miércoles, 28 de diciembre de 2011

126.- Correspondencia entre HENRY MILLER y BRENDA VENUS




Correspondencia entre HENRY MILLER 
y BRENDA VENUS


“Querida Brenda: las cartas de amor de Henry Miller a Brenda Venus”.
189 páginas. Primera edición de Seix Barral de 1986.

“Cuando la joven actriz entró en su vida –escribe Lawrence Durres en el prólogo del libro- Henry Miller volvió a ser el joven y rebelde amante de sus primeros libros. Miller acababa de salir de una desgraciada experiencia matrimonial con la deliciosa pianista japonesa Hoki y su auto confianza estaba tan maltrecha como su salud. Cualquiera que lea esta colección de cartas creerá estar leyendo la obra exuberante de un adolescente enamorado”

Venus conoció a Henry Miller al encontrar -por casualidad, dentro de un libro que consiguió en una puja- una carta privada del escritor a una mujer. Así que Venus le mandó una carta devolviéndosela, pero añadiendo unas cuantas fotografías de actriz. Unos días más tarde, Henry Miller le envió la primera de las 1.500 cartas de las que le escribió en vida.

Henry Miller tenía problemas de salud:

-Naturalmente –le escribe Henry Miller- que estaré encantando de recibirte, siempre me gusta ver a una mujer hermosa. Paso mucho tiempo en la cama a causa de mis piernas (artritis y esclerosis). Por lo tanto tendré que recibirte en pijama y en bata. He de advertirte que estoy ciego de un ojo pero como se mueve al mismo tiempo que el otro, no se nota.


Sin embargo, en su correspondencia, se muestra, como un amante liberal y sin par:


Te llamé anoche hacia las diez y media pero no contestaste ¿Estabas fuera o en la cama con otro amante? ¿Has contestado alguna vez mientras estabas haciendo el amor o te has puesto el teléfono entre las piernas? (…) Recibir una montaña de cartas de una belleza como tú me pone un poco caliente (…) Lo importante no es cuándo empiezas a joder sino cómo lo haces. Con el corazón y el alma o sólo con el coño (…) Dios, si pareces violable. Perdona que te lo diga así pero no puedo evitarlo. Parece como si estuvieses lista para ser forzada (…) Me siento culpable por hacerte insinuaciones. A decir verdad estoy profundamente enamorado de una mujer. Es un amor eterno y lo digo en serio. Pero soy un hombre y siempre estoy enamorado de una o de dos o de tres o de cuatro (…) Si los periodistas se enteraran de lo nuestro me ridiculizarían hasta la muerte.



Me gustaría poder escribirte en ruso, en azteca, en armenio y en iraní. Porque eres ilimitada. Eres lo que los griegos llaman `nada en moderación`. Eres Mona, Anaïs, Lisa, tout le monde, todas combinadas. Fuego, aire, tierra, océano, cielo y estrellas.

Toda esta pasión, a pesar de que en la puerta de su casa, Henry Miller hizo pegar un cartel donde se leía este párrafo de MENG TSE:

“Cuando un hombre ha llegado a la ancianidad y ha cumplido su misión, tiene derecho a afrontar en paz la idea de la muerte. No tienen necesidad de otros hombres, los conoce y ya ha visto de ellos lo suficiente. Lo que precisa es paz. No es decoroso pretender algo de él, atosigarle con charlas intrascendentes y hacerle sufrir por banalidades. Habría que pasar ante la puerta de su casa como si nadie viviera allí.”


Además de las cartas de Henry Miller, Brenda Venus narra acontecimientos tales como la primera vez que acude a su casa:

Una tarde sonó el teléfono y era Henry Miller que llamaba para acordar la hora en que yo pasaría a buscarle para cenar, esa misma noche. Elegí un traje verde esmeralda pensando que el color le gustaría.

Fui a su casa, me abrió una empleada y me mostró el dormitorio de Henry. Me acerqué hasta allí y lo encontré dormitando. Permanecí en el umbral hasta que abrió los ojos. Dijo “¿Eres tú, Brenda? ¡Por un momento creí que eras una aparición!

Me acerqué y sonreí. En cierto modo tuve la sensación de haberle conocido toda la vida”

O deliciosos episodios que nos hacen ver el espíritu alocado y soñador de Henry Miller a los 84 años de edad:

-Antes de que pudiera darme cuenta –narra Venus- Henry me hizo limpiar un cortaplumas con alcohol. Yo lo hice primero, cortándome en la muñeca (todavía conservo una pequeña cicratiz ahí.) Henry cogió la navaja y se pasó un poco con su corte. Nos la arreglamos para intercambiar sangre y votos de amor eterno.

A pesar de que Henry y Venus jamás llegaron a mantener relaciones sexuales (posiblemente porque Henry era ya impotente) el escritor conquistó el corazón de la joven actriz:

-Me has enseñado tanto… me has ayudado a entender la Vida –le escribe Venus en una carta fechada el 22 de enero de 1980- Estás tan próximo a la perfección como una rosa. Tú ánimo, tu espíritu, tu fortaleza son asombrosas. Siempre tengo necesidad de ti. De ti como hombre. El ser más especial del mundo (…) Gracias a ti vivo el momento, el ahora. No me preocupa el mañana pues sé que pronto estará aquí.


Especialmente enternecedor, el gesto que tiene la joven actriz con Henry Miller:

-En la familia de mi madre –cuenta Venus- teníamos un regalo especial. Al primogénito de cada generación se le entregaba el tesoro familiar, un rubí hexagonal que se le pone en la frente al nacer, con objeto de conferir al niño poderes especiales. Yo había sido la afortunada receptora de mi familia y estaba destinado a mi primer hijo. Pero decidí romper la tradición y se lo regalé a Henry Miller. Mi madre estuvo sin hablarme 6 meses.

La última carta que Henry Miller le escribe es esta:

29 de septiembre, 1980

Y ahora un hombre de 87 años, locamente enamorado de una mujer joven que me escribe las más extraordinarias cartas, que me ama a morir, que me mantiene vivo y enamorado (un perfecto amor por vez primera) que me escribe tan profundas y emocionantes reflexiones que me siento feliz y confuso como sólo un adolescente podría estarlo. Pero, por encima de todo, agradecido y afortunado ¿Merezco realmente tan hermosos elogios como tú me dedicas? Haces que me pregunte quién soy exactamente, si me conozco en realidad y qué soy. Me tienes sobrenadando en el misterio. Por lo cual aún te amo más. Caigo de rodillas y rezo por ti, te bendigo con la poca santidad que hay en mí. Viaja feliz, mi queridísima Brenda y no lamentes nunca este romance a mitad de tu joven vida. Los dos hemos sido bendecidos. No somos de este mundo. Somos las estrellas y el universo de más allá.

Larga vida a Brenda Venus ¡Dios le conceda dicha, plenitud y amor eterno!




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