UN EXPOLIO DIVINO
por Fernando Sabido Sánchez
Será que los españoles nos vamos acostumbrando a los diferentes tipos de expolio, a los piratas y a las mafias y todo nos da lo mismo, hoy me referiré a un expolio que a pesar de que nos viene en el nombre de Dios, no deja de ser eso, un robo, aunque el risitas de las Azores, Aznar I, lo dejara atado y bien atado con el famoso decreto de inmatriculación en el Registro de la Propiedad de las fincas que no estuvieran inscritas por persona alguna.
La Ley Hipotecaria española, redactada en plena dictadura franquista, concede a la Iglesia Católica gracias a una reforma que realizó el gobierno del Partido Popular en 1998, la potestad de inscribir a su nombre en el Registro de la Propiedad bienes que no estaban inscritos a nombre de nadie. Éste es el acto conocido como “inmatricular”.
De los miles de edificios, tierras y posesiones que la santa y apostólica mafia nos ha robado a lo largo y ancho de nuestra maltratada piel de toro y como cordobés, comentaré en este artículo a quién pertenece ahora nuestra maravillosa Mezquita.
La Mezquita de Córdoba fue construida entre los años 780 y 785 por Abderramán I. Doce siglos después, el 2 de marzo de 2006, la Iglesia Católica inscribió el inmueble a su nombre en el registro de la propiedad número cuatro de Córdoba (tomo 2381, libro 155, folio 198).
Bastó con que el señor Obispo diera fe con un certificado ante el Registro de la Propiedad y sin necesidad de Notario, que la Mezquita de Córdoba fue construida con el sudor y la sangre de los cristianos en honor de alguna de sus muchas vírgenes y mártires.
El segundo milagro fue que, disponer de un edificio de 23.400 metros en pleno centro de Córdoba le sale gratis a la Iglesia: no paga el IBI y tampoco se ocupa de los gastos de conservación.
La entrada en la Mezquita de Córdoba cuesta 8 euros por persona. Al año recibe más de un millón de visitantes. No te entregan factura y es dudoso que el dinero recaudado pague impuestos: se considera un donativo y, como tal, está exento de tributación. El obispado de Córdoba dispone de la Mezquita como de su absoluta propiedad. También decide quién puede trabajar en ella como guía y quién no. No es raro que haya días en los que se cierre el acceso a los turistas porque haya, por ejemplo, una convención de sacerdotes en su interior.
Desde 1998, la Iglesia ha inscrito a su nombre cientos de edificios, muchos de ellos financiados por los vecinos de cada pueblo o ciudad. Zapatero no cambió la ley en ocho años, Rubalcaba prometió reformarla en su programa electoral. Es improbable que tal abuso lo vaya a eliminar el PP pero, con algo de suerte, tal vez la Unión Europea obligue al Gobierno a cobrar el IBI a la Iglesia, igual que ha hecho con Italia. No es poco dinero.
Este privilegio medieval nos cuesta 3.000 millones de euros al año: más o menos lo que El Sr. D. Mariano RAJOY y sus muchachos, pretenden ahorrarse este año bajándoles el sueldo a maestros y funcionarios.
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