miércoles, 12 de noviembre de 2014

830.- El PP acosa a Mariano Rajoy


El PP acosa a Mariano Rajoy



Por Aníbal Malvar    12 nov 2014

Con esto de la consulta catalana, a Mariano Rajoy, que no quería tener circo, le están creciendo los gigantes. Primero fue la diputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo, que largó un tuit diciendo que permitir dicha consulta o bono-loto independentista sin premio “descalifica [a Mariano Rajoy] para seguir cumpliendo su mandato constitucional”. Ni más (porque no hay más posible) ni menos. Se puede pedir la dimisión de un presidente con un esputo más alto, pero no más guarro.



Cayetana Álvarez de Toledo

Menos agropecuario y más gótico fue el también diputado del PP Eugenio Nasarre, que llamó maricomplejines a Rajoy con esta fineza y donosura: “Ante la coacción, creciente y arrogante, de la Generalitat, muchos ciudadanos de Cataluña no se sienten protegidos, porque la presencia del Estado es demasiado débil”. Incluso se atreve a añadir: “Las debilidades de la democracia española no invitan al optimismo”.

Si uno se pone pejigueramente exégeta, puede inferir que cuando Nasarre habla de “las debilidades de la democracia española” se refiere a Rajoy, presidente de esta democracia. Y que cuando denuncia que “la presencia del Estado es demasiado débil” alude a Felipe VI, pues nuestro rey es el jefe del Estado “demasiado débil”. Y también es el jefe de los ejércitos. A veces paseo por la calle Génova y me huele a tanque.
espe

Los periodistas más inteligentes han desvelado, y los mucho más inteligentes se lo han callado, que tanto Eugenio Nasarre como Cayetana Álvarez de Toledo son milicianos del ala dura de la gaviota. La que, por el peso de la historia, inclina el vuelo del pájaro hacia la derecha más siniestra. Nasarre fue secretario general de Educación cuando la condesa de Bornos, Esperanza Aguirre, era ministra de ministerio tan incómodo. Cayetana, marquesa de Casa Fuerte, es directora del área internacional de la FAES. O sea, del cortijo ideológico de José María Aznar. Y familia. Y empezó su carrera política como mano derecha del ministro aznarino de Interior Ángel Acebes (recién imputado: ¿será casualidad el cabreo simultáneo de Cayetana?). El mismo Acebes que nos explicó, ante los 192 cadáveres madrileños y los 1.850 heridos del 11-M, que los trenes de Atocha y de El Pozo del Tío Raimundo los destruyó Sabino Arana de un cabezazo, o algo así.



Lo que nos demuestran estos alzamientos internos en el PP, es que lo que estamos sufriendo hoy es la bofetada gaviotera del ala blanda del PP. Imaginaos, ciudadanos y enemigos, cómo será la bofetada del ala dura del doblemente consonante, oclusivo, bilabial y sordo PP si sus tramontanos (que me perdone el viento) alcanzan el poder. “Todos al suelo, que vienen los nuestros”, gritaba el ministro franquista Pío Cabanillas cada vez que Manuel Fraga se le acercaba a menos de tres metros. Pues lo mismito.

Mariano Rajoy ha navegado como Dios manda desde el principio de su mandato, incumpliendo hasta las erratas de su programa electoral para tener contento al banquero. Pero no ha sabido mantener satisfecha a su derecha ultramontana, su derecha de la derecha, esa que no se atreve a sacar a su Le Pen español a pasear por las urnas. Ahora esa derecha, con sus marquesas de Casa Fuerte y los valets de sus condesas de Bornos, viene a decirle a Mariano que hay que escuchar a Wagner e invadir Polonia. O sea, Catalunya.

Acecha la derecha de la derecha de la derecha, y no nos damos cuenta de que hasta Mariano viene a ser mejor. Uno se enfrenta mejor a un falso demócrata que a un antidemócrata, como la reciente historia de España nos ha venido demostrando. Un antidemócrata te entierra en las cunetas y un falso demócrata solo te sepulta en la pobreza y el olvido. Ni Esperanza ni Cayetana van a proponer ningún golpe de Estado, pero no por falta de ganas. Es solo una cuestión de márketing. Las últimas tendencias de la moda no dictan nada acerca de elegantes condesas y marquesas enjoyadas con kalashnikov. Pero están ahí. Tan monas, tan monos, tan repeinadas y tan repeinados. Y tan demócratas. Esperando su enésima oportunidad. Y no es imposible que colecten muchos votos. Como ya los empiezan a colectar en Francia, en Holanda, en Grecia y en otros muchos países de Europa. No hay peor esclavo que el que tiene miedo a ser libre, y en eso, camaradas europeos, estamos.




Lo de Rajoy sí que tiene delito


Por  Juan Carlos Escudier   12 nov 2014
  
Es bien sabido que en lo que al cumplimiento de la ley se refiere el Gobierno y el PP son inflexibles. En eso no admiten bromas. Es detectar una transgresión, por mínima que sea, del Código Penal, del Civil o del de Hammurabi y encaminarse alguno de sus dirigentes como alma que lleva el diablo hacia el juzgado de guardia más próximo para denunciarlo, porque a la derecha genéticamente la ilegalidad le subleva.

Sería prolijo enumerar los casos que han llegado de esta forma hasta los jueces. De no haber sido por el PP hubiéramos vivido ajenos a la corrupción que nos rodea pero afortunadamente teníamos a estos superhéroes con corbata que no han pasado ni un soborno, especialmente los que afectaban a su partido. Y quien dice corrupción, dice también otros delitos menos comunes en España, desde el vandalismo a la tala de árboles, desde la caza furtiva a la calumnia.

Ningún presunto delincuente ha podido estar tranquilo porque a la que se daban la vuelta allí estaba un ministro o un concejal del PP para levantar acta de que no había recogido la caca del perro. El país ha tenido inscrita en la parte amarilla de la bandera esta leyenda del jurisconsulto Ulpiano para que se viera mejor y pareciera que sabemos latín: Honeste vivere, nemimen laedare, suun cuique tribuere (Vivir honestamente, no dañar a otro, dar a cada uno lo suyo). El imperio de la ley a nuestro lado no pasa de ser una república bananera.

Con estos antecedentes se entiende la desazón de los conservadores por la votación del 9-N en Cataluña, que, si no sedición, ha tenido que ser ultraje, y si tampoco ha sido ultraje pues rebelión, traición, apartheid o crimen de guerra. Es fácil imaginar a los líderes populares mesándose los cabellos, preguntándose si la razón del silencio de Rajoy era porque se había pasado con la siesta o porque él mismo estaba escribiendo de su puño y letra el nombre de los más de dos millones de personas a las que había que denunciar como cómplices necesarios de Artur Mas, que ni que fuera Miguel Blesa para seguir paseándose por las Ramblas impunemente.

Llevada por la lógica impaciencia, Alicia Sánchez Camacho ya adelantó que la fiscalía actuaría contra Mas, y si no dio la hora exacta en la que se presentaría la querella fue para que no se creyera que el ministerio público es una marioneta del Gobierno, algo que a nadie se le hubiera pasado por la cabeza conociendo la proverbial autonomía del fiscal general del Estado, ya que decir independencia sería mentar a la bicha.

Para hacer público y notorio que el presidente ya no dormía, al mediodía y al estilo de la Virgen de Fátima, Rajoy se apareció a los medios de comunicación en una comparecencia extraordinaria que alienta las sospechas de que la tele de plasma se ha roto y está por ver que siga en garantía. Lo que al menos se ha confirmado es que no ha sido necesario pagar un nuevo discurso al escribiente de guardia sobre la cuestión catalana porque ha sido idéntico al que ha repetido en los últimos meses con el único añadido del fracaso de la votación y la consiguiente contribución de algún matemático de cabecera: si un tercio ha votado es que dos tercios no lo han hecho. Exacto.

Rajoy respeta mucho la autonomía de la Justicia –que lo de independencia ya se ha dicho que suena mal- y ni se le ha ocurrido decir al fiscal si tiene que pedir inhabilitar a Mas o que le apliquen el garrote vil. Sus afirmaciones de que el 9-N “ha sido una ilegalidad y punto” o de que se ha celebrado “incumpliendo la resolución del Tribunal Constitucional” hay que tomarlas, en consecuencia, a beneficio de inventario.

Sólo alguien completamente despierto es capaz de enunciar el nuevo trabalenguas presidencial: “Yo no soy nadie para decir a la Justicia lo que tiene que hacer y nadie es nadie para decirle lo que no tiene que hacer”. Bajo este cielo enladrillado, Rajoy ahondó más en la cuestión: “Desconozco lo que el fiscal va a hacer; he leído lo mismo que ustedes”.

En definitiva, aquí no ha pasado nada, es un fracaso que sólo 2,3 millones de catalanes hayan metido una papeleta en las urnas porque los otros son más, España es la casa de todos, el paro es preocupante, soy un tío sensato que no manda tanques al Paseo de Gracia y diálogo todo, pero a ser posible de fútbol. Son las tablas de la ley de la Moncloa. Lo de Rajoy sí que tiene delito.











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