios recientes muestran que en muchos países se están reduciendo los índices de natalidad y de crecimiento de la población nacional, en parte gracias a los programas de planificación familiar propiciados por los gobiernos. Los demógrafos utilizan las tasas de nacimiento y defunción para determinar el crecimiento de la población y evaluar la salud general de las poblaciones que estudian. Generalmente, estos porcentajes señalan el número de nacimientos y defunciones por cada 1.000 habitantes en un año dado, como muestra el cuadro (abajo).

Proyecciones de población

A la hora de analizar las tendencias de la población mundial, con frecuencia los economistas distinguen entre naciones desarrolladas y naciones en vías de desarrollo. Generalmente, las naciones consideradas menos desarrolladas o en vías de desarrollo tienen un nivel de vida inferior a las naciones desarrolladas. Una gran parte de la población de estos países vive bajo los límites de la subsistencia y los recursos médicos son limitados. Como demuestra el gráfico (abajo) el crecimiento de la población en los países menos desarrollados ostenta una tasa mucho más alta que la de las naciones desarrolladas.

[TRABAJO REALIZADO POR: ANTONIO MIGUEL DUGARTE]



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