Agentes de policía vigilan el desalojo de un campamento gitano en
Vaulx-en-Velin, al este de Lyon, el pasado 23 de agosto
Vaulx-en-Velin, al este de Lyon, el pasado 23 de agosto
La Francia de Hollande convierte a los gitanos en mercancía electoral
El Gobierno socialista renuncia a integrar a 20.000 romaníes europeos
MIGUEL MORA. Paris 28 SEP 2013
El diputado y alcalde centrista Gilles Bourdouleix pierde los nervios ante un grupo de gitanos franceses instalados en un terreno agrícola de Cholet, cerca de Nantes. Los romaníes hacen el saludo nazi para recordar que durante el Holocausto —Porraimos, devoración, en caló— Hitler exterminó a 800.000 gitanos. El alcalde responde: “Quizá Hitler no mató lo suficiente”.
Antes, el 4 de julio, el eurodiputado Jean-Marie Le Pen, exlíder del Frente Nacional, ha abierto la veda en Niza: “Tenéis cierta preocupación, parece, por unos cientos de gitanos que dan a la ciudad una presencia urticante y odorífera”. “No es más que la pequeña punta del iceberg. A partir del 1 de enero de 2014, llegarán a Niza no menos de 50.000 gitanos, porque los 12 millones de romaníes que viven en Rumania, Bulgaria y Hungría podrán establecerse libremente en todos los países europeos”.
Le Pen exagera, porque la comunidad gitana europea no sobrepasa los diez millones de personas. Pero el exparacaidista consigue su objetivo, abrir la campaña de las municipales de marzo de 2014; durante el verano, alcaldes y cargos compiten en soltar la mayor barbaridad sobre los gitanos.
Cuando parece que ya no hay quién dé más, esta semana, el ministro del Interior, Manuel Valls, hijo y nieto de republicanos españoles, afirma que “el problema gitano solo puede solucionarse con expulsiones”, ya que los romaníes “no tienen vocación de integrarse sino de volver a sus países”.
Aunque muchos de esos 20.000 gitanos europeos son niños, y algunos miles residen en Francia desde hace años —la cifra se mantiene desde hace 20—, Valls estima que “la integración solo puede concernir a una minoría, porque sus modos de vida son extremadamente distintos de los nuestros y chocan con nuestra cultura”.
Luego, el ministro socialista anuncia que Francia quiere que Europa solo permita la libre circulación de rumanos y búlgaros por los aeropuertos. “Así los hombres de negocios podrían viajar”.
Hace años, el sociólogo Eric Fassin acuñó la fórmula “xenofobia de Estado” para explicar la política de identidad nacional de Nicolas Sarkozy. “Era xenófoba porque marginaba a los extranjeros, aunque también puso en la diana de forma ambigua a los musulmanes franceses”, explica Fassin. “Ahora, el Gobierno socialista añade racismo a la xenofobia. Valls evoca diferencias culturales y quiere que Europa trate de forma distinta a empresarios y gitanos”.
Las ONG denuncian que se adopta el mismo “racismo de Estado” de Sarkozy.
El profesor de la Universidad París VIII advierte que “Francia no es la excepción sino la vanguardia de una nueva definición de Europa. La política económica neoliberal que ha impuesto la UE crea miedo y xenofobia”, explica Fassin. “Francia sabe que tiene que dar algo a los electores para compensar su inseguridad económica. Así que, a falta de pan, Valls propone circo. El circo son los gitanos. Europa elige defender la política neoliberal antes que los derechos humanos. El criterio es el mismo que se usó en los años treinta contra los judíos, pero no se justifica diciendo que los otros son diferentes biológicamente sino culturalmente”.
Fassin concluye: “La situación es muy grave porque supone el fin de la Europa construida contra la idea de la raza tras la II Guerra Mundial. Estamos en la Europa de los mercados. Sí a los empresarios rumanos, no a los gitanos; esa es la vocación de Valls”.
“Sucede igual que en los años treinta contra los judíos”, alerta un sociólogo
En el Partido Socialista y el Gobierno, las ideas del titular de Interior, el más popular del Gabinete, han generado suaves críticas. Los sondeos para 2014 son pésimos, y la mercancía electoral gitana cotiza al alza. El líder del Partido Socialista (PS), Harlem Désir, y su antecesora, Martine Aubry, han pedido sin éxito a Valls que rectifique. La ecologista Cécile Duflot, ministra de Vivienda, ha comparado a Valls con Sarkozy y ha exigido a Hollande que “cure las heridas”. Pero el presidente, que en la campaña de 2012 condenó la política de su antecesor y prometió proteger a “las poblaciones ultraprecarias”, calla.
Bruselas también ha respondido con menos ardor del que empleó al censurar a Sarkozy. La vicepresidenta primera de la CE y comisaria de Justicia y Derechos Fundamentales, Viviane Reding, ha dicho que el asunto gitano siempre vuelve “cuando sopla aire de elecciones para no hablar de lo importante”, y ha recordado que Francia “utiliza mal” las ayudas del Fondo Social Europeo (FSE). Según los datos de la CE los países más generosos con los romaníes son Irlanda, Hungría, Eslovaquia y España, que entre 2007 y 2013 han destinado 806 millones a ese colectivo y han beneficiado a 100.000 personas.
Jonathan Todd, portavoz del comisario de Asuntos Sociales e Inclusión, László Andor, confirma que Francia ha recibido 1.700 millones del FSE en el sexenio 2007-2013, y que en 2010 obtuvo 16,8 millones de Fondos Regionales para “mejorar las viviendas de sus minorías”. Todd no sabe cuánto dedica París a los gitanos. Según Le Monde, la cifra actual son cuatro millones de euros. Y según Reding, el dinero “no llega a los alcaldes que tienen problemas”.
París olvida cumplir algunas leyes. El informe de Amnistía Internacional Condenados a ser errantes afirma: “Los inmigrantes gitanos siguen viviendo en condiciones indignas y son expulsados de sus lugares de residencia de forma reiterada, sin ser consultados, informados ni realojados, incumpliendo los compromisos con los derechos humanos”.
La autora del estudio es Marion Cadier, una joven investigadora que ha recorrido durante un año los campamentos de Lille, París y Lyon para comprobar cómo se aplica la circular de agosto de 2012, que trataba de plasmar la política de “firmeza y humanidad” del Gobierno socialista. “La conclusión”, resume Cadier, “es que la circular es papel mojado, que hay más firmeza que humanidad, y que los desalojos forzosos son ilegales además de inútiles, porque solo contribuyen a marginar más a la comunidad gitana, a dificultar su acceso a la educación y el trabajo, y a trasladar el problema de una ciudad a otra”.
Según la Liga por los Derechos Humanos (LDH), la República Francesa dejó sin techo a más de 10.000 romaníes en los seis primeros meses de 2013, ignorando la norma que prohíbe desahuciar en invierno y duplicando el ritmo de 2012, cuando expulsó a 11.982.
Cadier ha entrevistado a docenas de desahuciados. Adela, de 26 años, madre de tres hijos, vive en Îlle de France desde 2002 con su marido, Gheorghe. Han sido desalojados 15 veces. “No me quedo en Francia porque esté bien, sino porque no tengo otra opción. Yo querría un trabajo y una casa como todo el mundo, y no tener que vivir en un campamento de chabolas”, dice Adela.
Pese a las promesas, las repatriaciones han disminuido pero siguen existiendo. En la primera mitad del año, París devolvió a sus países a 424 gitanos. La LDH cuenta que se siguen produciendo ataques de bandas vecinales contra campamentos. Coincidiendo con el aumento de expulsiones a cargo del Estado, el número de desalojados por agresiones, incendios e inundaciones pasó de 1.007 personas en el primer trimestre a 530 en el segundo.
Seguramente Adela, la joven rumana, no conozca Otras Inquisiciones, el libro donde Borges explicaba que, para que un problema sea realmente grande, conviene ponerle un apellido. Cuando el apellido es étnico, el desastre está garantizado, ironizaba Borges. De ese viejo hallazgo semántico derivan el “problema judío”, el “problema palestino”, el checheno... Y, por supuesto, desde hace siglos, el ancestral problema gitano. Con dos apellidos.
Expulsiones
Según la Liga por los Derechos Humanos (LDH), Francia dejó sin techo a más de 10.000 romaníes en los seis primeros meses de 2013, ignorando la norma que prohíbe desahuciar en invierno y duplicando en ese periodo a los casos registrados en todo 2012, cuando expulsó a 11.982.
En la primera mitad de este año, el Gobierno del presidente François Hollande ha devuelto a sus países de origen a 424 gitanos.
El número de desalojados por incendios, inundaciones y agresiones bajó de 1.007 en el primer trimestre a 530 en el segundo trimestre.
Foto: El ministro del Interior de Francia, Manuel Valls.
JACQUES DEMARTHON (AFP)
JACQUES DEMARTHON (AFP)
El ministro del Interior francés arremete
contra los gitanos
contra los gitanos
Valls dice que la única solución son las expulsiones y asocia a la minoría étnica con la mendicidad y la delincuencia
Por MIGUEL MORA
A seis meses vista, la campaña electoral de las municipales y las europeas de la primavera de 2014 ha comenzado en Francia y los gitanos se han convertido ya en el asunto principal y en el chivo expiatorio del fracaso de las políticas sociales de la República.
El ministro del Interior, Manuel Valls, ha defendido este martes que los campamentos ilegales de gitanos rumanos y búlgaros que han proliferado en Francia –donde se calcula que habitan entre 5.000 y 20.000 gitanos europeos- deben ser desmantelados, y ha asegurado que sus ocupantes serán expulsados a sus países. “Los gitanos tienen vocación de volver a Rumanía o a Bulgaria", ha dicho Valls, que ha añadido, sin un atisbo de ironía, que las autoridades de esos dos países deben hacer más "esfuerzos para su integración".
En una entrevista concedida a la emisora de radio France Inter, Valls asoció a la minoría gitana con “la mendicidad y la delincuencia", y afirmó que la “única solución son los desmantelamientos de campamentos y las expulsiones”. El ministro justificó así lo ocurrido hace una semana en Lille (norte), donde la policía destruyó, a petición de la alcaldesa socialista, Martine Aubry, un asentamiento que alojaba a un millar de personas, la mayor parte mujeres y niños, a quienes no se ofreció una vivienda alternativa.
"Las soluciones pasan en particular por las expulsiones", insistió el político socialista nacido en Barcelona, que al ser preguntado sobre el fracaso de la integración de esos gitanos en Francia respondió con una generalización: "Estas poblaciones tienen modos de vida que son extremadamente diferentes de los nuestros".
En cuanto a las negociaciones sobre la entrada de Rumania y Bulgaria en el espacio Schengen, lo que favorecería la circulación sin controles de la comunidad gitana en otros países, Valls hizo hincapié en que "todavía no está decidido", y precisó que lo que se discute es la aplicación de los acuerdos de libre circulación únicamente en los aeropuertos, pero no en las fronteras terrestres.
Polémicas en Toulouse y en París
La controversia sobre los gitanos ha alcanzado cotas surrealistas en Toulouse, donde el juez Hervé Barrié, presidente del Tribunal Correccional, ha suscitado el asombro de los sindicatos de magistrados y las asociaciones por los derechos humanos. Barrié acusó a los gitanos de querer saquear Francia durante un juicio rápido a cuatro jóvenes acusados de robo. “¿Piensan ustedes que les vamos a dejar saquear Francia así?”, les preguntó el juez. Los detenidos estaban acusados de haber robado 53 kilos de cobre. Aunque la fiscalía solicitó entre seis y ocho meses de prisión, el juez Barrié les condenó a un año de cárcel y 41.000 euros de multa.
En un comunicado conjunto, la Liga por los Derechos Humanos, el Sindicato de la Magistratura y el de los Abogados de Francia han afirmado que las palabras del juez son “intolerables, pues estigmatizan a una categoría de la población, y establecen prejuicios infundados y odiosos entre los detenidos y su origen étnico”.
Las asociaciones denuncian que ese “discurso deletéreo, cada vez más dominante, señala chivos expiatorios y atiza la xenofobia despreciando la cohesión social”.
La controversia ha llegado también a la precampaña de las municipales en París, enfrentando a las dos favoritas a suceder al alcalde socialista Bertrand Delanoë. La candidata de la conservadora UMP, Nathalie Kosciusko-Morizet, rompió el fuego el día 18 al afirmar en la televisión I-Télé: “¿Ustedes creen que acosamos demasiado a los gitanos? Porque yo tengo la impresión de que son los gitanos quienes acosan demasiado a los parisinos”.
Junto a ella, la alcaldesa del distrito 7, Rachida Dati, afirmó: “Hay un verdadero acoso de los niños en las puertas de los colegios. Vayan a verlo. Yo asumo completamente que hay que expulsarlos (a los gitanos)”.
El lunes, la candidata socialista, Anne Hidalgo, replicó a las dirigentes populares afirmando que mantienen una actitud “irresponsable” y que usan “palabras indignas”. París, dijo Hidalgo, “tiene valores y no estigmatiza a un pueblo en su conjunto”. En todo caso, la candidata socialista añadió que apoya “la política de Manuel Valls, que consiste en desmantelar los campamentos”.
Bruselas amenaza con sancionar a París
si expulsa a los gitanos
si expulsa a los gitanos
La Comisión Europea y líderes socialistas franceses censuran las palabras xenófobas del ministro del Interior
Por MIGUEL MORA
Las invectivas del ministro del Interior francés, Manuel Valls, contra los gitanos rumanos y búlgaros han irritado a la Comisión Europea, que este miércoles amenazó con sancionar a Francia si no cumple los tratados europeos, y han generado un visible malestar en el Partido Socialista. La comisaria europea de Justicia, Viviane Reding, así como el primer secretario socialista, Harlem Désir, la alcaldesa de Lille, Martine Aubry, y el ministro de Industria, Arnaud Montebourg, censuraron las palabras de Valls, quien el martes asoció al pueblo gitano con la delincuencia y dijo que la “única solución del problema” es desmantelar los campamentos ilegales y expulsar a sus ocupantes, ya que, según señaló, “la mayoría no desea integrarse porque su modo de vida es extremadamente diferente al nuestro”.
Desde Bruselas, el portavoz de la Comisión Europea Olivier Bailly recordó que “los gitanos, como todos los ciudadanos europeos, tienen derecho a circular libremente” por los Estados de la UE, y amenazó: “Si no se respetan los principios inscritos en los Tratados, la Comisión utilizará todos los medios a su disposición”.
En una entrevista a la radio France Info, la comisaria de Justicia e Interior, Viviane Reding, acusó a Valls de agitar el miedo con fines electoralistas. “Si no me equivoco, hay aire de elecciones en Francia”, ironizó. “Cada vez que no se quiere hablar de cosas importantes como los presupuestos o la deuda, nos topamos con los gitanos”.
La comisaria subrayó que los romaníes “son antes que nada ciudadanos europeos”, recordó que Bruselas ha puesto a disposición de los socios de la UE ingentes fondos para mejorar la integración de los gitanos, y enfatizó que Francia no los utiliza. “Me pregunto por qué”, continuó la comisaria luxemburguesa. “Dejamos que los problemas sean imposibles (de resolver), no se hace el trabajo de integración, y ese dinero que podría servir a los alcaldes no se usa”.
En el Partido Socialista, los Verdes y la izquierda, la escalada verbal de Valls causó ampollas y desazón. El primer secretario del PS, Harlem Désir, dijo no creer “en las teorías que afirman que algunas poblaciones no pueden ser integradas”. Martine Aubry pidió “un movimiento de solidaridad nacional para albergar a los 20.000 gitanos que viven en el país”, e invocó los principios de “humanidad y eficacia, es decir, la República”. Y el ministro Arnaud Montebourg definió las palabras de Valls como “excesivas” y le pidió que rectifique.
Pero el titular de Interior replicó en televisión que no tiene “nada que corregir” y acusó a sus críticos de “no conocer el asunto”. La portavoz del Gobierno, Najat Vallaud-Belkacem, declaró que Valls cuenta con el apoyo del Gobierno porque aplica una política de “firmeza y humanidad”.
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