viernes, 11 de abril de 2014

744.- La caja B, C, D, X, Y, Z...




La caja B, C, D, X, Y, Z...

No fue una manzana podrida en el cesto de las sanas. Era la forma de funcionar de la derecha desde que se fundó el partido, desde los tiempos de Alianza Popular y Manuel Fraga.

Por Ignacio Escolar 

No es que el PP tuviese una caja B. Es que no hay letras en todo el abecedario para nombrar todas las contabilidades en negro que manejaba el partido incompatible con la corrupción que hoy nos gobierna. "El PP llevaba una caja B para las elecciones en todas las provincias y regiones", confiesa el extesorero Luis Bárcenas. No es solo su testimonio. Todas las pruebas apuntan a que el PP se financió ilegalmente de forma cotidiana, organizada y sistemática. No fue anecdótico. No fue un caso excepcional y aislado. No fue una manzana podrida en el cesto de las sanas. Era la forma de funcionar de la derecha desde que se fundó el partido, desde los tiempos de Alianza Popular y Manuel Fraga.

Ha pasado más de un año desde que salieron a la luz y los papeles de Bárcenas ya no son "la sombra de la sombra de un indicio manipulado", como los calificó Mariano Rajoy en un plasma muy lejano. La palabra del extesorero del PP no vale gran cosa; ha cambiado de versión demasiadas veces y probablemente sigue mintiendo sobre el origen de sus millones en Suiza. Pero, más allá de su testimonio, los informes policiales y las pruebas documentales han avalado la autenticidad de su contabilidad manuscrita.

Ya hay más de medio centenar de apuntes que se sabe que son ciertos y la posibilidad de que Bárcenas mezclase datos reales con otros falsos parece remota: los informes periciales han concluido que esas hojas se escribieron a lo largo de varios años. Los papeles son lo que parecen, y el proceso judicial ya no discute su autenticidad, sino la responsabilidad penal de los que en ellos aparece.

La estrategia del PP y el Gobierno ante esta crisis está muy clara. Han equiparado la responsabilidad política con la legal para, de esa forma, sortear el escándalo como si no pasase nada.

Por ahora les funciona.

Los portavoces del partido se refugian en el "ya hemos dicho todo lo que teníamos que decir" cada vez que alguien pregunta por las novedades del caso.

El presidente aplica su marianismo –tan bien explicado en este artículo de Antonio Orejudo– para disolver la presión.

Los grandes medios de comunicación están cada día más presionados por un Gobierno hostil contra aquellos periodistas que ejercen su trabajo.

Y la opinión pública asume, con total normalidad, que nos gobierna un partido enfangado hasta el cuello en la corrupción, pero que, total, todos los políticos son iguales.

Hace un año, los dirigentes del PP temían que Bárcenas pudiese dinamitar el partido. Hoy se muestran en privado más que tranquilos. Asumen que ya no habrá más desgaste por mucho que aparezcan pruebas nuevas –que las hay– que refuercen la autenticidad de los papeles o las mil y una gestiones, presiones y maniobras judiciales que hizo el PP en defensa del tesorero cuando aún no era un traidor con los suyos.

Por ahora, insisto, les funciona. Sin embargo, el PP hace mal en calcular que esta historia ha terminado y que el caso Bárcenas está amortizado.

A pesar de las mil y una maniobras con las que intentan presionar a los policías y achicar el margen de maniobra de los jueces, la investigación del juez Pablo Ruz sigue adelante. Siguen apareciendo pozos negros, como esa cuenta de 460 millones de titulares aún desconocido. Y siguen pendientes de llegar a España algunas comisiones rogatorias a Suiza y otros paraísos fiscales para conocer los titulares de algunas cuentas cuyos nombres Luis Bárcenas no quiere dar –en este interrogatorio de nuevo se ha olvidado de esos detalles–, pero que más tarde o más temprano acabaremos conociendo.

El caso Bárcenas aún tiene carrete. La duda es otra. Después de comprobarse que esa contabilidad es cierta y que el PP se financió ilegalmente durante décadas, con dinero de donantes que contrataban con la administración y que el partido no declaraba, ¿qué más tiene que pasar para que alguien en el PP asuma sus responsabilidades?


Autoentrevistas

Entrevista a Antonio Orejudo sobre el marianismo

Si algo nos ha enseñado Rajoy en esta legislatura es que para alcanzar la felicidad, para solucionar los problemas, no es necesario enfrentarse a ellos. Mucho más efectivo que actuar es no actuar.

Por Antonio Orejudo  

Pregunta. He leído por ahí que está usted pensando fundar una escuela de marianismo. ¿Es cierto?

Respuesta. La idea está todavía en fase de maduración, pero sí, somos un grupo de personas que en un principio nos mostramos muy críticos con Mariano, con Mariano Rajoy, pero que hemos acabado fascinados por él.

Pregunta. ¿Podría explicar ese viaje, que por cierto ha sido emprendido por tanta gente antes que usted? ¿Dónde acaba la legítima evolución ideológica y comienza el cambio de chaqueta?

Respuesta. No, no. No se equivoque. Yo sigo siendo muy crítico con la política del PP y sigo asumiendo como propios casi todos los postulados ideológicos de la izquierda. Es más: creo que Mariano Rajoy pasará a la historia como uno de los presidentes más dañinos para la democracia, casi a la misma altura que Felipe González. Pero el marianismo no tiene nada que ver con la política. El marianismo es una filosofía, una religión, una manera de estar en el mundo. Igual que hay buenos y malos políticos cristianos, también hay buenos y malos políticos marianistas. Usted por ejemplo puede ser ateo y al mismo tiempo ser un pésimo presidente del Gobierno, sin que su incompetencia afecte a los principios del ateísmo. Pues con el marianismo sucede lo mismo. Rajoy es un pésimo presidente marianista. Pero eso no afecta en nada a esa actitud frente a la vida que llamamos marianismo. El marianismo está más allá del Boletín Oficial del Estado.

P. ¿En qué consiste el marianismo?

R. Yo diría que es una variante pontevedresa del budismo. Budismo a la gallega podríamos definirlo. El marianismo pone en cuestión ese principio tan arraigado en Occidente que dice que para solucionar los problemas hay que enfrentarse a ellos. En España incluso hemos acuñado un dicho propio: coger al toro por los cuernos. Bien, pues los marianistas pensamos que enfrentarse a los problemas, que coger al toro por los cuernos sólo trae insatisfacción e infelicidad. Y que además no está garantizado que un problema se solucione enfrentándose a él, cogiéndolo por los cuernos. Si algo nos ha enseñado Mariano Rajoy en estos tres años de legislatura es que para alcanzar la felicidad, para solucionar los problemas no es necesario enfrentarse a ellos. Mucho más efectivo que actuar es no actuar. Esta ha sido la gran enseñanza de Mariano Rajoy.

P. Parece que está usted hablando de Gandhi.

R. Nosotros no somos pacifistas. Los marianistas creemos que hay que defenderse de los enemigos. Y que en ocasiones hay que destruirlos. Lo que Mariano Rajoy nos ha enseñado es que para destruir a un enemigo no es necesario actuar contra él; es mucho más efectivo no hacer nada porque al final, desquiciados, son ellos los que acaban destruyéndose a sí mismos. Sucedió con Rodrigo Rato, con Jaime Mayor-Oreja, ha sucedido incluso con el otrora todopoderoso José María Aznar y acaba de suceder la semana pasada con Esperanza Aguirre. Todos ellos han sido fulminados sin que Mariano haya movido un solo dedo. Yo diría incluso que han sido fulminados precisamente porque Mariano no ha movido un solo dedo. Si se hubiera enfrentado a ellos, si Mariano Rajoy se hubiera comportado como un macho alfa occidental y hubiera cogido el toro por los cuernos, esa misma energía negativa hubiera alimentado a sus adversarios y hoy probablemente estos estarían vivos todavía. Pero el buen marianista es muy celoso de su propia energía. No está dispuesto a entregársela al contrario ni siquiera con carga negativa. El marianismo consiste en no hacer nada, en dejar que el enemigo —permítame la expresión— se ahogue en su propia mierda, como le acaba de suceder a Esperanza Aguirre. El marianismo es ahorro de energía. El marianismo es ecología. Y Artur Mas lo sabe. ¿Qué es lo que más le molesta de Rajoy al president? ¿Qué es lo que siempre le echa en cara? Que no actúe. ¿Por qué? Porque en Cataluña empiezan a darse cuenta de que el marianismo es tan letal como el kung-fu, una nueva arte marcial. Y lo temen: ellos preferirían un enemigo convencional.

P. Las víctimas de los recortes del PP; las mujeres, que han visto limitada su libertad y los inmigrantes sin cartilla sanitaria, por decir solo tres ejemplos, no estarían de acuerdo con eso de que Mariano Rajoy no ha hecho nada.

R. Claro que ha hecho cosas. Y muy mal hechas, por cierto. Pero tiene que hacer cosas. Rajoy es presidente del Gobierno y tiene que sacar un nuevo número del BOE todos los días. A veces no queda más remedio que actuar. Y los marianistas no somos perfectos. Supongo que hasta Gandhi debió de cabrearse alguna vez. Pero nuestro ideal de perfección es no hacer, vivir sin actuar. Esa es nuestra meta. Insisto: no por pereza, no por indecisión, sino porque creemos que todos los problemas se acaban resolviendo sin necesidad de enfrentarse a ellos. Todos los nudos se desatan con el tiempo. La mejor manera de adaptar la Constitución a nuestra nueva realidad es no reformándola. La mejor manera de ganar unas elecciones europeas es no nombrando candidato. Como ha dicho nuestro fundador por sms: la vida es resistir, y que alguien te ayude.


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