martes, 15 de mayo de 2012

389.- LA SEGUNDA REPÚBLICA: UN SUEÑO DE PROGRESO

Celebración de la República en la Puerta del Sol de Madrid (14 de abril de 1931)



LA SEGUNDA REPÚBLICA: 
UN SUEÑO DE PROGRESO

Hace ochenta y un años, el catorce de abril de 1931, la gente salía a las calles de las principales capitales de España para festejar la llegada de la Segunda República Española. El corrupto sistema político de la Restauración Borbónica se había derrumbado definitivamente, y lo había hecho en una elecciones municipales en las que el poder no había podido manipular los votos, como hacía habitualmente. En el campo, los monárquicos lograron "cocinar" los pucherazos electorales habituales. Sin embargo, en todas las grandes capitales de provincia los candidatos republicanos y socialistas habían obtenido la victoria total y la alcaldía. El desastre para la monarquía fue tan evidente, que el rey Alfonso XIII emitió un comunicado anunciando la suspensión de la autoridad real (nunca abdicó) y su exilio. Mientras el monarca viajaba hacia el exilio, la multitud celebraba en las calles el nuevo régimen. En la madrugada del 14 de abril ya se había proclamado la república en Eibar. Aquella mañana, Madrid y Barcelona fueron un hervidero de alegría por la eliminación de una monarquía que no había dudado en apoyar una dictadura militar, la de Miguel Primo de Rivera. El nuevo gobierno republicano tuvo que salir de la Cárcel Modelo de Madrid para tomar el poder, ya que se les encarceló por apoyar un pronunciamiento militar republicano que había fracasado en Jaca. El nuevo gobierno se dirigió hasta la Puerta del Sol, corazón neurálgico de Madrid, y proclamó la República Española desde el balcón de la Casa de Correos. Toda esa gente que celebraba el fin de Alfonso XIII como rey, no sospechaba que la nueva república solo duraría ocho años, tres de ellos en medio de una guerra civil. La República despertó todo tipo de esperanzas, muchas veces difíciles de alcanzar en un país donde la Iglesia y los terratenientes seguían teniendo una enorme influencia social. Los jornaleros anarquistas vieron en la república la posibilidad de una reforma agraria, los obreros una mejora de sus condiciones de vida y las clases medias urbanas un sistema democrático representativo que modernizara la sociedad, al estilo de la Tercera República Francesa. En el nuevo gobierno provisional se encontraban algunas de las figuras de mayor talla intelectual y política de la historia de España: republicanos como Manuel Azaña o Marcelino Domingo, socialistas como Indalecio Prieto, Largo Caballero y Fernando de los Ríos... Otros sectores mostraron claramente su aversión al nuevo gobierno. La Iglesia Católica se enfrentó abiertamente y condenó la República Española desde su prensa y sus pastorales. Esto provocó un conflicto diplomático con el Vaticano y la quema incontrolada de conventos en Madrid y Barcelona los días 11 y 12 de mayo. Se empezaba a gestar la idea de que la nueva república era incapaz de mantener el orden, idea que muchos apoyaron interesadamente mientras contribuían a liquidar dicho orden fomentando el caos.

Gobierno provisional. De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Indalecio Prieto, Marcelino Domingo, Casares Quiroga, Fernando de los Ríos, Nicolau D'Olwer, Largo Caballero, José Giral, Diego Martínez Barrio, Alejandro Lerroux, Manuel Azaña, Niceto Alcala Zamora, Julián Besteiro y Alvaro de Albornoz.


LA CONSTITUCIÓN DE 1931

Las elecciones a Cortes Constituyentes dieron la victoria a los republicanos de izquierdas y socialistas, que formaron una coalición de gobierno. El nuevo gobierno, con mayoría en la cámara, sacó adelante la constitución republicana. Era la constitución más democrática y avanzada de la historia de España hasta la fecha. Establecía una larga lista de derechos y además equiparaba a hombres y mujeres como ciudadanos. La nueva constitución incluía por primera vez palabras como divorcio, voto femenino o matrimonio civil. 
Página de presentación de un ejemplar de la Constitución de 1931.


La carta magna prohibía a los clérigos dedicarse a la enseñanza, como primera fase para crear una educación pública gratuita y laica, bajo los principios de la Institución Libre de Enseñanza. Como país aconfesional , se tomaba por primera vez la decisión de extinguir el presupuesto del clero, de tal modo que la Iglesia se mantuviera por sí misma. La todopoderosa Iglesia Católica Española no pensaba acatar esto fácilmente. También se reconocía la oficialidad de otras lenguas además del castellano y la posibilidad de que un territorio solicitara la autonomía.


BIENIO DE REFORMAS

REFORMA MILITAR. 


El ejército español, fiel aliado de la monarquía, había recibido fríamente a la República. El propio Alfonso XIII se había jactado públicamente del apoyo incondicional de los uniformados, si hubiera querido resistir en el trono. Los militares tenían mucho que esconder. La Guerra de Marruecos, cantera de medallas y ascensos de militares "africanistas" como Francisco Franco, había sido también el matadero de miles de jóvenes reclutas de origen humilde que viajaban para morir en una guerra que no entendían. En 1921, en el llamado "Desastre de Annual", un número indeterminado de jóvenes reclutas (entre 6.000 y 10.000) murieron en el campo de batalla debido a la torpeza de sus mandos. Este suceso dramático había precipitado la caída de la monarquía. El nuevo gobierno republicano sabía que no contaba con las simpatías del estamento militar. El problema más grave del ejército español era el exceso de mandos, que daba lugar a una macrocefalia insostenible. La Ley de Retiro de la Oficialidad fue una generosa oferta del gobierno que muchos aceptaron. Se trataba de retirarse con el sueldo íntegro. Incluso muchos aceptaron la oferta y luego se retiraron para conspirar contra el gobierno. El primer intento de golpe de estado contra el régimen republicano lo dio Sanjurjo en 1932. Fue un absoluto fracaso, pero mostraba claramente que el estamento militar, acostumbrado a intervenir en el poder, no pensaba aceptar fácilmente la obediencia a un gobierno democrático.




REFORMA AGRARIA. 


El gran problema histórico del campo español era el desequilibrio en el reparto de la tierra. Un 10% de la población poseía el 90 % de la tierra. Durante el régimen de la Restauración Borbónica, a nadie se le ocurrió intervenir en este problema, ya que los terratenientes rurales eran los "caciques" necesarios para falsificar las elecciones. La llegada del nuevo gobierno y la discusión de la reforma agraria, que ya se contemplaba en la constitución, puso a los terratenientes en contra de la República desde el primer día. 

Jornaleros anarquistas detenidos.


Se creó el Instituto de Reforma Agraria y se contempló la posibilidad de expropiaciones, previa indemnización. Sin embargo, las discusiones entre republicanos de clases medias y socialistas respecto al alcance de la reforma, generó una ley que en la práctica era muy floja y apenas logró repartir un pequeño porcentaje de las tierras que se habían barajado inicialmente. Los terratenientes recurrieron a todo tipo de trucos para fragmentar sus tierras y evitar la expropiación. Los jornaleros, de ideología preferentemente anarquista, pasaron a la práctica ocupando tierras por la fuerza. Los anarquistas se iban separando lentamente de una república que les había decepcionado.




AUTONOMÍAS. 


Mucho antes de que llegara la actual democracia, la República inventó las autonomías. La constitución de 1931 permitía que una o varias provincias limítrofes la solicitaran. La primera que lo hizo fue Cataluña, de manera bastante precipitada (llegó a proclamar el Estado Catalán). Después de las negociaciones, se acordó el llamado Estatuto de Nuria, que fue votado y aceptado en un referéndum celebrado en territorio catalán. Esquerra Republicana de Catalunya ganó las primeras elecciones a la Generalitat, cuyo president fue Maciá y posteriormente Companys. Por otro lado, los vascos no gozaron del mismo privilegio. 

Portada del Estatuto de Autonomía de Cataluña.



El PNV era el partido mayoritario en el País Vasco. Era un partido de derechas y el gobierno de Madrid no quiso tener una autonomía en manos de un partido que no fuera de izquierdas. Su proyecto de autonomía fue negado injustamente en varias ocasiones y sólo se aceptó en plena guerra civil (1936), cuando el País Vasco ya estaba aislado y se gobernaba a sí mismo.




REFORMA LABORAL. 


El nuevo ministro de Trabajo fue el socialista Largo Caballero, que tenía una larga trayectoria en el sindicato UGT. Propició leyes para mejorar las condiciones laborales de los trabajadores españoles (negociación colectiva, arbitraje, semana laboral de 40 horas, aumento de salarios, seguros sociales, etc.). Esta legislación atrajo la animadversión de los empresarios hacia la república. Muchos de estos empresarios financiarían el golpe militar de Franco para destruir la democracia republicana.




REFORMA EDUCATIVA. 


La reforma educativa de la Segunda República convirtió a España en el país más avanzado del mundo en este campo, solo superado por la nueva Unión Soviética. El presupuesto para educación se multiplicó un 80% y se hicieron enormes esfuerzos en la construccion de escuelas y preparación de nuevos maestros. Todos los planes de estudios fueron cambiados para reforzar las ciencias y acabar con la antigua enseñanza de corte religioso. Se retiraron los crucifijos de las paredes de los centros escolares. 

Niñas en una escuela de la República.



Niños y niñas se educaban juntos. Incluso se enviaron "misiones pedagógicas" al campo para acercar la cultura a los más pobres, como el grupo "La Barraca" de Federico García Lorca. La educación durante el periodo de la República fue el gran orgullo de los defensores del régimen. Esta educación moderna y progresista fue destruida por los militares sublevados tras el triunfo de Franco.


TENSIONES POLÍTICAS

Las derechas, mayoritariamente enemigas de la democracia republicana, necesitaron algún tiempo para organizarse. El gran partido de la derecha durante este periodo fue la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) dirigida por Gil Robles, que no dudó en alabar a Hitler y coquetear con el nazismo. El partido de extrema derecha español fue la Falange Española, fundada por José Antonio Primo de Rivera, hijo del exdictador. Los falangistas solían actuar de manera violenta en las calles, algo apoyado por su líder, que hablaba de la "dialéctica de los puños y las pistolas". Su continua violencia callejera y la presencia de armas en sus sedes, acabó con su prohibición por parte del gobierno, poco antes de la Guerra Civil. Por parte de la extrema izquierda, los anarquistas estaban muy descontentos con la lentitud de la reforma agraria, que consideraban un fracaso. La ocupación violenta de tierras y el enfrentamiento con guardias civiles en Casas-Viejas y Castilblanco, acabaría generando la caída del gobierno republicano- socialista.

Cuerda de presos durante la Revolución de Asturias (1934).

En noviembre de 1933, el desgaste de la izquierda, el fuerte abstencionismo anarquista y el abandono de las clases medias, dio la victoria a la derecha en las elecciones. Eran las primeras elecciones en las que votaba la mujer. La CEDA fue el partido ganador, pero el presidente del gobierno (Niceto Alcalá Zamora) entregó el gobierno al radical Lerroux, que gobernó con el apoyo de toda la derecha parlamentaria. Su política se basó en una constante "Contrarreforma". La reforma agraria y las mejoras laborales fueron suprimidas. Se planteó también la reforma de la constitución. En una Europa en la que el fascismo ascendía con fuerza (1933 en Alemania) barriendo las democracias, se esperaba lo mismo en España. La participación de Gil Robles en el poder como ministro (el mismo que había halagado al nazismo), unido al descontento por la eliminación de las reformas, provocó una insurrección obrera en 1934, que tuvo su principal centro en Asturias y se saldó con numerosos muertos y encarcelados. La autonomía de Cataluña fue suprimida. Los obreros se alzaron con el absoluto convencimiento de que estaban evitando el ascenso del fascismo en España.

Cartel electoral del Partido Comunista 
pidiendo el voto para el Frente Popular.

Las últimas elecciones de la Segunda República tuvieron lugar en enero de 1936 y las venció la izquierda, que había formado una amplia coalición conocida como Frente Popular. El Frente Popular, en el que participaban republicanos, socialistas, comunistas y catalanistas, decretó la amnistía de los obreros presos por la insurrección de 1934. También recuperó todas las antiguas reformas abandonadas por el gobierno de derechas. Desde el mismo día de su triunfo, los grupos más conservadores que odiaban la república (militares, empresarios, terratenientes, Iglesia, falangistas, carlistas...) comenzaron la conspiración para acabar con la Segunda República. El mes de julio de 1936, el rumor de un posible golpe de estado era constante y existía una fuerte tensión en la calle. El teniente Castillo, socialista perteneciente a la Guardia de Asalto, fue asesinado. A los pocos días, el político ultraderechista Calvo-Sotelo apareció muerto junto al Cementerio de la Almudena. El 18 de julio de 1936 estalló la sublevación militar contra el gobierno legítimo de la República Española. Lo que había sido un sueño de progreso se había convertido en una guerra civil de pesadilla, que duraría tres años. La Segunda República, que luchó por defender la democracia, languidecería sola sin lograr apenas apoyo internacional, mientras los gobiernos fascistas de Hitler y Mussolini se volcaban para apoyar la victoria de los militares sublevados.



80 AÑOS DESPUÉS.

La Segunda República y la Guerra Civil se han convertido en el campo de batalla ideológico preferido para izquierda y derecha españolas. La izquierda ve en la Segunda República la primera democracia de nuestra historia ( y de hecho lo es). Para la derecha, la Segunda República no fue capaz de garantizar el orden y tuvo una actitud demasiado anticlerical. Nunca podremos saber cómo habría evolucionado España si hubiera continuado con el régimen republicano. Muy probablemente, España habría acabado inmersa en la Segunda Guerra Mundial. Y además, nos hubiéramos ahorrado cuarenta años de dictadura que han significado un notable retraso de España respecto del resto de Europa. 
Reunión de arzobispos españoles.

La Segunda República no fue un paraíso ni un infierno. Fue la primera vez en la que los españoles acometían reformas auténticamente modernas, semejantes a las europeas. Y estaba claro que había algunos sectores que no estaban dispuestos a aceptarlas. La dicotomía de las dos Españas alcanzó en este periodo su explosión máxima. Incluso hoy en día, citar la Segunda República dice mucho de quien lo hace, dependiendo de como lo haga. Pero merece la pena señalar que la España actual es una herencia de la República Española. Tenemos un estado autonómico, la mujer goza de plenos derechos y existe divorcio. Sin embargo la herencia acaba aquí. Lamentablemente, la Iglesia sigue recibiendo una asignación económica por parte del Estado y los que lucharon por defender la democracia siguen enterrados en fosas comunes.









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