miércoles, 6 de junio de 2012

467.- La represión durante la dictadura genocida franquista



La represión durante la dictadura genocida franquista


El testimonio de las víctimas del torturador Melitón Manzanas

Melitón Manzanas González (San Sebastían 1909-1968) ) fue polícía y jefe de la Brigada Politico-Social (BPS) de Gipuzkoa. Es recordado hoy en día por muchas de sus víctimas, insultadas a su vez por las mofas facinerosas de algunas personas que quieren dar carpetazo a estos temas saliendo por terceras con Napoleón,  por su celo en la represión de la oposición a la dictadura franquista, y por haber sido la primera víctima mortal de un atentado reinvindicado por ETA.


Manzanas fue uno de los múltiples torturadores del régimen que instauraron el terror en las comisarías españolas durante el franquismo. Miles de españoles sufrieron durante 40 años estas técnicas, algunos incluso hasta perder la vida. Enviar a casa a morir a un moribundo tras una paliza para que no figurase como “muerto en comisaría” o detenidos que se lanzaban desde la ventana “para intentar huir” eran las excusas que utilizaba el régimen para silenciar su exterminio político.
Militar y funcionario de policía. Nació en Donostia-San Sebastián en 1909 donde estudió Peritaje Mercantil. En 1936 permanece oculto en su domicilio con motivo de la guerra, a causa de su significación derechista. En Agosto de este año es detenido y conducido al fuerte de Guadalupe, donde permanece hasta la toma de la fortaleza por los nacionales que le ponen en libertad. Organizó la Juventud del partido derechista e impulsor del golpe “Acción Popular”; ingresó en el Regimiento de Artillería n.° 3 de San Sebastián. En 1938 se había incorporado al frente con las “Flechas Verdes” hasta el fin de la guerra.
El gobierno del Partido Popular condecoró a Manzanas el 19 de Enero de 2001, por su condición de “victíma de ETA” un hecho escandaloso, según Amnistía Internacional, por premiar al “responsable de la tortura de centenares de vascos durante el régimen franquista”, la misma organización se refiere a él como “un conocido colaborador de la GESTAPO que durante la Ocupación Nazi ayudó a detener a judíos que trataban de huir a través de la frontera del sur de Francia”.

Testimonios de sus víctimas: LA CÁRCEL ERA LA SALVACIÓN:

El 28 de agosto de 1961 es una fecha que Pontxo Iriarte no olvidará. «Policías de Madrid me detuvieron en la fábrica y me llevaron al Gobierno Civil. En el sótano, me dieron una página en blanco y me dijeron: ”Diga usted todo lo que sepa”. Cuando me llevaron al despacho de Melitón Manzanas, la página seguía en blanco. Los policías Pérez Abril y Gabaldón y el propio Manzanas, éste con una porra, me dieron una paliza», explicó.

Ese primer día en el que estuvo detenido recibió, tal y como define el mismo Iriarte, «otra sesión» por parte de los dos policías. Sesión que volvió a repetirse por la noche. «Echaron gravilla en el suelo e hicieron que me arrodillara, lo que me producía rasguños. Con las manos en la espalda, me pateaban y daban golpes detrás de la cabeza. Estuve así unas tres horas».

Cuando le llevaron de vuelta al calabozo, logró conciliar el sueño. «Puedo dormir, incluso, encima de una piedra». No obstante, le despertaron a las 3.00. El motivo, «una nueva sesión. Me daban patadas en el estómago, golpes en la cabeza… Fue terrorífico. Eran unos animales, pero el más bestia de todos era Melitón Manzanas».

Al parecer, a éste no le gustó demasiado que Iriarte lograra dormir aquella noche. «Por la mañana me llevaron a su despacho. Me tuvo allí, de pie, toda la mañana, gritándome ”¡a mí no me engañas!”. En una de ésas, inconscientemente, le pregunté qué me había dicho. Agarró la famosa porra y me dio una paliza. ”Ahora sí que vas a dormir bien”, me decía».

Los sistemas de interrogatorio se repitieron los dos siguientes días. «Cuando al cuarto día me llevaron a la cárcel de Martutene, fue la salvación».

No obstante, su «relación» con Manzanas no acabó ahí. En diciembre de ese mismo año, Iriarte fue detenido por segunda vez.
La segunda vez que caí me obligaron a desnudarme, me ataron de pies y manos, me arrodillaron sobre un montón de gravilla, me presionaban los pies, me daban tortazos tremendos. Manzanas me decía que la hija que esperaba mi mujer no era mía, que era de Julen Madariaga, porque un día le habían visto salir de casa. Me impedían dormir y Manzanas me pegó con una porra de goma porque no le entendí lo que le preguntaba. Una vez que se me cayeron los calzoncillos, mientras estaba atado de rodillas sobre la gravilla, Manzanas y todos se reían de mis genitales”.
Poncho Iriarte recuerda, vivísimamente, el aspecto lamentable que tenían los rubios, ‘porque los rubios enseguida se amoratan con los golpes, y recuerdo al pobre de Jose Ramón Rekalde desfigurado por las magulladuras, con la camisa rota y destrozada, y al pobre de Julen Madariaga con las gafas rotas, que no veía nada porque era miope, y a Rafa Albizu, y vi a muchos jóvenes torturados, porque Manzanas se ensañaba sobre todo con los trabajadores’.

En España las víctimas de la represión no han tenido la suerte de ver a los criminales siendo juzgados.

Testimonios de las víctimas durante el juicio por el recurso ante el Tribunal Supremo presentado para que se retirase la medalla de Honor a Melitón Manzanas que  le concedió en 1991 el gobierno del Partido Popular:
Jesús María García Garde, vendedor de bacalao, cayó en manos de Manzanas cuando tenía 17 años. recordará mientras viva las tres horas de interrogatorio a las que le sometió, en abril de 1966, el jefe de la brigada político-social de San Sebastián. había sido detenido por participar en una movilización estudiantil en el barrio obrero de Gros, en San Sebastián.
“El propio Manzanas me preparó para el interrogatorio con insultos, golpes, porrazos en los pies, patadas en los testículos… Me pusieron la bolsa, era de tela de lona y la utilizaban para asfixiarme. Aquel tipo era especialista en dejar muy mal de la cabeza y de todo el cuerpo a la gente”.

Detrás de García Garde testificó el dirigente del PCE y miembro de IU Víctor Díaz Cardiel, quien recordó que estando en la cárcel de Carabanchel (Madrid), desde abril de 1965 a noviembre de 1966, conoció a varios torturados por Manzanas. Por Carabanchel pasaban los detenidos que eran procesados por el Tribunal de Orden Público. Díaz Cardiel manifestó que “Manzanas era un torturador como Saturnino Yagüe y muchos otros jefes locales de la policía política de la dictadura”, pero aquél “era especialmente cruel”. “Por ejemplo, a Víctor Lecumberri, Xavi , le clavó palillos, le arrancó uñas y le sometió a torturas insoportables”, recuerda el veterano dirigente comunista, cuya detención, el 4 de abril de 1965, fue seguida de una paliza por el método de la botella borracha : metido en un círculo de 8 policías, le dieron golpes hasta que perdió el sentido.


La represión en los campos de trabajo franquistas: con la complicidad de la iglesia.

ESPECIALMENTE SÁDICO CON LAS MUJERES:

María Mercedes Ancheta, nacida en Venezuela de padres oriundos, quien estaba en San Sebastián (entonces prohibían hablar de Donosti), cuando se produciría una detención masiva, poco después de que un grupo de jóvenes antifranquistas regaran el Barrio Viejo, en la capital guipuzcoana, de panfletos contra la represión. María Mercedes Ancheta tuvo la desgracia de caer en manos de Manzanas que le “hizo toda clase de salvajadas durante seis días”, tal cual publicó “El Nacional”, diario de Caracas que dirigió el escritor Miguel Otero Silva.

“La policía se ensañó con María Mercedes” -decía el periódico-, hasta límites insoportables. Con una navaja de afeitar, le hizo varios cortes en pechos, espaldas y glúteos, pero la detenida nada decía, ni podía decir, más que estaba de visita turística en Donosti.

Entonces, el laureado Melitón Manzanas, cansado de que la detenida “no aportara nada y no quisiera colaborar en la defensa de España” le aplicó su método favorito para las mujeres que apresaba. Se remangó la manga de su camisa hasta la altura del hombro y, acto seguido, ordenó a un sicario de su calaña que la atornillara bien para que “esta separatista de mierda se entere con quién está tratando”. Sin solución de continuidad, el asesino Melitón Manzanas introdujo su mano en la vagina de María Mercedes, mientras la apresada profería alaridos de muerte, algo que provocaba más delirio y carcajadas al jefe de la policía política del franquismo.
Otra víctima, María Jesús, tenía 20 años y era militante del PCE cuando conoció al policía torturador: “El personalmente me pegó de forma brutal en los interrogatorios. Me llamaba la puta del Partido, era un hombre sádico y cruel, era una auténtica fiera”. Chus no se olvida de que cuando la trasladaron a la cárcel de Ventas enseguida fue a visitarla su abogado, José Ramón Rekalde.






De copas con Melitón Manzanas


LUIS FONT DE MORA 


Queda en el recuerdo la inesperada nevada caída en el litoral del País Vasco aquel invierno de 1966, simple incidente dentro del suave clima que pudo disfrutarse. Fue precisamente en aquellos días cuando compartí accidentalmente el aperitivo con un personaje del que ya había oído hablar pero del que, a partir de aquel mediodía y durante los nueve meses que trabajé profesionalmente en la Estación Fitosanitaria de Irún, no dejé de escuchar insistentes y terribles comentarios.


Estando con mi colega Luis Induráin en un bar de la avenida de la ciudad fronteriza, bebiendo un par de chiquitos, se acercó a saludarle con amables gestos un individuo de anodina apariencia, acompañado de un joven de mirada dispersa. Tras la inmediata presentación, Luis Induráin, persona de reconocida simpatía muy introducido en la sociedad donostiarra, invitó a Melitón Manzanas y a su subordinado a tomar copas y pinchos. No podría asegurar lo que bebió el aborrecido policía, quizás algo que entonces me pareció sofisticado, pero no olvido que, tras preguntar por mi procedencia, Manzanas hizo un elogio amplio de Valencia. Por aquellos años esta ciudad, todavía del Cid en la terminología de los más adictos al régimen de Franco, había sido olvidada por completo como capital de la República. No en balde, apenas cuatro años antes, Valencia fue escogida como escenario del homenaje masivo a Franco, como manipulación interna y externa de un desagravio 'espontáneo' por el llamado contubernio de Múnich, también calificado como maridaje contra natura en el léxico de la prensa oficial de aquel entonces.


En principio, nada de particular en el fugaz encuentro que, afortunadamente, no volvió a repetirse entre otras cosas porque mi compañero procuraba eludir al citado comisario. Pero a los dos días, saliendo del entrenamiento con el Bidasoa, alguien que me había visto departir con el comisario, en tono amistoso, me aconsejó no mantener relación alguna con Melitón Manzanas. Estar a su lado suponía correr un riesgo innecesario ya que un día u otro, a decir del sentir popular, cualquiera de sus víctimas o de los familiares de las mismas terminaría violentamente con su vida. Es curioso que ahora, tras la increíble recuperación histórica que ha hecho de dicho individuo el Gobierno de Aznar, nada se haya expresado, salvo error del articulista, respecto a la forma tan peculiar y personal con la que el condecorado comisario practicaba la tortura. Sin embargo, entonces, pude escuchar en numerosas ocasiones, una y otra vez, que Melitón Manzanas se encapuchaba, interviniendo con entusiasmo en las torturas efectuadas con habitual frecuencia. Ciertamente que lo más grave era el tipo de violencia que se ejercía, sin posibilidad de denunciarse con el menor éxito, con aquellos a los que se quería interrogar y castigar, en su mayor parte los contrabandistas y los ciudadanos sospechosos de erosionar el régimen político. Pero este matiz del sadismo practicado, que constituía un clamor público y que nadie ponía en dudas, personas adictas al régimen incluidas como pude comprobar, proporciona una imagen todavía más negra, si cabe, de la situación y del personaje. Está fuera de toda duda que las hazañas de Melitón Manzanas eran sobradamente conocidas en las alturas del Ministerio de Gobernación y en el Servicio de Información Militar, tal como corresponde a todo sistema totalitario.


Comentando la cuestión con Luis Induráin, éste dijo que recientemente había mantenido una conversación al respecto con Melitón Manzanas. Sin pestañear, el sádico comisario se lamentó de lo mala que era la gente ya que era notoria su incapacidad de matar una sola mosca. Sin embargo, absolutamente nadie a lo largo de aquellos meses hizo en mi presencia el menor comentario positivo a favor del comisario. Tiempo más tarde, recién asesinado Manzanas, trabajando en el Soivre de Santa Cruz de Tenerife coincidí con un policía, conocido contrincante mío de balonmano de la época universitaria en Madrid, que también había estado por Irún con anterioridad. Éste, sin dudarlo, afirmó ser cierta una historia alejada de cualquier fantasía popular, lamentando que semejante individuo hubiera pertenecido al cuerpo de policía.


¿Cómo es posible que el presidente Aznar haya llegado a cometer error tan disparatado, proporcionando honores a tan perverso y criminal funcionario? Resulta inexplicable bajo cualquier consideración y las excusas practicadas sobre la extensión de la norma sin excepción son tan pueriles como negativas para el Partido Popular. Lo más preocupante del caso Melitón Manzanas es que, con absoluta facilidad, se podía haber tenido un amplio dossier sobre sus actuaciones, en los propios archivos oficiales o mediante una pequeña investigación. ¿Prepotencia derivada de la mayoría absoluta? Es indiferente. Sin embargo no deja de ser una piedra colocada en el camino electoral de Mayor Oreja, bien por falta de rigor o por desidia en el trabajo, bien por el tic de defender el franquismo a ultranza.


HABLAN LAS VÍCTIMAS DE MELITÓN MANZANAS


MARÍA ANTONIA IGLESIAS 


La primera Medalla de Oro al Mérito Civil, que ha concedido el Gobierno a una víctima del terrorismo de ETA, ha recaído en alguien verdaderamente singular, alguien cuyo solo nombre ha logrado revolver la memoria de nuestro pasado más oscuro: el policía torturador Melitón Manzanas.


'RECUERDO AL POBRE JOSÉ RAMÓN REKALDE DESFIGURADO POR LAS MAGULLADURAS, CON LA CAMISA ROTA'
Los demócratas vascos, tan golpeados por el terrorismo de hoy, apenas salen de su asombro del reconocimiento de los méritos de Melitón Manzanas, personaje de acreditada biografía como policía torturador durante la dictadura. Sindicalistas, nacionalistas, miembros del PSOE y del PCE, pasaron por las implacables manos de Melitón Manzanas y soportaron sus temidos interrogatorios en las comisarías de Irún y San Sebastián. La despertada memoria de aquellos años de plomo determina a algunas de sus víctimas a recuperar, en primera persona, las sensaciones del dolor y la humillación a las que fueron sometidos. Otros prefieren ocultarse, ¡todavía! detrás de un velo de silencio, de pudor y dignidad.


La polémica medalla al Mérito Civil concedida al policía Manzanas viene a cerrar el círculo imposible de la biografía honorífica de este siniestro personaje. Porque su terrible eficacia policial está acreditada por un total de 50 felicitaciones públicas, otorgadas por el régimen franquista junto con otra singular condecoración: la Cruz del Mérito Policial, con distintivo rojo que la dictadura le concedió en 1964. Para entonces Melitón Manzanas dirigía la represión en Euskadi como jefe de la Brigada Político Social de San Sebastián.


Había iniciado su carrera en el Cuerpo General de Policía de Irún, en 1938, donde instaló uno de sus temidos centros de interrogatorios y desde donde colaboraría, activamente, con los nazis durante los años de la Segunda Guerra Mundial. Manzanas simultaneaba su trabajo policial con negocios poco claros que le supusieron la apertura de un expediente disciplinario. Dicho expediente se cerró, oportunamente, a raíz de su ascenso y traslado a San Sebastián, donde sería el brazo derecho del gobernador civil Valencia Ramón. Los policías Félix Ábalos, Antonio Murga, Eloy Palomo, Jesús Ortega, Pérez Abril y Sierra Gabalzón formaban su equipo, se encargaban de interrogar a los detenidos antes de que pasaran por las manos de Manzanas. Una vez terminado el trabajo los policías frecuentaban, junto a su jefe, el Bar Regio de San Sebastián. Enfundado en su gabardina blanca, calada una boina negra que enmarcaba su cara redonda, Manzanas chiquiteaba también en algunos bares de la parte Vieja: 'Alardeaba, en voz alta, de las redadas y hazañas que llevaba a cabo y algunos nos pudimos poner a salvo escuchando de su propia boca los planes que preparaba' asegura un veterano militante comunista que prefiere mantener, aún hoy, su anonimato.


Lenchu, la hija del fallecido presidente del PSOE, Ramón Rubial, recuerda las palabras que salieron de la boca de su padre el día que ETA asesinó a Melitón Manzanas: 'Ese era un torturador, mala gente... Lo dijo en voz baja, pero muy clara, porque mi padre era una persona a la que no le gustaba recordar los sufrimientos del pasado'. A finales de 1944, fracasó el intento de fuga de Ramón Rubial en un campo de trabajo instalado en la Babcock & Wilcox cerca de Oyarzun, en las peñas de Aya. Melitón Manzanas se encargó de conducir al dirigente socialista hasta San Sebastián. Según Lenchu, su padre le contó que ya en sus dependencias de la Brigada Político-Social, Manzanas le torturó reiteradamente. 'Mi padre nunca quiso contarnos a la familia lo que le hizo Manzanas, que le interrogó personalmente, pero sé que sufrió mucho'.


Otras voces surgen desde el silencio que ahora se rompe. Una, bien precisa, es la de Jokin Itza, veterano militante del PNV, que coincidió en la cárcel de Ondarreta con algunas personas de diversas organizaciones que pasaron por las manos del policía. 'A Timoteo Plaza, un militante comunista de Elizondo, le dieron una paliza tremenda. A otro de Elgoibar, Amanci Conde, que participó en la huelga del 47, casi le matan de las palizas que le dieron. Y recuerdo muy bien a Juan Aguirre, de Erandio, que cuando salió de la checa de Melitón Manzanas pesaba treinta kilos menos que cuando entró, y... Mi compañero Juancho Aguirre se estremecía contándome cómo Manzanas torturó al jefe de los anarquistas vascos, Auspicio Ruiz'. El viejo militante nacionalista asegura que el policía ahora condecorado torturó incluso a mujeres y da nombres y apellidos: 'María y Carmen Villar, de Vergara, y la madre de Miren Askarate, miembro de la Academia de la Lengua Vasca...'


En 1956 cae en las manos de Manzanas alguien insospechado para quienes sólo han relacionado al detenido con el mundo de la literatura: el escritor Luis Martín Santos, consagrado por su novela Tiempo de silencio. Cayó porque era el responsable del PSOE en Guipúzcoa y uno de los que trabajaban en la reconstrucción del partido en el interior del país. Su hermano Leandro recuerda como el padre de ambos, general de Sanidad en el frente del Ebro, se presentó en la Dirección General de Seguridad, con el uniforme de general y todas sus medallas, para pedir la libertad de su hijo Luis sin lograr nada... Pero es en la segunda detención, en San Sebastián, cuando Luis Martín Santos es interrogado personalmente, por Melitón Manzanas... Su hermano Leandro asegura que Luis nunca le habló de torturas y hace una afirmación sorprendente: 'De torturas nada de nada; además Melitón Manzanas era un simple policía de fronteras y todo lo que se está haciendo ahora contra él es un montaje'... Sin embargo, el doctor Luis Galuf, amigo personal de Luis Martín Santos establece una versión bien diferente: 'A Martín Santos lo detuvo Manzanas, pero Luis consiguió escapar de la comisaría y pudo ir a su casa, para esconder la máquina de escribir y sus papeles en el transformador de los aparatos de rayos X de su padre. A mí me contó luego como fue la primera parte de su interrogatorio y me dijo que Manzanas le había torturado; pero nunca me quiso decir lo que le habían hecho.'


Versiones mucho más contradictorias aparecen en la periferia de luchador antifranquista de Enrique Múgica. El entonces militante del PCE y hoy Defensor del Pueblo, niega de forma tajante y escueta cualquier relación con Melitón Manzanas y mucho menos las torturas a las que, según algunos testimonios de la época, fue sometido: 'Nunca le conocí, nunca me detuvo, nunca me torturó', asegura Múgica. Sin embargo, son varias las versiones de militantes del PCE que consideran 'realmente imposible' que Múgica no conociera a Melitón Manzanas y atestiguan haber estado junto a Múgica 'a la misma hora y en el mismo bar en el que Manzanas acudía para espiarnos'. Teo Uriarte, en su día miembro de la Bitziar-Tipía que decidió el atentado contra Melitón Manzanas, sonríe: '¡Es imposible, imposible que Múgica no conociera a Melitón Manzanas!'


En la caída del PCE, a principios de 1960, José Luis López de Lacalle, el periodista asesinado por ETA, dio con sus huesos en la cárcel de Martutene. Antes había pasado por la checa de Manzanas. Quienes le pudieron visitar después comprobaron que tenía los pies en carne viva, que le había interrogado aplicándole cigarrillos, descargas eléctricas... Xavier Apaolaza, militante del PNV no olvidará jamás los tres días que pasó soportando las torturas que le aplicaba Manzanas: 'Fue muy duro lo que nos hicieron en aquella comisaría de San Sebastián. Nos golpearon brutalmente y luego Manzanas me colocó un bolígrafo entre los dedos de una mano y comenzó a apretarme las uñas haciendo girar el bolígrafo... Sentí un dolor insoportable'...


Ildefonso Poncho, Aguirre, miembro de la escisión del PNV hacia EGUI (embrión de lo que sería más tarde la primera ETA) recuerda con precisión sorprendente sus dos caídas en manos de Manzanas. Y eso a pesar de que entonces tenía 31 años, hoy 70. 'Recuerdo con horror, aquellos interrogatorios de Manzanas por las tardes, cuando empezaban los golpes, las patadas salvajes, los insultos soeces... La segunda vez que caí me obligaron a desnudarme, me ataron de pies y manos, me arrodillaron sobre un montón de gravilla, me presionaban los pies, me daban tortazos tremendos. Manzanas me decía que la hija que esperaba mi mujer no era mía, que era de Julen Madariaga, porque un día le habían visto salir de casa. Me impedían dormir y Manzanas me pegó con una porra de goma porque no le entendí lo que le preguntaba. Una vez que se me cayeron los calzoncillos, mientras estaba atado de rodillas sobre la gravilla, Manzanas y todos se reían de mis genitales'. Poncho Iriarte recuerda, vivísimamente, el aspecto lamentable que tenían los rubios, 'porque los rubios enseguida se amoratan con los golpes, y recuerdo al pobre de Jose Ramón Rekalde desfigurado por las magulladuras, con la camisa rota y destrozada, y al pobre de Julen Madariaga con las gafas rotas, que no veía nada porque era miope, y a Rafa Albizu, y vi a muchos jóvenes torturados, porque Manzanas se ensañaba sobre todo con los trabajadores'.


María Jesús tenía 20 años y era militante del PCE cuando conoció al policía torturador: 'El personalmente me pegó de forma brutal en los interrogatorios. Me llamaba la puta del Partido, era un hombre sádico y cruel, era una auténtica fiera'. Chus no se olvida de que cuando la trasladaron a la cárcel de Ventas enseguida fue a visitarla su abogado, José Ramón Rekalde, este socialista luchador y veterano que hace poco estuvo a punto de perder la vida a manos de ETA.. Chus Muñoz, como todos los supervivientes del policía torturador, está estupefacta ante la decisión del Gobierno de condecorar a Manzanas: 'Esos partidos que han aprobado esa ley y el Gobierno que ha decidido aplicarla, deberían de haber evitado esa afrenta, por respeto a nuestra dignidad y a la democracia'.











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