Vicente Ferrer investido como Doctor Honoris Causa
por la Universidad Politécnica de Valencia.
6 de octubre de 2000
Discurso de Vicente Ferrer
Casi, casi, no sé qué decir... pero... voy a dirigirme uno a uno. Aunque esta formalidad de referirse a todas las personas que presiden, es un poco larga, me parece muy agradable. Es como si quisiera yo felicitarles a ellos al pronunciar sus nombres uno detrás de otro, aunque para vosotros, público, igual no es tan espiritual.
Pues empezamos por el Muy Honorable señor Presidente de la Generalitat Valenciana, D. Eduardo Zaplana, al que debemos mucho; al Excelentísimo señor Ministro del Interior, que al pronunciarlo me he emocionado; al Excelentísimo y Magnífico señor Rector de la UPV, tan amable, cuando lo he saludado esta mañana, para mí ya un amigo de mucho tiempo; a la Molt Excelentísima señora Presidenta de las Cortes Valencianas. Esto de las Cortes Valencianas siempre me recuerda muchísimo a la historia de España, con las Cortes de diferentes regiones; a la Excelentísima señora Delegada del Gobierno...
Es muy agradable estar relacionado con estas personas ¿verdad? El honorable señor Conseller de Cultura, Educación y Ciencia, que habrá estudiado mucho; Excelentísimo y Magnífico señor Rector de la Universidad Cardenal Herrera-CEU... también... recuerdo que di una conferencia en el CEU; Excelentísimo señor presidente del Consejo Social de la UPV...
Habrá de tener mucha relación con ellos... porque una de las ventajas de ser doctor es que nos da cierta autoridad moral y nos permite ponernos en contacto con gente como la que hay sentada en esta mesa. Nosotros estamos tratando siempre de estas materias, de las cosas sociales. El Ilustrísimo señor Defensor de la Comunidad Universitaria. Nosotros somos los defensores de los pobres en aquellas tierras; Ilustrísima señora Secretaria General de la UPV, que lo ha hecho tan bien. Desde el principio daba gusto oírla.
Es agradable esto de penetrar un poco más en el interior de las personas, porque aunque tienen una personalidad oficial, también son personas como nosotros, y nos sentimos muy unidos cuando estamos juntos. Aquí está, por último, el señor D. José Monzó, yo también le hubiera puesto Excelentísimo señor, porque se ha portado muy bien con nosotros siempre y estuvo en la India como me parece que él ya os ha dicho.
Bien, claro está que ayer no pude dormir, porque no he estado nunca ante este paisaje tan hermoso de colores. Se parece un poco a la India.
Grandes cosas les tengo que decir, aunque no las diga ahora, pero son grandes cosas para dialogarlas con ustedes alguna vez. O sea que, estos grandes secretos que tengo yo, que os podría decir, aunque no ahora ni por el tiempo ni la oportunidad, están ahí.
Y claro, ahora os quedareis siendo vosotros los que no podréis dormir porque pensareis ¿qué secretos son estos que no nos han dicho?, ¿verdad?
Ayer dimos una pequeña entrevista a los medios de la Universidad. También les dije al final, que tengo el secreto de la solución de la pobreza. Pues díganoslo, díganoslo... No, no lo puedo decir ahora porque es un poco largo de explicar... ¿y qué amabilidad?... fantástico... En general, la universidad, los que estudian, siempre avanzan. Se abren al mundo. Contemplan el horizonte casi como los topos ¿Saben lo que son topos? Son aquellos que se esconden debajo de la tierra y no ven el sol. Así nos pasa un poco a nosotros, porque llega un momento en que habiendo emprendido la tarea de transformar la sociedad en humanidad, tenemos que centrarnos especialmente en la pobreza.
El otro día firmé un libro y se me ocurrió escribir estas palabras: "Dios está allí, otros estamos aquí y los pobres están en medio" y todo ha de pasar por los pobres para que pueda ser aprobados por Dios y por los otros, por los que no son pobres.
Queremos solucionar los problemas y creo que, en estos momentos, si me permitís dejar mi humildad fuera,--- ahora mismo ya no estoy siendo humilde---, digo que el proyecto que nosotros llevamos es quizás único en el mundo. Y es tan sencillo... Y lo hemos ido descubriendo con una vida maravillosa que hemos ido realizando a través de los años.
Os voy a citar un ejemplo. Y en este ejemplo, si lo conserváis en la memoria, está la llave para encontrar el secreto del que os he hablado. Es casi una competición detectivesca, ir a encontrar la clave de la solución de la pobreza. Pues bien, nos hemos dado cuenta de una cosa en la India, donde estamos luchando continuamente, y con todas nuestras fuerzas y utilizando los recursos y fuerzas que recibimos de España. Hay personas que son pobres temporalmente. No lo son todos los días porque hay días en los que tienen trabajo y pueden comer; pero si en febrero o marzo ha habido una sequía muy grande, hay gente que se queda sin trabajo y no hay nadie que le ayude. En ese momento es pobre, no antes. Y les cuesta un poco salir adelante. Pero les cuesta sólo en esa temporada en que se han quedado sin trabajo y que quizá en la familia hay enfermos y no hay nadie que les ayude. Es entonces cuando tenemos que ayudarle.
Llegado el tiempo de la escolaridad, no puede enviar a los chicos a la escuela... No hay nadie que le ayude y por lo tanto es en aquel momento pobre.
Por lo menos en la India, no podemos pensar en él como una continuidad desesperante, que está llorando todo el año, no. Sólo llora tres veces al año, que es cuando necesita ayuda y no la tiene. O sea que resulta crucial saber que el momento en que necesita no ser pobre, es cuando nosotros hemos de intervenir No intervenimos todo el año, sino, solamente, escogiendo aquellos momentos en que los campesinos necesitan ayuda pero no tienen quien se la dé. Tenemos pues una visión del pobre muy diferente a la común y la estrategia ante el desarrollo se hace mucho más fácil.
Ahora estamos trabajando en 1.500 pueblos, pues ya está medido que hay tres o cuatro momentos en que son pobres de verdad, no son pobres los que por lo menos pueden comer porque ya no hablamos del reino del bienestar donde hay un nivel de vida floreciente, no. El nivel de vida aquel es un nivel como evangélico. Cuando menos tienes, más civilizado eres, decían en la India. ¿Vosotros sabéis los pueblos que hemos de visitar?. Por lo menos hay 500 kilómetros de Norte a Sur y hemos de visitar pueblo tras pueblo. Somos muy conocidos, la gente tiene una confianza enorme en nosotros. Tenemos mucho trabajo pero hemos encontrado la solución. Yo, con toda la libertad, os he entregado todo este territorio, encargado por la Providencia, a vosotros, para que salvemos a los pobres...
Yo me he tomado la libertad de decirle a Dios que la responsabilidad de resolver la pobreza de toda esta región la entrego a la humanidad de toda esta parte de Valencia. O sea que la humanidad valenciana va a salir en ayuda de la humanidad de la India, de la región en donde estamos y trabajamos. No me refiero a toda la India. Si fuera posible también lo podríamos hacer. Pero, he dicho a Dios: Bueno... Yo pongo la responsabilidad en la humanidad valenciana porque toda la humanidad tiene que ayudarse, de forma que la humanidad de los que tienen debe encargarse de la humanidad de los que no tienen. Pero hay que tomar responsabilidades, porque si no todo el mundo hace lo que quiere. Hay que seguir como en el protocolo. Hay que seguir pasos ordenados. Estoy seguro de que la providencia pondrá en nuestras manos la idea de que nosotros somos la humanidad escogida para salvar la otra humanidad herida.
Bueno, yo soy cada vez más valenciano, por lo que ahora ya puedo pediros que ayudéis a la humanidad de la India.
Pero para no abrumaros, ¿sabéis que es lo que nos ha dado fuerza siempre a través de todos estos años? Con tantas aventuras, altos y bajos, incertidumbres... Pues algunas verdades muy simples, que me da vergüenza decir, francamente. Da la casualidad de que yo creo en Dios... bueno... ¿qué le voy a hacer?... no tengo más remedio. Pero además estoy convencido, no solamente por otras razones particulares que tengo, sino también por el pensamiento y por la razón; la razón también puede llegar a esta convicción. La otra convicción que se sigue naturalmente de la primera es la de que Dios no puede ser malo. Imaginaos, no estaríamos aquí sentados si fuera malo. Es bueno, es muy bueno, le damos el título a Dios de que es bueno. Cuando se tiene esta convicción es fácil reconocer que todo se le debe a Él. Por lo menos yo se lo debo todo a Él.
La segunda verdad que a mí me ha mantenido siempre es que el ser humano está hecho de una materia especial, y esta constitución nuestra, dentro de nosotros, es la que nos dirige sin hablar. Es como si toda la maquinaria del reloj está actuando para que encienda la luz. Nuestra maquinaria interna espiritual está hecha de tal manera que nos va acompañando siempre, durante toa la vida diciéndonos qué hemos de hacer. Y la primera cosa que dice es que has de amar a los otros seres humanos. Si no amas a los otros seres humanos no estás dentro de la Humanidad. Bueno... es igual, pues si no amas a los seres humanos puedes amar otras cosas. Pero vamos, no te preocupes que Dios está por encima de todo y ya no te castigará. Tiene paciencia para esperar que tú vayas adelante.
Estas cosas son las que a mí siempre me han dado fuerza porque en el año 1968 hubo un momento de la vida en la India en que era imposible salir adelante. Es curioso que yo nunca me di cuenta de esto, porque no esperaba ni éxito ni fracaso, no esperaba nada. Yo solamente vivía estos grandes ideales de amor a los otros, de la compasión... y no pensaba nada más. Estaba ciego de no ver, por no marcharme, no cerrar la puerta. ¿Por qué no? Y es que en aquellos momentos yo era corto de cábalas y no podía entender los signos de entonces.
Si nos trasladamos ahora al 2000, ¿qué ha pasado aquí? ¿Sabéis que en los teatros, de repente te cambian todos los escenarios? Y unas veces estás en París, otras estás en América... Pues cambia todo el escenario y nos encontramos con una abundancia de bendiciones, una organización, con toda mi humildad, que está entre las mejores de esta tierra. Todo esto es porque la India misma es un gran laboratorio, en donde la universidad podría enviar sus huestes para ver cómo pueden ayudarnos para que avancemos. Son problemas técnicos, como ese de descubrir que el pobre sólo es pobre cuando necesita ayuda particular en un momento tal Para nosotros ese fue un descubrimiento casi casi como el de Einstein porque ha cambiado muchas cosas.. Al final, para ser práctico, esta Fundación, tan buena y agradable, es lo que nosotros necesitamos para que vosotros podáis ayudarnos. Allí tenemos ingenieros, médicos, agrónomos, tenemos todo, pero a un nivel bastante a ras de tierra, y claro... Necesitamos personas que hayan estudiado de verdad. Todos vosotros sois un tesoro, un depósito del saber. Os tendría que coger a todos y llevaros conmigo.
Pues bien, será esta unión entre los dos, como este donde estamos, Valencia, y aquél en el que trabamos nosotros, la India, la que al final mejore la humanidad de los dos.
Pues bien, muy agradecido a mis padrinos que se han portado muy bien y me han dejado muy bien delante de vosotros, porque estoy seguro que os lo creéis todo, y es tanta abundancia de amabilidad, de caridad, de cariño. Sobre todo, porque yo nunca hubiera esperado ser doctor de una universidad. Esto es muy grande. Y quiero daros las gracias pues habéis tenido la paciencia de esperar a que yo hablara y no os marchasteis antes. Y este lazo de caridad y amor que une a todos los seres humanos entre sí, es una misteriosa relación que nos convierte a todos en humanidad. Es un lazo misterioso entre unos y otros que nosotros todos cumplimos el 50% o el 60%, pero aunque sea poco, es mucho.
Queda la humanidad constituida y declaramos con vuestra aquiescencia que Valencia va a ser esta parte de la humanidad que va a intervenir donde nosotros trabajamos y donde muchos de vosotros contribuiréis a este progreso.
Muchas gracias.
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Palabras del Rector
PARANINFO UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE VALENCIA
6 de octubre de 2000
Es sabido se puede adquirir la categoría de ser humano cuando se es capaz de reconocer en un semejante a un ser humano. Y, a su vez, únicamente es posible reconocer a un ser humano si se es capaz de participar con él, de comprender con él, su propio dolor. Si esto no ocurre, si este transcompromiso no se produce, el semejante reconocido será para el reconocedor otra cosa, será un semejante, será un paisano, será un emigrante, un número en un mapa, un habitante de un Estado, un habitante del Estado, otra cosa, pero este semejante no será, para el reconocedor, un ser humano. Y, a su vez, este reconocedor tampoco lo será. Será otra cosa, será otro semejante, será un excluyente, un soberbio fundamental o un fundamental soberbio, una persona muy reunida... Otra cosa.
Si por el contrario, uno extrae, dolor, de ese otro semejante y lo hace propio, adquiere la categoría de ser humano. Es el caso, por ejemplo, de Vicente Ferrer.
Dos precisiones. Una: el dolor siempre es infinito, el dolor de ser huérfano de toda esperanza, de ver morir de hambre a un niño, o el dolor de contemplar indefenso las consecuencias de la ambición o de la estupidez humana, son ejemplos de dolores infinitos.
Otra precisión, el dolor no es como la energía que es constante, que ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. El dolor infinito, no se altera porque se le sume o se le reste otro infinito dolor. Participar, pues, del dolor de un ser humano, genera más que el que había, pues no le quita a éste el que tiene. Es esta la grandeza del proceso.
Vicente Ferrer ha incorporado a su vida esa capacidad de reconocer a los seres humanos, a muchos millones de seres humanos con déficit de esperanza o superávit de dolor. Y después de reconocerlo ha dedicado todas sus energías a ayudarles a resolver sus problemas. De ahí su incuestionable mérito.
Es oportuno que hoy, esta Universidad, le confiera su más alto honor, en una Sociedad global, más virtual que virtuosa, más preocupada por clonar mil hombres con la misma cara que por darle sentido y opciones de vivir a las mil caras del hombre. Una Sociedad que puede caer fácilmente en el riesgo de dedicar más recursos al alumbramiento masculino que a darles luz a millones de niños, a los que se les ciega la oportunidad de poder vivir. Una Sociedad que se vuelve histérica y destruye millones de kilos de proteínas por razones de manipulación genética o de síndrome de vacas locas, teniendo enfrente a otra Sociedad que no pierde la serenidad cuando no puede acceder para su alimento a las tasas mínimas necesarias de vitaminas.
Pan y luz. Son palabras que hoy pueden, con legitimidad, ser aplicadas a Vicente Ferrer y a su obra. Hoy, esta Universidad dedicará, donará a la Fundación de Vicente Ferrer, el coste de la luz(o sea, la energía) que hoy consumamos y el coste del pan (o sea, la restauración diversa) que el acto de inauguración lleva consigo. Además, como doctor de nuestro Claustro de doctores podrá usar nuestros brazos y nuestros conocimientos y nuestra voluntad para ayudarle a resolver los problemas a los que se enfrenta. Y si VICENTE nos permite, en vez de poner el nombre a una calle de esta Universidad, como es práctica habitual con nuestros Doctores Honoris Causa, denominaremos con su nombre el Centro de Cooperación al Desarrollo que hemos creado recientemente en esta Universidad. Palabra de Universidad Politécnica de Valencia, Doctor por causa de honor Vicente Ferrer.
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