lunes, 26 de diciembre de 2011

13.- Carta de JULIO CORTÁZAR a ALEJANDRA PIZARNIK


Carta de Julio Cortázar a Alejandra Pizarnik

París, 30 de noviembre de 1964

Querida Alejandra:

Esta mañana recibí una carta de Paco Porrúa. Me enteré de que habías ido a verlo, y de que le resultaste lo que era de esperar tratándose de una niña de tan sobresalientes condiciones. Me dijo también que Sudamericana te publicará tu libro, cosa que me produjo como te imaginarás un entusiasmo raliano en el termocauterio. (By the way, y por si no estabas enterada oficialmente de eso, guardáte la noticia muy en secreto, pues es sabido que nada es más pernicioso que anunciar algo antes de que realmente ocurra. Pero supongo que si Paco me lo dice es porque así será.)
Por tu carta me entero de que la revista se demorará hasta el año que viene. En consecuencia, tengo que pedirte un gran favor. He perdido la única copia que me quedaba de “El otro cielo”, y en cambio, mirando un sucio borrador (el tercer estado, como diría un grabador) veo que ha llegado el momento de hacerle unos toques sutiles al cuento en cuestión. Lo que te pido es: a) que tengas la gentileza de mandarme por sobre certificado el cuento; b) yo a mi vez prometo revisarlo, hacer nuevas copias, y remitirte una con el tiempo suficiente, siempre que la revista no haya fenecido del todo, cosa que espero no ocurra. Perdóname la molestia, pero es que realmente no tengo ninguna copia aparte de la tuya y la que está en Einaudi (donde lo editarán junto con todos mis cuentos en un volumen gigante).
Como el envío por avión y certificado de mi cuento te va a costar gran parte de tus prótesis, me encantaría que me citaras cualquier libro francés que te interese y que yo pueda enviarte, no exactamente como retribución, pero sí como paga-conciencia-culpable. ¿De acuerdo?
Paco me dice que leyó tu reportaje sobre mí y que le gustó mucho. ¿Dónde salió que yo, naturalmente, no lo he visto? ¿No tenés un ejemplar para mandarlo envolviendo el cuento, y de paso medio kilo de manteca pastorizada? Andá, sé buena.
Querida, aquí te extrañamos incurablemente. Se habla de vos en todos esos lugares donde Aurora y yo te encontrábamos, y sobre todo en este bulín donde tantas veces vimos llegar la una de la mañana y fuimos inmortales. Contáme de tus planes, y un gran abrazo de nosotros dos,
Julio

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