jueves, 17 de mayo de 2012

394.- PAULINA BONAPARTE: El placer de vivir





PAULINA BONAPARTE: El placer de vivir

Decir de un hombre o una mujer que fue "muy avanzado para su tiempo", es un tópico muy utilizado para realzar personajes de muy diversa índole. Pero a veces, resulta que es verdad.
Paoletta Buonaparte Ramolino, hermana pequeña del gran emperador francés, nació en Ajaccio (Córcega) en 1780. Fue educada de manera muy adelantada por su madre, que consideraba que la educación de niños y niñas debía ser semejante. A la edad de trece años se trasladó con su familia a Francia, que vivía un intenso proceso revolucionario. El general Napoleón Bonaparte, ascendía en méritos y popularidad por sus campañas en Italia y Egipto. En 1799, Napoleón dio un golpe de estado ("Golpe de Brumario") que acabó con el Directorio y le convirtió en cónsul. En 1804, cuando Paulina tenía 24 años, su hermano se proclamó Emperador de los Franceses. Toda la familia del nuevo monarca, salida de la nada, obtuvo notables ventajas de su poder y talento. Los hermanos alcanzaron el título de reyes. Se dice que Paulina, su hermana pequeña, era la preferida de Napoleón. El emperador la definió como "la mujer más hermosa de su época", pero también se quejaba de su vida relajada y sus numerosos gastos ("todo el dinero que le envió lo acaba regalando al primero que pasa"). Paulina tuvo una agitadísima vida amorosa. Tuvo multitud de amantes, sin importar su apellido o posición social. Le gustaban los hombres robustos y musculosos, y no dudaba en conseguir a sus amantes entre los soldados más bajos del ejército, lo que escandalizaba a la alta sociedad de su época. No entendían que para Paulina, aquello no era más que un entretenimiento donde escogía al que más le gustaba. El problema es que ese comportamiento era habitual en hombres poderosos, pero no en mujeres. Disfrutó de su vida y su sexualidad como le vino en gana, como corresponde a toda una revolucionaria ( en este y otros sentidos). Según los testimonios de la época, la joven era muy consciente de su belleza, que encandilaba a los hombres. Por ello no dudó en utilizar sus encantos para llevarse a la cama a quien le vino en gana. Muchos de sus amantes fueron personajes importantes del entorno de Napoleón, lo que no gustaba mucho al emperador. Sus andanzas amorosas y sexuales escandalizaron a la sociedad francesa, italiana y a su propia familia. Napoleón, para evitar las habladurías, la obligó a casarse con uno de sus mejores generales, Charles Victor Emmanuel Leclerc. De este matrimonio nació su único hijo, bautizado como Dernida Louis Napoleon, y que murió con solo dos años. A lo largo de su corto matrimonio, Paulina tuvo numerosos amantes, y parece ser que su marido estaba al tanto. 


Leclerc fue el encargado de viajar a Haití para acabar con el estado independiente fundado por el ex-esclavo Toissan Louverture. Y además, según el mandato del emperador, su mujer debía acompañarle. En realidad, Napoleón trataba de alejar a su hermana de la corte parisina para que sus escándalos no le salpicaran. La joven se negó y Napoleón la embarcó a la fuerza. En el Caribe, Leclerc contrajo la fiebre amarilla y Paulina le cuidó con esmero hasta que murió en 1802. Su comportamiento frente a la enfermedad, dejó sorprendidos a todos los que la conocían, que no acababan de creerse que Paulina cuidara de los enfermos con tanta dedicación. Trajo personalmente el cadáver de su marido a París, donde las exequias fueron de una enorme solemnidad. Pero el luto duró poco y Paulina volvió a ser la reina de la fiesta parisina y continuó coleccionando amantes. Por influencia del emperador, se acordó un nuevo matrimonio con el príncipe romano Camilo Borguese en 1804. Camilo era un noble de alta cuna, cuya familia era una de las más poderosas de Italia, con varios antepasados que habían sido Papas. Además era el hombre más rico de Italia. Su colección de arte tenía fama mundial. A través de su nuevo marido, la joven corsa entró en el mundo de los cenáculos artísticos, donde tuvo también numerosos amantes. Pero a la larga, la ciudad de los papas le resultó bastante aburrida en comparación con París. Durante este periodo, posó desnuda para el escultor italiano Antonio Canova, que la representó como "Venus Victoriosa". Esta estatua causó un enorme escándalo en la sociedad romana, algo que a Paulina le divertía enormemente.A la joven nunca le gustó su aristocrático marido, al que consideraba aburrido y además padecía impotencia. Es decir, que no podía proporcionarle lo que ella más disfrutaba. En sus cartas a Napoleón, definía al príncipe Borguese como un "eunuco". Vivió de fiesta en fiesta, entre Roma y Florencia. Su hermano la nombró Duquesa de Guastalla. Este título, que la convertía en soberana de diez kilómetros cuadrados, ofendió enormemente a Paulina, ya que sus hermanos se habían convertido en monarcas de España, Holanda y Nápoles, sólo por el hecho de ser hombres. Como venganza, vendió Guastalla al duque de Parma. Cuando Napoleón se enteró de la venta, casi le da un síncope. Con el dinero, Paulina reunió la colección de joyas y trajes más grande de Europa. El emperador llegó a definirla como "Nuestra Señora de los Perifollos", pero en el fondo le consentía todo. A pesar de las buenas relaciones entre los hermanos, Paulina no dudó en criticar al emperador por el repudio de su primera mujer Josefina de Behaurnais (de la que era muy amiga) para casarse con la princesa María Luisa de Austria. Tras la primera derrota de Napoleón y su exilio en la isla de Elba, fue el único miembro de su familia que le visitó. Tras la derrota definitiva en 1815 y su exilio a la isla de Santa Elena, Paulina fue de los pocos miembros de la familia napoleónica que no tuvo que salir huyendo. Permaneció protegida por su matrimonio y el poderoso apellido Borguese, a pesar de que su marido la aborrecía. En 1825 murió de cáncer de útero, a la edad de 44 años, en el magnífico palacio que la familia Borguese poseía en Florencia. Dicen que murió con su mejor vestido y llena de joyas. Pidió ser enterrada en el mausoleo de la familia Borguese, en la gran Basílica de San Juán de Letrán, rodeada de tumbas papales. Esta última voluntad parece casi una broma para acabar de escandalizar a los romanos. Pero el caso es que allí siguen descansando sus restos. "Que le quiten lo bailado"

http://geahistoria.blogspot.com.es/


No hay comentarios:

Publicar un comentario