sábado, 9 de junio de 2012

477.- Barrick Gold El tesoro Oculto de Bush Padre




Barrick Gold El tesoro Oculto de Bush Padre

Por RAMY WURGAFT.


ARMADOS con explosivos y gigantescas máquinas trituradoras, el ex presidente de EEUU y sus socios extraerán toneladas de oro, plata y cobre en Los Andes chilenos. El único obstáculo, los ecologistas que advierten del desastre medioambiental que se avecina

Nadie conoce mejor que Porfirio el escenario de la catástrofe que se avecina. A los 12 años arriaba el ganado por los desfiladeros que serpentean entre las cumbres nevadas y los vertiginosos precipicios de Los Andes. Mapas no había y la brújula tampoco hubiera funcionado en esos pasos donde la concentración de minerales hace girar la aguja alocadamente. «Los glaciares Esperanza y Toro me orientaban hacia el valle de Huasco, donde mi madre me estaba esperando con un humeante plato de carbonada (sopa de patatas con médula de res)», cuenta nuestro guía. 


Eran otros tiempos. Las grandes aves han abandonado sus nidos, ahuyentadas por unos hombres ataviados con uniformes amarillos y la divisa de la firma Barrick Gold estampada en el casco. Y un bulldozer de la misma compañía rompe la quietud con su incesante traqueteo. Los hombres de amarillo, ayudados por la maquinaria, se proponen penetrar la montaña nevada para extraer de sus entrañas la inmensa riqueza que reposa bajo los hielos. Para ello, tres glaciares serán desplazados dos kilómetros más allá de su sitio original. Una empresa titánica que reportará a sus promotores, entre ellos George Bush padre, una inmensa fortuna en metales preciosos.

Todo empezó a finales de los años 90, cuando un jinete que cabalga tan bien como Porfirio, pero que lo hace con fines recreativos, le echó el ojo a las estribaciones por donde nuestro amigo arreaba la tropilla de vacas. El ex presidente de EEUU George Bush, progenitor del actual inquilino de la Casa Blanca, observó en las imágenes que regularmente le envía la estación satélites de ICESAT, unas grandes manchas de tonalidades ocre, celeste y amarilla, indicadoras de la presencia de oro, plata y cobre. Bush padre obtuvo su fortuna de las explotaciones petrolíferas, pero también integraba hasta hace poco el directorio de la transnacional que extrae minerales preciosos de todos los continentes. Los conquistadores españoles se equivocaron al pensar que Eldorado se halla en medio de la Amazonía, habrá pensado el político tejano al observar el contorno de las isotérmicas en la pantalla de su ordenador. Aquellos brazos de hielo que tanto impresionaron al naturalista polaco Ignacio Domeyko, quien retrató vívidamente aquellas cumbres andinas en su libro El Reino del Cóndor y del Silencio, han retrocedido 50 metros en la última década a causa del efecto invernadero.

En abril de este año, los glaciólogos registraron un retroceso adicional de 10 metros, que no se puede adjudicar a las alteraciones del clima. «La vibración que provoca el ir y venir de los camiones ha abierto fisuras hasta en los glaciares que se encuentran a 20 kilómetros del sistema que nos concierne», dice Pablo Zegers, un experto de la Universidad de Chile. «El polvillo que levantan los vehículos opaca la superficie de los hielos, que se calientan al absorber la radiación solar. Si el proceso continúa, dentro de poco estos hielos habrán pasado a la historia», advierte.Y los trabajos que realiza la Barrick para explotar el mayor yacimiento minero del hemisferio occidental, aún se encuentran en su fase preliminar.

BOTIN ENTRE ROCAS


El legendario tesoro se encuentra bajo las gigantescas formaciones rocosas que se elevan entre el Alto del Carmen en las alturas montañosas del desierto de Atacama (Chile), y los recuestos orientales de la misma cordillera comprendidos en la provincia argentina de San Juan. Lástima, habrá dicho Bush para si, que Adnán Kasshoggi se hubiera retirado del negocio sin llegar a compartir la exaltación de aquel hallazgo. Todas las fuentes consultadas por CRONICA -excepto los portavoces de la empresa- afirman que fue el traficante de armas saudí quien en 1985 proporcionó a Peter Munk, actual director ejecutivo, los capitales para la fundación de Barrick Gold LTD.

Pero no era el momento de ponerse nostálgicos. Con Kasshoggi o sin él había que hacerse con aquellas riquezas. Como en tantos lances anteriores, la suerte jugó a favor de Bush & Munck. 

En agosto del 2001, el presidente argentino Carlos Menem y su homólogo chileno, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, suscribieron el Tratado de Integración y Complementación Minera con el objetivo de fomentar la minería de alta montaña. Pero como ninguna empresa chilena o argentina poseía el capital necesario, la Barrick se ocupó de todo.


En octubre de 2001 la Barrick expuso el proyecto, denominado Pascua-Lama, por su cercanía a dos pequeños yacimientos del mismo nombre, al escrutinio de la Corporación Nacional del Medio Ambiente (CONAMA) de Chile y de una representación del gobierno argentino.El yacimiento, según las primeras evaluaciones, contenía cerca de 400.000 kilos de oro, más de 12 millones de kilos de plata y 150.000.000 de cobre distribuidos en una superficie de 2.800 kilómetros cuadrados. Los residuos tóxicos fluirían a un embalse especialmente diseñado para evitar la contaminación de los cursos fluviales y de las aguas subterráneas. A fin de poner un sello filantrópico al proyecto, la compañía se comprometió a crear un fondo de 60 millones de dólares para el desarrollo del valle del Huasco, que desciende como una cinta de fresco verdor desde las cimas andinas hasta la ciudad de San Félix, en pleno desierto.La decisión de CONAMA de aplazar su veredicto no alteró los planes de la Barrick que de cualquier forma había resuelto ponerlos en barbecho, a la espera de que se registrara un alza en la cotización del oro en los mercados.

Los rastreadores de Munk y Bush aprovecharon el intervalo para seguir merodeando por las crestas andinas, lo que resultó sumamente provechoso. Se comprobó que las primeras prospecciones no habían contemplado las reservas de Penélope, una mina adyacente a PascuaLama que la compañía Consolidada Andina dejó a medió explotar por falta de recursos. Aquel filón sumado a los recursos ya conocidos elevaba el botín a 476.000 kilos de oro y y a algo más de 17 millones de kilos de plata, esparcidos en un área de 3.041 kilómetros cuadrados.

Los contratistas de la tercera empresa productora de oro en el mundo calcularon que para aprovechar aquellas cornucopias habría que instalar en territorio chileno, dónde se concentra el 75% del mineral, dos máquinas trituradoras de 30 toneladas; un gigantesco polvorín de explosivos; un vertedero para depositar los estériles (residuos de roca y suelo) del tamaño de dos estadios de fútbol y varias piscinas de relave para separar los minerales de la escoria. En el lado argentino se habilitaría un campamento para albergar a 4.000 trabajadores y un pequeño aeropuerto para uso administrativo.


El ascenso hacia los ventisqueros Toro 1, Toro 2 y Esperanza es una experiencia que deja al viajero sin aliento. El oxígeno disminuye en un 42% y, aún en un día sin sol, la temperatura oscila entre los menos 10 y los 15 grados. Porfirio fue el único integrante de nuestra expedición que no sufrió el mal de las alturas: se movía, conversaba y engullía la merienda como si estuviera en una planicie al lado del mar. Hace 20 años dejó el oficio de arriero para servir de guía a montañeros y expediciones científicas. Su fama de baqueano llegó a los oídos de los administradores de la Barrick quienes le contrataron, a mediados del 2003, para llevar un equipo de geólogos hasta la boca o penitente de los citados glaciares. La misión de los expertos parecía inspirada en las excentricidades de los villanos en las películas de James Bond: esbozar un plan para desprender de las morrenas un volumen de 300.000 metros cúbicos de hielo y adherirlo a la masa del Guanaco, otro glaciar que se encuentra a dos kilómetros.

Rodrigo Rivas, gerente de comunicaciones de Barrick en Chile, niega que la intervención quirúrgica se haya omitido en el segundo informe que la Barrick presentó a la CONAMA.


Manuel Claude, director ejecutivo de la organización Oceana, sostiene que al término de la reunión que aprobó el Estudio de Impacto Ambiental (EIA), los abogados de Barrick comentaron jocosamente que «le habían marcado un gol» a la comisión que entonces presidía Adriana Hoffman. La señora Hoffman es una mujer honesta y una reconocida defensora del patrimonio natural, pero no estaba capacitada para medirse con los zorros de la Barrick. ¡Si hasta desconocía la ubicación de los gemelos Toro 1 y Toro 2 así como del Esperanza! El ecologista Claude acusa a Jeff Schmock, el experto contratado por Barrick para realizar el EIA, de haber mentido al declarar que la reubicación de los glaciares ya había sido probada con éxito en otras latitudes. «El Centro de Investigación Científica de Valdivia (Chile) expresó serias dudas pero no impuso su autoridad con la necesaria contundencia. La determinación de los unos y la timidez de los otros abrió camino a un desastre ecológico de imprevisibles consecuencias», concluye el jefe de Oceana.


Otros entendidos dijeron a CRONICA que las autoridades chilenas del medioambiente no tuvieron en cuenta que el agua de los ríos Estrecho y Chollay, tributarios del río Huasco, provienen de los glaciares. «En invierno los ventisqueros acumulan nieve y en verano la licúan, en un proceso natural que asegura la fertilidad del único valle atacameño que no ha sido afectado por la minería», indica Cedomir Marangunic, glaciólogo de la Universidad Estatal de Ohio. Y agrega: «El acoplamiento de cuatro glaciares en uno no es igual que trasvasar hielo de una cubetera a un vaso. El exceso de carga añadida va a deformar y a provocar fragmentaciones en la cabecera del glaciar Guanaco. Lo más probable es que en unos años todo este ecosistema, único en el mundo, desaparezca, sacrificado en aras de los intereses de una empresa extranjera».

Porfirio nos despidió en la puerta de su casa, lamentando que no tuviéramos tiempo de probar la carbonada que había preparado su esposa. «No sé para qué la gente discute tanto si el asunto ya está zanjado. La próxima vez que subamos al cerro no habrá hielo ni para refrescar una lata de gaseosa», sentencia el viejo arriero.

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