jueves, 17 de mayo de 2012

398.- PAKISTÁN: Entre el agua y la guerra


PAKISTÁN
Entre el agua y la guerra.

2000 muertos, cuatro millones de personas sin techo, más de seis que necesitan urgentemente comida y medicinas, más de veinte sin medios de supervivencia. Lo sucedido con las torrenciales lluvias de Pakistán es ya la mayor catástrofe humanitaria de la década. Las ONGs afirman que hay un gravísimo peligro de enfermedades infecciosas ya que, paradójicamente, están inundados por un agua que no pueden beber. 


Malaria, cólera, dengue y fiebre tifoidea pueden campar a sus anchas si no llega la ayuda de urgencia. La ONU, la Cruz Roja y la Media Luna Roja han realizado un llamamiento desesperado para recaudar fondos para los damnificados. La UE ya ha enviado setenta millones de euros, de los que España ha aportado seis. Volver a poner en pie todas las casas y recuperar la agricultura en un área del tamaño de Italia, va a resultar una tarea ardua. El gobierno pakistaní posee unas fuertes reservas de alimento, pero no puede acceder a sus propias provincias, por la destrucción total de carreteras, puentes y vías férreas. La ONU ha vuelto ha recordar que las donaciones internacionales son insuficientes. Algunos analistas ven en esto la mala fama que Pakistán acarrea a nivel internacional. No es lo mismo ayudar a un país pobre como Haití, que a un estado que posee bombas atómicas, provincias llenas de talibanes y una política de endémica corrupción.

La Pakistán de hoy, mantiene un precario equilibrio entre tres fuegos. El primero de ellos es el integrismo islámico. El 97 % de los pakistaníes son musulmanes sunnitas(175 millones) pero existen minorías hindúes y cristianas. Una minoría de los musulmanes, principalmente en las provincias del noroeste cercanas a Afganistán, practican un integrismo religioso muy severo. Los talibanes nacieron en las escuelas coránicas de Pakistán, dentro de la etnia pastún, predominante en Afganistán y en las provincias pakistaníes vecinas. La invasión de Afganistán y la ocupación internacional ha convertido al vecino pakistaní en el principal aliado para las operaciones, pero ha generado una fuerte controversia dentro de su población y el ascenso de los integristas. El segundo frente abierto para el gobierno de Islamabad se llama India. Ambos países de independizaron separadamente del Reino Unido en 1947, a pesar de haber formado una única colonia. La religión fue la causa de esta fractura, que tanto disgustó a Gandhi. La larga historia de desencuentros entre ambos países es conocida por todos. La región de Cachemira, de mayoría musulmana, quedó en manos de la India. Han tenido tres guerras y el conflicto sigue sin solucionar. 


El gobierno indio ve a Pakistán detrás de todos los mortíferos atentados que sufren las ciudades indias en los últimos años. Ambos son potencias atómicas. El tercer frente abierto, es la relación con EEUU. Para los norteamericanos, Pakistán es un aliado imprescindible para proseguir la guerra en Afganistán. Sin embargo, este conflicto es muy impopular en el país. A cambio de esta ayuda, EEUU y los países occidentales han hecho la vista gorda ante la corrupción, la falta de democracia y la violación de los derechos humanos. El país ha vivido la mayor parte de su historia bajo la dictadura y la ley marcial. Hasta 1970 no hubo unas elecciones legislativas limpias, y sus resultados provocaron el movimiento separatista de Bangla Desh y su proclamación de independencia (con la inestimable ayuda de la India). El Partido Popular de Pakistán (PPP) ha protagonizado la vida democrática pakistaní. La dinastía Bhutto, primero Zulfika Alí y más tarde su hija Benazir, gobernó varias veces el país durante las décadas de 1970 y 1980. Su posición de no alineamiento internacional no gustaba nada en Washington. Ambos fueron derrocados por sendos golpes de estado y murieron asesinados. Los generales Sharif y Musharraf dirigieron largas dictaduras que realizaban equilibrismos entre el integrismo islámico y el aliado americano. Hoy en día, el partido de Musharraf (Liga Musulmana) sigue en el poder, en medio de una esperada "transición" a la democracia anegada bajo la lluvia.


Por último, también hay que destacar que esta catástrofe no es solo producto de las lluvias monzónicas. El orígen de este desastre está más al norte, en el Himalaya. Las organizaciónes ecologistas llevan avisando durante décadas de la tala abusiva de los bosques del Himalaya. En Nepal, el 90% de la población utiliza la madera como combustible, a lo que se suma la llegada de miles de extrajeros para practicar turismo de montaña. En los últimos veinte años, se han talado el 40% de los bosques de Nepal. La deforestación impide que los árboles absorban el excedente de agua y retengan el terreno con sus raíces. Por tanto, las lluvias torrenciales caen sobre los valles arrastrando lodo y destruyendo todo a su paso. Tragedías como esta se repiten cíclicamente en Pakistán, India y Bangla Desh, y ningún gobierno parece preocuparse por la deforestación.
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