jueves, 29 de diciembre de 2011

138.- Cartas de JOSÉ MARTÍ

Versolibrismo martiano y modernista: la libertad poética de José Martí


Cartas de José Martí





Cubanos de New York


No tengo más derecho al dirigirme a los cubanos de Nueva York, que el del más humilde de ellos: amar bien a mi patria. Pero han llegado a mí rumores confusos de que en una reunión en Clarendon Hall, el 13 de este mes, se hicieron respecto a mis actos políticos algunas gestiones equivocadas, debidas sin duda a exceso de celo, o a desconocimiento involuntario de los hechos a que se referían.


Mis compatriotas son mis dueños. Toda mi vida ha sido empleada y seguirá siéndolo en su bien. Les debo cuenta de todos mis actos, hasta de los más personales; todo hombre está obligado a honrar con su conducta privada, tanto como con la pública, a su patria.


En la noche del jueves 25, desde las 7 1/2 estaré en Clarendon Hall para responder a cuantos cargos se sirvan hacerme mis conciudadanos.


José Martí
Nueva York, Junio 23, 1885.



A los Cubanos:


Nuestra revolución está en marcha; y la utilidad de lo que se dice hoy, no se verá hasta mañana. Decir es hacer, cuando se dice a tiempo. Y honrar a los que cumplieron con su deber es el modo más eficaz que se conoce hasta hoy de estimular a los demás a que lo cumplan. Hablando entre cubanos, no hay por qué tener miedo de venerar en voz alta el día sublime, ni de convidarlos a que demuestren que no se les ha caído a tierra el corazón. Los que manchen con suspicacias o desórdenes el Diez de Octubre, no son cubanos.


El Diez de Octubre no es día de pasiones, ni de opiniones, ni pretexto de fiesta para lucimientos ridículos; sino día religioso, a donde se ha de ir como a un altar; día de cordialidad y previsión, en que los cubanos que viven por toda la tierra hablan unos con otros; día en que se preparan, con juicio y virtud, las batallas de armas que han de seguir a las batallas de pensamientos.


De todos los cubanos de Nueva York, de los acomodados y de los menesterosos, de los que trabajan en la mesa de escribir, y de los que trabajan en la mesa de torcer, de los cubanos blancos y de los cubanos negros, ha surgido, iguales todos en el entusiasmo, el deseo de conmemorar este año el Diez de Octubre. Todos los cubanos, todos los americanos, todos los amigos de la libertad quedan invitados a asistir a Hardman Hall, Calle 19 y Quinta Avenida, a las ocho de la noche, el Diez de Octubre.


(José Martí)
(Septiembre, 1890)



A los Cubanos:


Ni razones ni lisonjas son necesarias para que los cubanos nos convidemos unos a otros a proclamar que cada año esplende más el 10 de Octubre. No hay intereses que adulen, ni camarillas que excluyan, ni hombres que quieran ponerse sobre los demás, ni logreros que se aprovechen de las cosas santas: acá, en veinte años de prueba, hemos echado abajo todo eso. Hay un pueblo, de un solo corazón, que vigila y confía.


Cada año que pasa, el 10 de Octubre crece, el alma cubana crece; sienten todos que, con el sigilo de la prudencia, va levantándose en la sombra el país: un país de justicia: un país bueno. Cada 10 de Octubre es una victoria. Ni a lamentar, ni a hablar sin objeto nos convidamos unos a otros para nuestro 10; sino a enseñar que estamos aquí, en pie todos, amando y aprendiendo. Aquí no somos desterrados, sino fundadores. El que falte el día 10, sin razón suprema, a la gran cita, falta a su deber de hijo, a su deber de fundar.


El 10 de Octubre, a las ocho de la noche, en Hardman Hall, Calle 19 y Quinta Avenida.


José Martí
(Septiembre, 1891)




New York, Octubre 17 de 1891.

Su Excelencia el Señor Ministro de la República Argentina en Washington, Doctor Don Vicente G. Quesada.


Señor Ministro:


Tengo la honra de dirigirme a V. E. para ratificar, en testimonio de respeto y agradecimiento a la República Argentina, la renuncia del cargo de Cónsul argentino en esta ciudad, que ansioso de evitar comentario alguno contra aquel agradecimiento y respeto, envié a V. E. por telégrafo el día 11.


Como el premio más honroso a mi cariño vigilante por los pueblos de mi raza en América, recibí y procuré justificar en su desempeño, el nombramiento, ni directa ni indirectamente solicitado y por eso mismo más halagador de Cónsul argentino en New York. Pero se me dice que un periódico español en esta ciudad ha publicado un artículo en que intenta hallar incompatibilidad entre mi nacimiento de cubano, que me obliga a luchar para obtener para mi patria lo mismo que los padres de la patria argentina obtuvieron a su hora para su país, y mi carácter de Cónsul de la República en New York. Y como añade el periódico, a lo que se me dice, que pudiera mi permanencia en este puesto provocar un conflicto entre el país que me honró con él y la Monarquía de la Península, ni por un momento puedo consentir en continuar, por honrosa que ella me sea, en una situación por donde viniera ya a pagar con una controversia ingrata una distinción de tanto valor para mí, que contaré siempre entre las más caras y lisonjeras de mi vida.


Ruego a V. E. se sirva ordenar al señor Vicecónsul se haga cargo del Consulado que renuncio, y creer que si en mi persona desaparece el Cónsul argentino en New York, queda en mí siempre para la República Argentina un hijo agradecido.


Saludo a V. E. con el testimonio de mi alta consideración,


José Martí


[8 de Agosto de 1890]
Sr. Juan Bonilla


Mi muy querido amigo:


Ayer 7 recibí en uno de los picos más altos de estas montañas, la carta de Vd. del 3 en que me anunciaba la visita de Vd. para ayer miércoles en mi oficina.


Pero ya ve que tuve que escapar de ella, porque ya no me quedaba nervio quieto, ni fuerza para cumplir con mis deberes, que es para lo que vivo, porque todo lo demás, fuera de la amistad de los buenos corazones, resulta vano y feo. Mi mismo viaje acá es respuesta de lo que me pregunta sobre Cuba; porque mi miedo mayor no era el de ir saliendo de la vida, sino el de verme sin fuerza para los muchos quehaceres que nuestra tierra está a punto de echarnos sobre los hombros. Y yo entiendo estas cosas a lo militar. Las guerras no son cosas de bastidor y de merengue: todo en ellas, lo que se ve, y lo que no se ve, lo de afuera y lo de adentro, ha de ir a paso de batalla y arma al hombro.


Jamás hubo elementos peores para entrar en una guerra de independencia, ni necesidad más grande de la guerra. No hay que acobardarse ante los peligros, sino conocerlos, y afrontarlos. Ya yo me voy muriendo, mi querido Juan. Los pulmones se me quejan y el corazón salta más de lo que debe. Pero calzo las botas invisibles que de un tranco como las del gigante del cuento, van del valle a la montaña. Y mientras viva, he de estar donde Vd. me ha visto, sirviéndolos y queriéndolos. Cuidado con La Liga, que es como aquellos cuerpos pequeños que, si el sol les dá donde debe, proyectan una sombra mucho más vasta que ellos.


Y la vergüenza sería que confesáramos que no estaba en nosotros la luz del sol. No se vive para hoy, mi querido Juan, sino para mañana. Toda la vida es deber. Para esta vida es la espina, y para la otra será la masa del pescado.


Se va el correo, y no quiero que siga Vd. asombrándose de mi silencio, que ya ve que no dependía de mi voluntad. Adelante con Emerson y con "Los Placeres de la Vida".


Si puede cómprese "The Choice of Books and other Essays" por Frederic Harrison, que ya le he dicho que es buena lectura. Yo para entender mejor a los hombres, estoy estudiando los insectos: que no son tan malos como parecen, y saben tanto como nosotros. Salude a su esposa y a Jerónimo; y quiera a su amigo.


José Martí





José Martí envió esta carta al General José Miró desde los campos de Cuba, fue escrita en el campamento de La Güira.



Hato en Medio, 7 de Mayo de 1895.

Sr. General José Miró.


Mi amigo y señor:


Al fin, en el placer superior del servicio abnegado de una causa pura, iba a conocer de cerca a Vd., y saludarle en persona, -ya que mis dos comisionados especiales, detenidos en Manzanillo uno y en La Habana otro, no pudieron traerle antes el saludo,- la pasión por la libertad que con razón le hace a Vd. mirar como propia la tierra, que como a propio lo mira, y le ha movido a entrar, con sus cualidades superiores, a una vida que demanda el continuo sacrificio de sí al bien común, y sólo nos da por premio verdadero la majestad de la estimación propia, y la fuerza y consuelo del cariño de los hombres capaces de entendernos y amarnos. Y me empiezo a apartar de sus tierras con la pena de que por ahora, en mi rápido viaje a los servicios que me sea dable prestar, no he de poder abrazarlo, ni gozar más de cerca del fruto de su pensamiento y el calor de su palabra.


A prudencia continua, y sincera aceptación de la realidad útil, y sutil y provechoso conocimiento de nuestra larga historia y compleja constitución, hemos podido ir levantando esta obra, unida por la reflexión ordenada donde ha sido posible y la cooperación espontánea donde no pudo llegar el concierto, de todos los elementos hábiles, apetecibles o inevitables, de la revolución. Ya estamos en marcha, y en camino de victoria, -si no apeamos la mano a la pelea, sin más descanso que el de la independencia, y no perdemos de vista, en la delicada composición y trances de la guerra, toda esa realidad, de derechos previos o actuales, al respeto a la cual debo, en mi humilde parte, cuanto he podido hacer, -con sofocación voluntaria de cien ímpetus y capacidades que pueden existir en mí,- para dar a mi patria, en pie sobre su suelo alzado, todos los elementos necesarios para su redención. Si en algún hombre se puede fiar para que ayude a Cuba a componer, y hacer en todo viables, las fuerzas que necesita para el triunfo, y a acumular, en vez de restarle, sus elementos naturales e imprescindibles, él ha de ser de la especie poco común de hombre a que Vd. me parece pertenecer: -la de los que al empuje de la resolución en momentos críticos, unen la grandeza que jamás pone precio a sus servicios-, y el reconocimiento oportuno de la utilidad ajena. Servir es nuestra gloria, y no servirnos: y Vd. es de esa talla. Mucho puede Vd. hacer, con ayuda de la gente probada y vieja en la guerra y en esa comarca, por poner pronto en pie brillante de pelea continua a esa región, cargada de glorias, que a Vd. y a mí, que caemos mozos en esta contienda, nos costará trabajo imitar. Lo que haya que vencer y suavizar para esa labor, y aun aquello en que pudiera tener que vencerse, en justicia y oportunidad, Vd. mismo -eso es de su magnanimidad y prudencia, que de seguro adornan a Vd. en el mismo grado que el ímpetu, el talento y el valor.


En esa fe, y con tiempo más escaso del que desearía, saluda a Vd. con vivos deseos de verle de cerca alguna vez, y agradecimiento sincero por su ayuda en la causa de nuestro honor.


Su amigo affmo.

El Delegado
José Martí







__________________________________________________




José Martí
(1853-1895)

Patriota y escritor cubano, apóstol de la independencia de Cuba, última colonia española en América. El hecho de haber muerto en la batalla lo transformó en el mártir de las aspiraciones cubanas a la independencia.

Nació en el seno de una modesta familia española en la Habana, el 28 de enero de 1853, donde recibió su educación primaria. Fue discípulo de Mendive y de Luz y Caballero. A los 16 años por sus ideas revolucionarias fue condenado a seis años de prisión. Con la salud quebrantada, fue indultado y confinado en la isla de Pinos. Deportado a España en 1871, publicó El presidio político en Cuba, el primero de muchos folletos que abogaban por la independencia cubana de España y La República Española ante la Revolución Cubana. Terminó su educación en la Universidad de Zaragoza; donde en 1874 se licenció en Derecho y Filosofía y Letras. Años más tarde, vivió su destierro en Francia, en 1875 se trasladó a México donde se casó con Carmen Zayas Bazán, y en 1877 fue a Guatemala, donde enseñó por un tiempo en la Universidad Nacional.

Volvió a Cuba en 1878 pero fue desterrado nuevamente en 1879 por sus continuas actividades revolucionarias.

Se trasladó a EE.UU. donde vivió entre 1881 y 1895 en Nueva York, ejerció el periodismo y fundó en 1892 el Partido Revolucionario Cubano, del que fue elegido delegado para la organización de la lucha independentista. Fue ese año cuando fundó su diario, "Patria".

En 1895 en la isla de Santo Domingo redactó el Manifiesto de Montecristi, en el que predicó la guerra sin odio, y que firmó con Máximo General Gómez y Baez, el héroe de la independencia cubana. Desembarcó con éste en Playitas, en el este de Cuba, donde murió un mes más tarde, el 19 de mayo de 1895, durante una escaramuza con tropas españoles en Dos Ríos.

Como escritor Martí fue un precursor del modernismo iberoamericano. Sus escrituras incluyen numerosos poemas, "Ismaelillo" (1882), "Versos sencillos" (1891) y "Versos libres" (1892), la novela "Amistad funesta" (1885) y ensayos.

En 1889 fundó y dirigió la revista para niños "La edad de oro" donde publicó un texto sobre San Martín.

Se destacó por su estilo fluido, simple y su vívidas imágenes personales. Sus Obras Completas, formadas por 73 volúmenes, se publicaron desde 1936 a 1953.


No hay comentarios:

Publicar un comentario