jueves, 17 de mayo de 2012

395.- TEOCRACIA SANGRIENTA




República Islámica de Irán:
TEOCRACIA SANGRIENTA


En 1978, la monarquía iraní del Sha (Emperador) Reza Pahlevi se tambaleaba. Esta dinastía, que presumía de ser la más antigua del mundo en el trono, tenía al país sumido en la miseria. Aunque Irán había iniciado bajo su reinado un proceso de industrialización y modernización, seguía siendo un país con más de la mitad de la población en la pobreza. La tutela de Estados Unidos sobre el régimen era total, determinando su política exterior e interior. Sin embargo, para las mujeres fue una época de libertad, ya que vestían a la occidental (si así lo deseaban) y podían estudiar en las universidades. El Sha intentó consolidar una clase media burguesa y una industria, pero las desigualdades sociales pudieron con el régimen. 





En enero de 1978 comenzaron las manifestaciones masivas contra la monarquía. En la oposición se agrupaban una amalgama de movimientos muy diferentes, desde integristas islámicos a liberales de corte occidental que buscaban una democracia. El sector islamista estaba acaudillado por el Ayatolá Ruhollah Jomeini, muy popular entre la población porque había sido encarcelado por el Sha. Su popularidad acabó arrinconando a los sectores democráticos. En enero de 1979, ante el empeoramiento de la situación, el Sha se exilió del país. El ayatolá Jomeini proclamó la "República Islámica de Irán". Empezó entonces un largo calvario para todos aquellos que soñaban un Irán democrático sin el emperador. Los partidos socialista y comunista fueron ilegalizados. Los liberales que buscaban una democracia de corte occidental fueron perseguidos, encarcelados y exiliados. Los iraníes habían pasado de golpe de una monarquía absoluta a una dictadura teocrática. Las niñas fueron obligadas a acudir al colegio con chador, prenda que cubría todo su cuerpo excepto la cara. La ocupación de la embajada norteamericana en 1979 y la guerra Irak-Irán (1980-1988), contribuyeron al aislamiento internacional del régimen, considerado como integrista y poco fiable.
La República Islámica de Irán inspira sus leyes en los "preceptos de Dios" segun dicta su Constitución. El jefe de estado es escogido por una "asamblea de expertos" compuesta por religiosos. Si se considera que no cumple sus funciones, puede ser cesado y sustituído por una "asamblea de religiosos". Todos aquellos partidos que no observen de manera estricta las ideas del islamimo chiita son directamente prohibidos. Por tanto no existe ninguna posibilidad de libertad de elección política. El "Consejo de Guardianes", formado por seis teólogos chiitas, es el auténtico poder en la sombra. Puede destituir al jefe del Estado y al presidente del gobierno si no cumplen las "normas establecidas". Pueden vetar a cualquier candidato a las elecciones. Las leyes aprobadas en el Parlamento necesitan de su visto bueno para ser promulgadas. Por tanto, la República Islámica de Irán es una pseudo-democracia que esconde una teocracía casi medieval. Tras la muerte del Ayatolá Jomeini, su sucesor (Alí Jamenei) inició un proceso de reformas que endureció aún más la teocracia iraní.




Las mujeres iraníes fueron las que más notaron el cambio de régimen. Tras la caída del Sha, las mujeres iniciaron un largo camino de retroceso en todos sus derechos. Existe una estricta normativa sobre vestimenta, que obliga a las mujeres a ocultarse de pies a cabeza. El uso del chador es obligatorio para todas las mujeres y necesitan permiso de sus maridos para trabajar, viajar o participar en actividades políticas. Aunque algunas mujeres han logrado mantenerse en la justicia la universidad y la política, la mayor parte de ellas han sufrido un enorme retroceso en su presencia social y política. En el año 2003 la iraní Shirin Ebadi consiguió el Premio Nobel de la Paz por su lucha por los derechos de las mujeres. Esta antigua juez, había sido degradada a posición de abogada por el régimen, que no admite mujeres jueces.




El control social se ejerce a través de los "Guardianes de la Revolución", jóvenes integristas religiosos que apoyan el régimen y vigilan las calles. Pueden agredir y golpear a las mujeres si no llevan la vestimenta adecuada. Cualquier acción de los Guardianes de la Revolución, se realiza con total impunidad. Son el equivalente de las SS en versión islámica.
A partir de los años 90, las fuerzas más progresistas e innovadoras de Irán, llevaron al poder al moderado Alí Jatami. Irán es un país predominantemente joven (de sus casi 70 millones de habitantes, la mitad tiene menos de 25 años). Esta población joven, sobre todo la urbana y las mujeres, buscan reformas que acerquen Irán a la libertad política que se respira en Occidente. Jatamí se convirtió en la gran esperanza, y fue escogido presidente entre 1997 y 2005. Jatamí intentó realizar reformas que flexibilizaran el férreo control teocrático sobre la política iraní. Por ello cayó en desgracia. El Consejo de Guardianes vetó la mayor parte de sus reformas. En el año 2005 Mahmud Ahmadineyad, representante del sector religioso más radical y ex-alcalde de Teherán, ganó las elecciones a la presidencia, y eliminó todas las reformas. Ahmadineyad se ha mostrado como la cara visible del núcleo duro del régimen. Ha impulsado la investigación atómica, provocando la condena internacional, y ha endurecido todas las normas religiosas imperantes. Es muy amigo de la polémica. Durante una visita a Estados Unidos, negó la existencia de homosexuales en Irán (grupo que es condenado a muerte sin miramientos). También se atrevió a convocar en Teherán una conferencia internacional sobre el Holocausto Judío, a la que fueron invitados todos los negacionistas del mundo. Su reelección en junio de 2009 estuvo rodeada de todo tipo de polémicas, por las enormes irregularidades detectadas por los observadores internacionales. La "suciedad" de su reelección dio lugar a manifestaciones multitudinarias, que se saldaron con cientos de muertos y miles de detenidos y torturados.




La política de provocación constante de Ahmadineyad, va acompañada de una violación continuada de los derechos humanos. Amnistía Internacional y Human Rights Watch no tienen páginas suficientes para mostrar en sus informes las violaciones de los derechos humanos en Irán. Consideran la situación catastrófica, con una total indiferencia ante los derechos civiles, los derechos de los trabajadores y la libertad de expresión. Existe un elevado número de ejecuciones (ahorcamientos, lapidaciones) y actos de tortura, además de una fuerte persecución contra las minorías étnicas y religiosas. En el año 2005, fueron ejecutados públicamente dos adolescentes, acusados de mantener relaciones homosexuales. La homosexualidad está penada con la pena de muerte. En Irán las mujeres pueden ser condenadas a muerte por delitos como el adulterio o la negativa al matrimonio pactado por la familia. En el año 2009 saltó a los medios internacionales el escándalo por la condena a la muerte por lapidación de Sakineh Muhammadi Ashtiani, acusada de adulterio. Ante la repugnancia mostrada a nivel internacional, los jueces iraníes añadieron el cargo de cómplice en asesinato, elemento que no figuraba en el primer juicio. La comunidad internacional sigue manifestándose para evitar esta muerte. Según el cógido penal iraní, la vida de una mujer vale la mitad que la vida de un hombre. En un juicio, el testimonio de un hombre equivale al de dos mujeres. En caso de herencia, la mujer recibe la mitad que un hombre.




Algún sector minoritario de la izquierda internacional ha realizado un fallida campaña de apoyo a Irán, mostrándole como el "adalid de la libertad" por su enfrentamiento con Estados Unidos. Esta actitud de una parte de la izquierda, resulta ingenua y bastante cruel. Las erróneas políticas exteriores de Estados Unidos, núnca deberían justificar la existencia de un régimen que no es más que una teocracia medieval sangrienta. Irán no tiene nada de progresismo. Es un régimen político que se acerca más al fascismo.

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